The Last of Us, The Mandalorian o Extraña forma de vida. Todos esos son títulos muy exitosos que tienen un denominador común: la presencia de Pedro Pascal. Ya sea en el cine o en la televisión, en un episodio de cincuenta minutos o en un mediometraje dirigido por Pedro Almodóvar, este intérprete chileno es capaz de trabajar en toda clase de proyectos, y siempre establece un vínculo muy fuerte con el público. Y si bien su nombre es uno de los más buscados en el Hollywood actual, la carrera de Pascal no siempre fue un lecho de rosas, como él mismo recordó en una entrevista reciente.
Hace un tiempo se viralizó una muy breve aparición de Pedro en la serie Buffy, la cazavampiros, que nadie recordaba. Era una actuación muy corta, en la que Pascal interpretaba a un vampiro que no tenía demasiada relevancia en el marco de la trama, y que en muy pocas escenas era eliminado por la heroína del título. Y aunque ese trabajo parece muy menor, la realidad es que representó un rol de coyuntura en la vida de ese intérprete.
Según reveló en una nota con Entertainment Tonight, Pascal estuvo al borde de la bancarrota total, y al respecto explicó: «Mi etapa inicial en la industria se prolongó durante quince años. Estamos hablando de dificultades para afrontar gastos como ver a un doctor, operarme, enfermarme, o pagar el alquiler». Sin embargo, en medio de ese desfavorable contexto laboral, hubo algo que lo sacó de apuros, y que tuvo que ver con un breve papel que hizo en un episodio de Buffy, la cazavampiros. De esa manera, el chileno detalló: «Tenía menos de siete dólares en mi cuenta, cuando me llegó un pago residual de Buffy, que terminó por salvarme el día».
El pago residual al que se refiere en esa frase, tiene que ver con las bonificaciones a posteriori que reciben los actores de manera anual, cada vez que el episodio en el que trabajaron se vuelve a emitir, o por las ventas en físico de ese material. De ese modo, aunque su trabajo en Buffy, la cazavampiros fue muy corto, los cheques que cobró después le permitieron ir tirando adentro de Hollywood, hasta que finalmente pudo recibir la oportunidad de nuevos papeles, con cobros mucho más jugosos. Y esa época en la que parecía no encontrar un lugar en la industria, llegó a su fin cuando en 2014, Pascal trabajó en Game of Thrones, y así comenzó una racha de un éxito detrás de otro, que ahora encuentra un punto cúlmine con su confirmación como Reed Richards, al frente de Los 4 fantásticos, el próximo gran proyecto de Marvel.
La ayuda de Sarah Paulson
Criado en San Antonio, Texas, en donde la familia se refugió tras irse de Chile huyendo de la dictadura, Pedro Pascal se mudó a Nueva York al cumplir la mayoría de edad para asistir a la Orange County High School of the Arts y la Tisch School of the Arts de la Universidad de Nueva York, en donde estudió Arte Dramático. Rápidamente se unió a un grupo de recién graduados de LaGuardia High, la célebre escuela de arte de la ciudad en donde hizo grandes amigos. «Conseguí toda una familia neoyorquina a través de ellos», contó durante una entrevista con Esquire. «Al punto de que todavía se olvidan de que en realidad no fui al secundario con ellos», agregó entre risas.
Sarah Paulson era miembro de esa familia, una aliada que encontró para compartir su pasión por el cine. «Íbamos a ver películas todo el tiempo en aquellos años y nos perdíamos mucho en ellas. Puedes rellenar los espacios en blanco sobre el porqué de eso como quieras, pero creo que había cosas de las que queríamos escapar mental, emocional y espiritualmente».
Fue en esa época que comenzó a audicionar pero sin mucha suerte. Al mismo tiempo, trabajaba como camarero en diferentes restaurantes de la ciudad. En 1999 se mudó a Los Ángeles, en donde empezó a trabajar en televisión haciendo participaciones en programas como Touched by an Angel hasta que en 2000 decidió regresar a Nueva York.
Fue en este momento que su amiga tuvo que salir al rescate. «Él ha hablado de esto públicamente», le dijo Paulson a la revista. «Había veces en que le daba el sueldo de uno de mis trabajos para que tuviera dinero para alimentarse», reveló la actriz.
En el medio, Pedro Pascal seguía intentándolo aunque cada vez estaba más preocupado por su futuro. «Mi visión era que si no tenía alguna exposición importante a los 29 años, se acababa. Estaba constantemente reajustando lo que significaba comprometer mi vida a esta profesión y renunciando a la idea que tenía de ella cuando era un niño. Había muchas buenas razones para abandonar la ilusión», reconoció el actor que finalmente no se dio por vencido y logró cambiar el rumbo de su carrera.
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