¿Cuántos secretos esconde el libro Votar es la cosa más sabrosa. Una historia electoral de Venezuela? La lista es larga, opina el periodista Juan Carlos Zapata, quien lo coordinó y publicó este diciembre de 2023. Es un libro de gran formato con más de 650 imágenes y una batería de datos impresionante, amén de los análisis y reportajes de varios autores. Ahí aparecen los secretos.
De entrada, Zapata resalta el trabajo de Armando Durán, quien se mete a fondo en la campaña de Jaime Lusinchi, y revela detalles nunca antes conocidos. Durán formaba parte de aquel equipo de campaña en 1983. Lusinchi terminó ganándole a Rafael Caldera.
También está el trabajo de Bernardo Horande sobre la noche en que Corpa, la agencia de publicidad, le dijo no a Caldera. En 1973, el presidente quería que Corpa manejara la estrategia electoral del candidato del gobierno, Lorenzo Fernández, y al plantearlo se encontró con un rotundo no de parte del presidente de Corpa. Bernardo Horande trabajaba en la agencia, y se enteró de los hechos. ¿Qué hubo detrás de la negativa? ¿Qué motivó la respuesta? Eso es lo que revela Bernardo Horande, un capítulo de la historia política y electoral, hasta hoy inédita, y todo ocurrió en una cena.
Zapata publicó en Madrid Votar es la cosa más sabrosa con el fin de contribuir al conocimiento de la historia electoral de Venezuela. Ha terminado siendo un libro de consulta obligatoria. Afiches, tarjetas, tarjetones, portadas de libros, discos. Todo suma en este relato. Hay un registro de los dichos y de las cosas escritas por los candidatos presidenciales. Hay caricaturas de los líderes políticos más representativos de una época. Aparecen los libros escritos por los analistas y políticos de distintos períodos, porque antes los políticos escribían.
Las elecciones en Venezuela
Dice Zapata que quienes habían olvidado, recordarán cada elección, y quienes no saben, se enterarán de cómo se han sucedido las elecciones. Solo el material hemerográfico, apunta Zapata, es ya un descubrimiento. En el libro se reproducen las portadas de los principales diarios que permiten visualizar cómo se desarrollaron las campañas y cómo terminaron.
Inclusive Zapata descubrió columnas de Plinio Apuleyo Mendoza muy reveladoras sobre el proceso de 1958, y una edición de Venezuela Gráfica coordinada por Gabriel García Márquez, con un texto central: Por qué ganó Betancourt.
“El libro es un paseo gráfico. Colorido. Vistoso e impactante”, señala. Y la verdad es que resulta imposible sustraerse al impacto de observar los módulos de tarjetas y tarjetones y de la propaganda. El libro arranca con las elecciones de 1947 que llevaron a Rómulo Gallegos a la presidencia y termina en las parlamentarias de 2015. De 1947 nos enteramos de quién depositó el primer voto cruzado. De los años 60 el breve relato de quién inventó la marcha o fanfarria de Venevisión con la que el canal preparaba al público para anunciar los resultados. Pero hay muchos datos, y a granel porque a Zapata le gusta jugar con los datos. Él mismo le hace una entrevista a Eduardo Fernández en la que el ex candidato de Copei revela cómo acabó su relación con Caldera. Es cruda.
El lector tiene para escoger. El profesor Aníbal Romero arroja un visión sobre los símbolos electorales. Ramón Guillermo Aveledo se adentra en el mensaje político. De Pedro Benítez e Ysrrael Camero es la secuencia histórica. Hay un atractivo relato de Francisco Suniaga sobre las campañas y Jóvito Villalba en la isla de Margarita. Elizabeth Fuentes escribe sobre cómo lloró a mares cuando Carlos Andrés Pérez ganó la presidencia la primera vez. Se revela cómo se creó la tarjeta Mi Negra en la campaña de Manuel Rosales; cuándo comenzaron las esposas de los candidatos a meterse en campaña, o qué significaba el puño de Hugo Chávez.
“Votar es la cosa más sabrosa. Una historia electoral de Venezuela, es un libro interminable”, señala Zapata. Porque no se termina de leer nunca. O tiene muchas lecturas. Puedes comenzar por un análisis, y lo cierras. Puedes ver un módulo de propaganda, y lo cierras. Y más tarde, o días después, puedes seguir con los datos, y al cabo de leer unos cuantos, lo vuelves a cerrar. Se puede ir paso a paso. Y no es para guardarlo en una estantería sino para tenerlo en la mesa de centro en la sala de la casa. Así lo tienes a mano. Es un libro que se siente, que se oye. Es un libro interminable porque en la medida en que lo hojeas y lo lees, puedes sacar más conclusiones, y unas más evidentes que otras.
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