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Diáspora literaria

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La tendencia del chavismo por el absolutismo no se queda solo en el modelo político, también lo está en el control del pensamiento de las masas, por lo que se han encargado durante años de promover todo trabajo literario que promocione su ideología política, dejando de lado grandes obras de la literatura venezolana o autores del siglo XXI que con facilidad podrían engrosar la extensa lista de escritores célebres. Muchos de ellos haciendo sus vidas en el extranjero, algunos con denuncias por la Ley contra el Odio. Lo que justifica los motivos por los que muchos escritores han ampliado sus horizontes publicando obras magistrales en el extranjero.

Mientras en España Rafael Cadenas es galardonado con el Premio Cervantes, en Venezuela el Ministerio de Cultura se encarga de pasar a segundo plano su nombre por la incomodidad que generan sus obras y opiniones, que desde mucho antes de la llegada de Chávez al poder venían prediciendo en lo que iba a devenir la “Revolución bolivariana”. Cadenas fue en su momento uno de esos insignes venezolanos que advertía que las revoluciones tienen la mala costumbre de terminar en dictaduras, una frase que le hizo ganarse el rechazo de los absolutistas, aun cuando su presencia en nuestra historia es de por sí una huella imborrable. Más ahora que España se encargó de inmortalizar sus obras, dejando un precedente histórico en la literatura venezolana, tan golpeada por los deseos del chavismo de erradicar toda obra que le adverse.

Así como Rafael Cadenas, tenemos al escritor Rodrigo Blanco Calderón, una promesa para la literatura venezolana del siglo XXI que cuenta con diversos reconocimientos otorgados en el extranjero. Blanco Calderón también es conocido por sus opiniones tajantes contra el chavismo, lo que lo llevó a ganarse el exilio. Otro autor brillante que engrosa la amplia lista de escritores que escriben sus obras en el extranjero, mientras en Venezuela muchos medios de comunicación en manos del oficialismo se encargan de ignorar sus logros y pasarlo a segundo plano. Un intento fallido de censura para un escritor que está destinado a engrosar la lista de autores célebres de Venezuela.

Un caso similar también ocurre con el escritor de novelas juveniles Juan Viale Rigo, quien fue denunciado por un diputado a la Asamblea Nacional Constituyente por la Ley del Odio, forzando su exilio a las Islas Canarias, donde parece estar consiguiendo gran notoriedad entre el público más joven con sus novelas naturalistas. Viale Rigo, quien además fue un columnista destacado en diversos medios de comunicación venezolanos, llegó a ser usado de referencia por un ensayo sobre las redes sociales en Dialnet de la Universidad de La Rioja. Mientras medios tradicionales comprados por el chavismo se niegan a hablar de sus obras por considerarlas un “caliche”, solo porque en una de ellas refleja la realidad de la juventud en Venezuela sin dejar de lado la realidad política que se vivió en 2016.

Pero la diáspora literaria no se queda ahí, es extensa, llena de historias de persecución y censura. La reconocida Karina Sainz Borgo, que viene ganando premios en el extranjero a pulso, así como Manuel Gerardo Sánchez son dos escritores que también se encuentran en el exterior cosechando éxitos, ambos reseñados en El País donde destacaron sus obras más importantes. Aún no leo el nuevo libro de Karina Sainz Borgo como para hablar con propiedad al respecto, así que hablaré de la última novela de Manuel Gerardo Sánchez, titulada En verano duele más, una de las pocas novelas LGBT que he podido leer de un autor venezolano y que considero debería tener la notoriedad que su obra amerita en un país donde poco se habla sobre estos temas. La novela narra con gran facilidad un problema complejo que es el pan de cada día de una comunidad marginada por el régimen de Maduro.

Luego de haber presentado estos ejemplos claros, se evidencia que existe una diáspora de escritores que están siendo dejados de lado por el madurismo solo por tener posiciones en su contra o relatar realidades que pueden llegar a ser incómodas para el poder político. Si bien muchos de ellos han sido sentenciados al exilio, sus obras siguen recibiendo el apoyo de los principales portales web que no le pertenecen al chavismo, llegando así a las manos de lectores venezolanos dentro y fuera del país. Lo lamentable del asunto es que sus obras solo logran llegar al país en formato digital, dejando el papel de lado. Sobre esto hablé en mi ensayo más reciente La falta de papel en Venezuela, donde abordé con más detalle cómo el chavismo viene atacando la producción literaria dentro del país.

Es claro que en Venezuela deben existir grandes escritores, muchos de ellos aún no los conocemos, no pueden haber nuevos escritores en un modelo político que se sustenta en leyes írritas para perseguirlos o censurarlos si se animan a contar alguna realidad que no les agrade. Ese es el origen de la diáspora literaria, nuestro país espera ansioso a que en un futuro no muy lejano podamos deleitarnos con todo lo que tienen para contarnos tantos escritores brillantes que no pueden publicar sus trabajos, mientras tanto, nos toca promover a quienes desde el exilio hacen un trabajo destacable para seguir sumando obras de gran envergadura para la literatura venezolana.

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