Por César Pérez Ariza
Desde que Daniel Bell diseñó el advenimiento de la Sociedad Post-Industrial a la irrupción de la Inteligencia Artificial (IA) ha pasado casi un siglo de crecimiento permanente de las tecnologías aplicadas a la comunicación. Esta forma de algoritmos endiablados, tanto denostados como ensalzados, viene preocupando al mundo de la prensa por las variables que puede introducir en las rutinas productivas de las noticias y su interpretación. Cómo todos esos avances anteriores la IA tiene luces y sombras para el periodismo actual, que está en plena adaptación a los tiempos.
¿Puede una máquina decir la verdad?
Tal vez pueda y no deba. Dependerá de lo que le marquen los que manejan los algoritmos. Que una máquina, con supuesta vida propia, redacte una información, citando fuentes y colocando en orden sujeto, verbo y predicado, pueda leerse como si lo hubiese escrito un avezado periodista, puede tener trampa o no. Y no sólo eso. La IA nos sirve audio, imágenes, referencias documentales. Un artificio tecnológico que nos presenta informaciones tal como si fueran la verdad misma escrita por la más prestigiosa redacción de un periódico legendario.
Pero, hagamos la pregunta mágica del periodismo: ¿Por qué ese artilugio tecnológico escribe lo que le dicen? En principio hay que hacer siempre esa pregunta. Periodista confiado tiene breve vida. Como toda tecnología anterior no es mala ni buena por sí. Depende del uso que le demos.
Alguien puede contestar que tal máquina sí puede llegar a la verdad. El detector de mentiras del FBI o la escopolamina que usaba la Gestapo alegremente en sus calabozos. Ambos sistemas daban resultados. Pero la IA no es eso, sino un servicio al que usas para presentar un asunto como si lo hubiera escrito uno mismo.
Al preguntarle a la misma IA sobre lo que son las ventajas y desventajas para el periodismo. Su repuesta automática es la siguiente: que ayuda a las tareas rutinarias de la sala de redacción. Descarga del diario ajetreo de transcribir, traducir; dando más tiempo para la investigación. La IA tiene una inmensa capacidad para analizar datos, tablas comparativas, cifras estadísticas, tendencias de la economía global. Puede, asegura el ingenio tecnológico, que puede detectar noticias falsas. También echa una mano para indicar las preferencias de los receptores. En resumen, redacciones más eficientes, hacer más con menos recursos.
En relación a las desventajas, la IA no miente. Los algoritmos encriptados pueden conservar y repetir sesgos que distorsionen la realidad informativa. Al descargar a los periodistas, las publicaciones podrían prescindir de parte de su personal. Una automatización excesiva puede homogeneizar las informaciones publicadas. Su poder de acumular datos podría poner en peligro la privacidad de personas y empresas. Que los Medios se vuelvan dependientes en exceso de la IA comprometería la diversidad y la creatividad narrativa de las noticias.
Las conclusiones las escribe la misma IA: “si bien la inteligencia artificial ofrece numerosas ventajas para el periodismo, también plantea desafíos significativos que deben abordarse de manera responsable para garantizar que se utilice de manera ética y efectiva en beneficio de la sociedad y la calidad del periodismo”.
¿Adelanta la IA el futuro del periodismo?
Es una ayuda para agilizar la producción de noticias, aunque no tanto en buscarlas. Las rutinas de interrogar a las fuentes no deberían ser dejada solamente a la maquinita. La agilidad que tienen los algoritmos sirve para contrastar datos. En la carrera contra el tiempo de las redacciones esta herramienta es válida. La calidad y credibilidad de los periodistas es el único prestigio que nos queda. No se le puede ceder a la IA. Seguramente sería lo fácil, pero nadie ha dicho nunca que este oficio haya sido sencillo. Apoyarse cómoda y excesivamente en la IA tiene la deriva de hacer un periodismo demasiado ligero (cool, light), según el digital estadounidense Semafor.
El periodismo, la prensa, siempre ha estado a la vanguardia de la tecnología. Desde el maestro Gutenberg a Internet hemos estado en primera línea. De la pluma a la máquina de escribir manual, de aquella a la eléctrica; al ordenador de pantalla verde, poco más que una pantalla con teclado. Finalmente, al ordenador con conexión a la Red de redes. Ahora, nos coge por sorpresa esta IA, que nos supera en velocidad. Hay que recordar a Gabriel García Márquez, quien nos decía desde su Cartagena de Indias: “No hay que decirlo antes, sino mejor”. Para eso se requiere la misma inteligencia que hemos aprendido a través del buen periodismo: Investigar y citar fuentes. Si esta IA echa una mano o dos en las rutinas productivas, bienvenida sea. Pero yo no me confiaría demasiado en sus letras vertiginosas, aunque impecables. La prensa siempre ha sabido aprovechar los saltos tecnológicos y se ha montado en esa ola con provecho. Con la IA no debería ser diferente.
Carlos Pérez-Ariza es doctor en Periodismo por UMA/España
En el enlace siguiente pueden seguir la XX Jornada Nacional de Periodismo (20/noviembre 2023). Participaron un centenar de periodistas, que debatieron acerca de los beneficios y riesgos de a IA.
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