Las negociaciones caóticas para nombrar un consejo presidencial de transición en Haití se hallan en un callejón sin salida, horas después de la anulación de un voto sobre quién debía encabezar esas nuevas autoridades, mientras la población sufre a diario las consecuencias de la violencia pandillera.
El primer ministro Ariel Henry, muy cuestionado por el aumento de la inseguridad y por llegar al poder sin someterse al voto popular, aceptó ceder el mando a un «consejo presidencial de transición» hace dos semanas.
Pero ese grupo, que debe representar a las principales fuerzas políticas del país, así como al sector privado, la sociedad civil y la comunidad religiosa, no acaba de concretarse.
El lunes por la noche, los candidatos para esas nuevas autoridades, muchos de ellos elegidos a duras penas después de tensas conversaciones, tenían previsto elegir al encargado de encabezar el consejo.
Pero su reunión se aplazó después de que varios representantes del grupo se echaran atrás, indicó a la AFP uno de sus miembros bajo condición de anonimato.
En una carta enviada a sus homólogos, el representante del partido Fanmi Lavalas, Leslie Voltaire, afirmó que la elección de un presidente no era posible sin un «acuerdo político firmado por los distintos sectores».
Y cuando la composición del consejo presidencial parecía al fin completa, René Jean Jumeau, uno de los dos observadores sin derecho a voto previsto en el grupo, tiró la toalla.
«La necesidad de una acción concreta es demasiado fuerte para permanecer, impotente, en la postura del espectador», dijo en una carta Jumeau, que reclamaba poder votar.
«País bloqueado»
El consejo de transición fue anunciado el 11 de marzo tras reuniones entre los haitianos supervisadas por la Comunidad del Caribe (Caricom).
Para Gédéon Jean, que estuvo en esos encuentros como miembro de la sociedad civil, es hora de que la comunidad internacional «vuelva al trabajo» para «empujar a los actores» de Haití hacia un acuerdo.
De lo contrario, la formación de las autoridades de transición tardará «meses y meses», declaró a la AFP el director del Centro de Análisis y de Investigación en Derechos Humanos (CARDH), una ONG haitiana.
«No podemos dejar un país bloqueado (de esta manera), y realmente los actores no logran llevarse bien», insistió.
Inseguridad en Haití
La población sigue pagando un alto precio por la inestabilidad.
La directora de Unicef, Catherine Russell, advirtió este martes que la vida de «incontables niños» está en peligro como consecuencia de la crisis que asola Haití.
Y la Oficina de la ONU para la Coordinación de Asuntos Humanitarios informó de 10 casos sospechosos de cólera registrados en una escuela que sirve de refugio para personas desplazadas por la violencia.
Los tiroteos cesaron en Puerto Príncipe este martes, pero la noche anterior, los pandilleros que controlan la ciudad saquearon e incendiaron farmacias, clínicas y viviendas cercanas al Hospital Universitario Estatal, según el testimonio de tres residentes.
Ese establecimiento, el mayor hospital público del país, está fuera de servicio a causa de las bandas armadas.
Los comercios abrieron sus puertas en la capital y se han formado filas de espera en las gasolineras tras días de escasez.
La ONU prometió el año pasado una fuerza internacional para restablecer la seguridad en Haití, liderada por 1.000 policías kenianos. Pero su entrada en vigor se ha visto retrasada por una falta de financiación y la decisión de Kenia de no enviar a sus agentes hasta la instalación del consejo de transición.
Para Gédéon Jean, que considera la seguridad como un asunto prioritario, es necesario el envío de una «fuerza intermedia» a la espera de la misión de la ONU.
Esta fuerza podría ser creada por los países de la región, según él, para «intervenir, reforzar la policía nacional haitiana y frenar el avance de las pandillas».
El martes, la Casa Blanca anunció que el presidente Joe Biden había aprobado el pago de hasta 10 millones de dólares para ayudar a las fuerzas de seguridad haitianas a «proteger a los civiles y las infraestructuras vitales de los ataques de las bandas».
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