Venezuela inmersa en la era del fomento a gran escala de los antivalores, rompe los paradigmas para mezclar el ejercicio de la política con la religión. Específicamente un sector de la iglesia evangélica fuera del contexto de la práctica religiosa, sucumbe ante la manipulación y las atractivas ofertas y beneficios que el Estado pone en el tapete para acercarlos, utilizarlos, anclarlos y comprometerlos públicamente en la promoción política y respaldo al aspirante a la reelección por el sector oficialista, responsable del caos generado por el modelo socialista que divide, controla, deprime y somete con crueldad a la población venezolana.
Si bien cada ciudadano tiene derecho a tomar la postura política que desee, quienes asumen roles de orientación espiritual y hablan en nombre del creador y viven la mayoría de ese noble oficio no pueden desvirtuarse en sus responsabilidades como pastores que dicen llamarse para manipular a sus seguidores en los templos de oración.
El propulsor de esta era oscura y triste para el país, el difunto Hugo Chávez, siempre práctico el acercamiento con el sector evangélico pero su heredero del poder lo potenció desde el año 2019. Si bien no es toda la iglesia evangélica que hace vida en Venezuela, una buena parte de ella públicamente ha mostrado su agrado, disposición y aceptación de hacer causa común con la revolución bolivariana a cambio de beneficios, que incluso han sido anunciados al país por todos los medios de comunicación.
Al hablar de beneficios podemos enumerar algunos de ellos: asegura el vocero oficial de Miraflores que el gobierno ha intervenido y recuperado 2.500 iglesias, ha censado a más de 13.915 pastores para “apoyarlos, ayudarlos y acompañarlos”. Anunció recientemente que 20.000 nuevos pastores evangélicos recibirán el bono ”El buen pastor” que desde el año 2023 asigna su administración alcanzando a esta fecha la suma de 40.000 beneficiarios. Ordenó beneficios arancelarios para el registro de iglesias evangélicas ante el Saren, que superen la burocracia, que por cierto reconoce, que sufren las iglesias frente al Ministerio de Interior y Justicia. Ordenó al presidente de Conatel, dar todo el apoyo para la radiodifusión de esta actividad cristiana quizás en un futuro condicionada, a esta relación antagónica a la práctica religiosa, fundamentada en la palabra de Dios que en ningún capítulo o versículo avala la distorsión y manipulación de quienes claman ayuda espiritual y convergen erróneamente frente a líderes que desvían su vocación, razón de ser y de existir.
La puesta en marcha del plan Mi Iglesia Bien Equipada es sin duda un elemento atractivo e importantísimo para captar estas almas susceptibles que como todos los venezolanos viven y se desempeñan entre carencias y dificultades.
Es importante resaltar y reconocer que, en cualquier país normal, un programa de ayuda que busque el beneficio colectivo es bien recibido, siempre y cuando sea igual para todos, persiguiendo intereses nobles, pero en este caso se ejecuta, aplica y beneficia a quienes aceptan los designios y condiciones de quienes fungen como benefactores, que a todas luces aplican el viejo adagio que dice “manos que dan recibir quieren”.
Grandes sectores sociales del país están siendo infiltrados infructuosa y fallidamente por la oferta electoral oficialista y en el caso que hoy nos ocupa, la iglesia evangélica, le ha abierto las puertas con gozo, regocijo y bendiciones sin ninguna resistencia, que enaltezca los valores éticos y morales propios y necesarios de la práctica religiosa.
Escuchar al líder de la revolución y candidato oficialista, acompañado en esta oportunidad de Drácula como se autodenomina el gobernador de Carabobo, asegurar que reunió en ese estado a más de 17.000 pastores evangélicos provenientes de todos los estados del país es un signo preocupante. En primer lugar, las gráficas no avalan esta cifra y aseveración oficial. En segundo lugar, su preferencia personal por la práctica y relación con los evangélicos y todos los beneficios que les ofrece, con dinero de todos los venezolanos, en una relación cuestionable, plantan y marcan una discriminación abierta a la mayoría de los venezolanos que son católicos, que observan con asombro esta práctica aberrante y comprometedora, en un momento en que el país clama un cambio y no son precisamente los pastores evangélicos a que hacemos mención los que están dando el ejemplo, la debilidad institucional se hace presente para exponerse razonablemente al escarnio público.
La desigualdad sigue estando presente y continúa su inserción y crecimiento amorfo en la sociedad. Los sectores religiosos son los llamados a fomentar el equilibrio, la igualdad social y por supuesto el bienestar espiritual. Un grupo de un sector religioso no puede seguir comprometiendo a todos sus iguales. La recomendación es que dejen la prédica pastoral y se inserten en la práctica política, actuar de manera dual está demostrado que no les ha resultado y los ejemplos están a la vista. El país requiere de un alto nivel de responsabilidad en el direccionamiento y organización de la sociedad y a quienes hoy le dedicamos estas líneas están procurando crear un contra peso que desequilibre y vulnere la voluntad mayoritaria del país. Muchos de estos pastores actúan así porque no conocen el orden político de Dios consignado en el Antiguo Testamento. Evidentemente por deficiencias profundas en su formación.
Si la intención de la era socialista fuera hacer un verdadero aporte a las iglesias evangélicas podrían diseñar un plan de construcción de universidades, colegios e instituciones benéficas de gran nivel que contribuyan con el desarrollo de la nación. Sentirse apoyado y entregarse por algunas prebendas de poca monta es simplemente intrascendente y una gran inmoralidad.
La fe está puesta en Dios, la Virgen María y todos los santos. Para quienes no se han dado cuenta, en todos los rincones del país la gente habla de una lucha del bien contra el mal. Señores pastores y pastoras, ya saben ustedes de qué bando se han colocado. Tienen tiempo para reflexionar. Dios los perdone, y prontamente les guíe y alumbre el camino para reencontrarse y finalmente puedan favorecer y no seguir desmejorando las condiciones deplorables en que subsiste amargamente, el agobiado y noble pueblo venezolano.
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