La inteligencia es un concepto no exclusivo de los seres humanos, como comentamos no hace mucho, por lo que la llamada Inteligencia Artificial no supone una sustitución, una cambio de paradigma, una revolución. Sin embargo, es evidente que desde siempre, y especialmente desde la Revolución Industrial, hemos creado herramientas que han ido sustituyendo actividades humanas. La revolución tecnológica de los últimos siglos ha conseguido que las máquinas nos superen en actividad física y ya quedan pocas actividades (y quedarán cada vez menos) en las que la fuerza humana sea imprescindible. La IA puede suponer que creemos máquinas que nos superen a nivel cognitivo, algo que parecía impensable. La pregunta que se nos plantea es peliaguda: ¿los seres humanos tenemos capacidades únicas para determinadas labores como la intuición o a lo que llamamos así no deja de ser un reconocimiento de patrones que una máquina bien programada puede superar?
Pensemos en un detective y en una IA, ambos con todos los datos sobre un delito. ¿Estamos seguros de que el humano seguirá siendo la mejor herramienta para la resolución del caso en, pongamos, 2050? Y si eso lo ampliamos a miles de profesiones en las que creíamos que la mente humana no sólo era imprescindible, sino que sería insuperable, nos encontramos con un cambio radical del mercado laboral. La IA tiene dos ventajas sobre el hombre: una es que se actualiza con mucha mayor rapidez ante cualquier cambio (sea legislativo o tecnológico, dependiendo de la profesión puede afectar a un abogado o un asesor fiscal pero también a un médico que puede aprender a aplicar una mejora con mucha mayor facilidad si es una IA); y otra es su capacidad de interconexión. En sistemas complejos, la planificación mediante algoritmos es, me atrevería a decir, más eficiente incluso ahora, no hace falta esperar mucho más.
Un excelente ejemplo son las pruebas con coches autónomos. Si no acaban de salir bien es porque los conductores humanos son impredecibles pero si, pongamos por caso, el 100% del parque automovilístico estuviera en manos de máquinas autónomas interconectadas (algo técnicamente posible si no ya, en pocos años) los accidentes entre autos desaparecerían quizás por completo. Si hubiera algún cambio en alguna norma o alguna actualización sobre el estado de una carretera o un incidente meteorológico, la rapidez de acceso unánime a esta información sería vital para la eficiencia. Hay otros temas posiblemente más inquietantes, como la posibilidad de que una IA, gracias a ese reconocimiento de patrones antes mencionados, sea capaz de crear manifestaciones artísticas (la música, los actores virtuales, incluso los guiones de comedias) que superen a las de los humanos, como ya ha pasado por ejemplo con el ajedrez, donde los mejores jugadores ya no son seres vivos.
Es comprensible que este panorama asuste un poco. Ser superados cognitivamente por máquinas en un par de décadas (o menos), supone una transformación radical. Sin embargo, la humanidad ha vivido cambios radicales, drásticos y definitivos y aquí seguimos. Por de pronto, la pérdida de puestos de trabajo debido a la automatización no es ninguna novedad. No ha hecho falta la IA para eso, y no ha supuesto (contra la creencia de muchos) un aumento del desempleo, más bien al contrario el mundo está en tasas de paro históricamente muy bajas. Tampoco es nuevo que acabemos trabajando en actividades para las que no hemos sido formados. A mí nadie me enseñó a ser bróker, y menos a ser trader, tengo un hermano que estudió completa la carrera de Derecho para acabar de funcionario de prisiones, incluso tengo otro que estuvo trabajando en una profesión que se creía de futuro (era perforista, cuando las computadoras funcionaban con tarjetas) y apenas duró unos años porque las previsiones se equivocaron. Cuando yo pienso en el futuro del mercado laboral veo cambios, y los veo impredecibles, pero sobre todo no veo una exclusión humanos/IA, sino una colaboración. Por ejemplo, es posible que una máquina sea mejor cirujano que un humano pero el mantenimiento de la máquina que con tanta exactitud es capaz de operar a un paciente siguiendo las instrucciones cibernéticas, seguro que está en manos de varios humanos bien calificados. Y pienso que el postoperatorio y el cuidado de esa persona convaleciente, también.
Los cambios no son fáciles pero tenemos una ventaja: los humanos estamos acostumbrados a ellos. Y estamos notando los efectos de los algoritmos desde hace mucho, al fin y al cabo el de búsqueda de Google es usado por miles de millones de personas, y lleva años influyendo en nuestros hábitos de consumo. Por lo tanto, la IA, más allá de su problemática metafísica, es sobre todo un tema económico. Y hasta político, ya que los gobiernos y los parlamentos tienen mucho que decir en esta transformación y decidir si las grandes multinacionales que dominan esta tecnología deben (y pueden) tener algo que decir sobre su utilización, límites, intolerancias. Incluso si será precisa una compensación para todos aquellos que pierdan su fuente de ingresos debido a la irrupción de estos cambios, y si esta ayuda la decidirá cada gobierno o deberá ser aprobada en forma global. Resulta evidente que el mundo necesita un impulso decisivo, un cambio cualitativo drástico ya que, desde la Gran Recesión de 2007, apenas sobrevivimos merced a que nos vamos endeudando, a que traemos dinero del futuro. Esto no durará siempre. Hace falta una mejora enorme de la productividad en un mundo envejecido, en el que la población activa es cada vez menor por lo que los trabajadores debemos producir más siendo menos. Y la IA es una oportunidad única para ello… si la sabemos aprovechar.
Artículo publicado en vozpopuli.com
Noticias Relacionadas
El periodismo independiente necesita del apoyo de sus lectores para continuar y garantizar que las noticias incómodas que no quieren que leas, sigan estando a tu alcance. ¡Hoy, con tu apoyo, seguiremos trabajando arduamente por un periodismo libre de censuras!
Apoya a El Nacional