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Presidente de Costa Rica reconoce que «va a costar» cerrar la selva del Darién a migrantes

Por AFP
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El presidente de Costa Rica, Rodrigo Chaves, dijo este viernes en una entrevista con la AFP que considera complicado cerrar la selva del Darién a los migrantes, como propone el candidato presidencial panameño José Raúl Mulino.

«Es una política que va a costar llevar a cabo, precisamente por el deseo de esas personas de salir de ahí [de sus países]», afirmó Chaves, quien recibió la semana pasada en San José a Mulino, el delfín del inhabilitado expresidente panameño Ricardo Martinelli (2009-2014).

Sustituido como candidato por Mulino, Martinelli permanece asilado en la embajada de Nicaragua para eludir una condena de prisión por blanqueo de capitales.

Chaves indicó que respeta las decisiones de los países vecinos, pero considera que a nivel «operativo» es complicado cerrar la selva situada en la frontera entre Colombia de Panamá, por la que en 2023 transitaron 520.000 migrantes, en su mayoría venezolanos.

La jungla del Darién tiene 266 km de longitud y 575.000 hectáreas de superficie y se convirtió en los últimos años en un corredor para migrantes que desde Sudamérica buscan llegar a Estados Unidos. Este año ya han cruzado más de 133.000, según cifras oficiales.

Propuesta

«Hay países en América del Sur donde la vida es de una calidad tan pobre que sus ciudadanos están dispuestos a pasar días en una jungla […]. Por otro lado, hay países magnetos que atraen a los migrantes que no tienen una política de migración constante y clara. Un día los reciben, otros días cierran la frontera», comentó el presidente de centroderecha.

El 16 de abril, Mulino, quien encabeza los sondeos para los comicios del 5 de mayo en Panamá, lanzó su propuesta de cerrar el Darién a los migrantes, sin dar detalles de cómo lo haría en caso de ganar la presidencia.

«Vamos a cerrar Darién y vamos a repatriar a todas estas personas como corresponda, respetando los derechos humanos», declaró Mulino en un recorrido electoral en la capital panameña.

Con Costa Rica a medio camino, Chaves llamó al «tratamiento justo» de los migrantes y a «ayudarles de una manera humanitaria a continuar su paso», porque no hay claridad en qué significa «cerrar el Darién en términos prácticos».

Guatemala y Nicaragua

Chaves también habló sobre el «desafío enorme» que tiene el nuevo presidente de Guatemala, Bernardo Arévalo, al que calificó como su «amigo».

«Guatemala es una historia muy triste […], donde el poder democrático del pueblo ha sido mantenido avasallado por muchísimos años con gran corrupción», indicó el mandatario, quien recordó que acompañó con otros jefes de Estado a Arévalo el complicado día de su asunción.

«Salimos fuertemente a decir que la democracia debería prevalecer», agregó.

Sobre la vecina Nicaragua, gobernada desde hace 17 años por el presidente Daniel Ortega, Chaves expresó que mantiene una «relación de respeto».

Sin embargo, «a mí me gustaría ver una Nicaragua más próspera, más democrática», dijo.

«Legado valioso»

Chaves, de 62 años, fue elegido presidente en 2022 como candidato del Partido Progreso Social Democrático, una formación de centroderecha fundada en 2018. Había sido ministro de Hacienda durante casi un año y antes trabajó en el Banco Mundial.

Al cumplir la mitad de su mandato, el mandatario goza del respaldo del 64% de la ciudadanía, según una encuesta de CID Gallup, más que sus antecesores.

Y dijo que no le quitan el sueño las más de 30 denuncias en su contra ante la Fiscalía por supuestos hechos de corrupción, ni las acusaciones de hostigamiento a la prensa que ha hecho el Departamento de Estado de Estados Unidos y la Sociedad Interamericana de Prensa.

«Yo no he violado la ley nunca hasta donde yo sé, duermo como un bebé», afirmó el presidente.

Pese a la dificultad para hacer reformas con un Congreso que rechaza sus proyectos, Chaves indicó que en los dos años que restan de mandato buscará dejar en Costa Rica un «legado valioso».

Entre las reformas que impulsa figuran proyectos para reducir la burocracia en los contratos de obras públicas, reformar la Caja Costarricense del Seguro Social, vender el Banco de Costa Rica y endurecer las penas para combatir al crimen organizado y el narcotráfico.

«Al final de mi administración, le pido a Dios que se mantenga lo que ha ocurrido hasta ahora. Un pueblo que se despertó» ante un inmovilismo de décadas. «Si eso ocurre, me voy a morir tranquilo algún día con una sonrisa», concluyó.

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