El director de Amnistía Internacional Venezuela, Marcos Gómez, quiere como tantos venezolanos que el país salga adelante. Mientras el chavismo piensa en su supervivencia, hay una mayoría que indica en las encuestas su voluntad de cambio para las elecciones del 28 de julio.
Lo que ve en cambio es una regresión, comenzando por los derechos humanos, su especialidad, en un marco de represión en la que el chavismo siempre se supera. Más todavía en un año electoral cuando por primera vez en mucho tiempo el gobierno de Nicolás Maduro ve de cerca la puerta de salida. Y quiere dejarla cerrada. Para siempre, si es posible.
De visita en Buenos Aires, Gómez relató a La Nación el cambiante e ingenioso sistema represivo que el chavismo, forzado por las circunstancias, elevó todavía a un nivel, a su manera, superlativo.
“Quiere mostrar que es capaz de mantener el poder como sea”, dijo el venezolano sobre una de las acciones más aberrantes atribuidas al chavismo, el asesinato en Chile del militar disidente Ronald Ojeda, pero aplicable a todo el sistema.
—¿Cómo ve a Venezuela en esta recta final electoral, desde el punto de vista de los derechos humanos?
—Bueno, lo que nos compete a nosotros es la sociedad civil, el ciudadano que se relaciona con el poder y los que aspiran a ser parte del poder, y en ese sentido una señal muy negativa que se ha registrado es el ataque hacia las organizaciones de esa sociedad civil. Ha habido detenciones por el chavismo de activistas relevantes, expulsiones, y se está por sancionar dos nuevas leyes que son otras dos formas de limitar a las organizaciones y las voces críticas.
—¿Y por el lado del costo de vida, de la economía?
—En lo económico, por el alivio que había dado Estados Unidos hace dos años a las sanciones económicas, el país pareció tener una especie de boom económico. Empezaron a haber carros de lujo, unas construcciones increíbles, restaurantes. Pero el boom pasó, el gasto público está detenido completamente desde el año pasado, y eso hace que lleguemos con gente muy empobrecida. Se disparó la vocación de salida del venezolano al extranjero. El asunto es la falta de perspectiva, no hay ninguna seguridad de que vas a poder comer. En otras palabras, hay hambre. Estamos en los primeros números de estadísticas de migrantes que van caminando hacia Estados Unidos vía Colombia, Panamá, y la peligrosa selva del Darién.
—Están los que se van por hambre y también los perseguidos políticos. Pero ahora tampoco están a salvo. ¿Qué hay detrás del asesinato del militar exiliado en Chile?
—Eso tiene que ver con una de nuestras grandes preocupaciones, que es la desprotección del ciudadano de la tortura, las confesiones forzadas. Se está deteniendo a personas que pasan por períodos largos de encierro, sin derecho a un juicio justo, sin abogado propio, sin acompañamiento, donde son torturadas, y de repente aparecen confesando que hicieron una serie de cosas y además involucran a otros. El nombre del militar sale de esas confesiones televisadas. Y es justo lo que hacen con los dirigentes opositores que están refugiados en la embajada argentina en Caracas. O sea, gente que después de estar detenida en aislamiento sale confesando en televisión algo que presenta la Fiscalía, diciendo que esos dirigentes eran parte de una conspiración que quería matar a Maduro.
—Total que unos venezolanos armados actuaron impunemente en Chile. ¿Eso de actuar afuera del país es algo nuevo?
—Los tentáculos no habían llegado tan lejos. Hasta ahora lo que se había visto eran capturas, sobre todo la guerrilla colombiana capturaba a gente en Colombia y se le entregaba al gobierno. Aunque también hubo presencia de saboteadores, de gente que se te aparece en otro país. Pasó en México, que estás en un evento y se te aparece alguien que se identifica como funcionario del gobierno y te echa una amenaza. Pero no había habido una acción como esta, de llegar a la tortura y la muerte de un perseguido político.
—¿Eso es algún tipo de señal? ¿Y en ese caso sería una señal hacia adentro, hacia afuera, hacia quién?
-Es una señal hacia adentro, o sea, una señal definitiva, de que te voy a perseguir hasta donde sea que te encuentres. Creo que el mensaje es que hay otras reglas del juego, que soy capaz de mantener el poder como sea.
—Volviendo al tema de los refugiados en la embajada argentina, ¿qué cree que puede pasar?
—Definitivamente no quieren darles el salvoconducto, y pues no hay forma, no se pueden subir a un auto y llegar a un aeropuerto sin salvoconducto. Lo bueno es que después de la reacción global contra lo sucedido en la embajada mexicana en Ecuador no creo que hagan algo así en Caracas. Yo descarto cualquier tipo de acción de fuerza. Pero en un momento era una de las tensiones que había, que hasta dónde van a llegar con la represión a estas personas que están ahí tratando de conseguir refugio. Nosotros apoyamos al máximo ese gesto de darles el asilo.
—La oposición viene sorteando trabas. ¿Cómo se las arregla?
-La oposición ha estado atenta desde el principio a cualquier cambio y se movió de manera muy táctica, manteniendo la duda y haciendo anuncios y designaciones de última hora. Saben que están enfrentando a un gobierno autoritario y cada cosa que hagan va a tener que ser dentro de un lapso concreto, para evitar la siguiente movida del otro lado. Y todos tienen claro que puede haber todavía más novedades de acá al 28 de julio, nuevas inhabilitaciones y demás.
—¿A qué más puede recurrir el gobierno?
—Pues son varios los temas que se juntan. Tú ves que existe un patrón represivo del chavismo que se está armando y dices, ¿hasta dónde llega? Cualquiera que sea opositor, para llegar a la presidencia va a enfrentar ese tipo de lógica, que puede involucrarlo con cualquier cosa. Puede aparecer tranquilamente algún nuevo torturado denunciando al candidato. Y hay más. Se creó todo un laberinto en el conflicto con Guyana por la región del Esequibo. El gobierno trató de aprovecharse del sentimiento de los venezolanos y está la probabilidad de una escaramuza que distraiga a la opinión pública. Eso podría suspender las elecciones. Hay todo un tablero de cosas.
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