Si hay una oportunidad para calificar sin medias tintas al estamento gobernante que ha presidido el país durante el siglo XXI es ahora, en este 2024, cuando habrá un proceso de elecciones presidenciales manipulado a placer por los poderes públicos confiscados por el poder ejecutivo, al punto de que sus resoluciones se definen en los pasillos del palacio de Miraflores.
Luego de 25 años de gestión nos encontramos ante el dilema de sufrir la definitiva entronización de una dictadura o la transición hacia una primavera en democracia como lo vivió la historia nacional en el año 1936. En definitiva, no hay mañana, es el momento de ¡hablar ahora o callar para siempre!
Algunos pudieran preguntarse ¿en qué se basa el articulista para proferir tamaña afirmación, ante la actitud del régimen de aferrarse al poder hasta morir? En la naturaleza de sus entrañas, de sus macabros aliados y en la crueldad infinita de implantar como política de Estado el terror, el asesinato, el acoso y la persecución implacable al ciudadano. Ello no significa que sea imposible vencerlos, si hay posibilidades y la historia de pueblos libertarios lo ha demostrado.
El tufillo que se desprende de quienes creen que se dará un proceso electoral medianamente con posibilidades de desalojarlos del poder, peca de ingenuidad como si se tratara del ejercicio de unas fiestas patronales, coincide con creer que en sus resultados solo influyen las variables del entorno nacional. Eso sería un error garrafal.
El accionar de la tiranía madurista no depende de las bravuconadas del mandatario nacional, se desprende de tres ámbitos. El primero: el acérrimo sostén proveniente de las dictaduras de Rusia, China, Irán, Bielorrusia, Turquía, Siria y Corea del Norte, siendo en su mayoría fuente financiera, tecnológica y armamentística a su gestión, siendo la contraprestación del régimen entregar nuestra soberanía nacional y ser el alfil del eje global del mal en América Latina.
Al mismo tiempo estas satrapías comparten como políticas el rechazo a los valores democráticos, los derechos humanos, la libertad de expresión, caracterizados por la manipulación absoluta de los procesos electorales convertidos estos en solo una caricatura para mantenerse en el poder; como muestra, Putin lleva 25 años y se reserva la reelección indefinida ahora el 15/03/2024 hasta el 2036. Xi Jinping inicia su gestión en 2013 y se garantizó el mandato hasta 1936. Aleksandr Lukashenko gobierna desde 1994 hasta el presente, Kim Jong-un representa una dinastía hereditaria que oprime Norcorea desde 1949. Los ayatolá de Irán desde 1979, en fin, todas este museo criminal no por casualidad tiene como fuente ideológica el estalinismo por una parte y por otra el islamismo radical y su odio visceral al Occidente.
El segundo ámbito transcurre en América Latina, en el seno de las coaliciones del Foro de Sao Paulo y el Grupo de Puebla, de cuya composición los más destacados son Brasil bajo la gestión de Lula da Silva, Gustavo Petro en Colombia y López Obrador en México, cuya política es ignorar las violaciones de derechos humanos de Maduro condenadas por la CPI, desconocer la decisión de las primarias al elegirse a María Corina Machado como la legítima candidata presidencial opositora. Se debe destacar que el gobierno de Chile de Gabriel Boric y el Frente Amplio de Uruguay han marcado distancia frente a las tropelías de Maduro.
El tercer ámbito es el identificado como el de los “piratas del Caribe”, del cual Maduro forma parte, junto con Cuba y Nicaragua, cuyas calificaciones de dictaduras son inobjetables al resaltarlas como las únicas existentes en el continente.
Finalmente, a pesar de la maraña de intereses que atan al chavomadurismo a las cavernas de la historia, éste puede ser derrotado, pero para ello es fundamental reconocer al adversario y acordar una agenda de la unidad que parta de la decisión popular de haber elegido una candidata presidencial y en torno a MCM definir los próximos pasos ante las emboscadas del régimen hoy despreciado por la mayoría de los venezolanos.
La orientación crucial se define en lograr torcerle el brazo a la tiranía por la vía democrática, la presión internacional y las movilizaciones a lo largo y ancho del país, abriendo del camino al cambio que nos permita por primera vez ingresar al siglo XXI de la prosperidad, la vida digna y la democracia.
Lograr estos objetivos implica que la oposición situada alrededor de la Plataforma Unitaria y sus alrededores aprenda de sus errores y le juegue limpio al pais, escuche el veredicto popular de las primarias y no traicione las esperanzas de cambio de la población.
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