Algo pasa en los círculos de poder en Venezuela. Los errores de Maduro y su séquito de mafiosos –incluyendo su esposa– que le han dado un nuevo aire a la oposición y los ha debilitado los lleva a cometer errores que poco a poco les costarán más.
El último fue el secuestro de Rocío San Miguel y su hija en el aeropuerto de Maiquetía. Las desaparecieron primero y luego sindicaron a Rocío de ser parte de una conspiración contra Maduro que no tiene pies ni cabeza. Pero este secuestro, no se puede llamar decisión judicial pues allá la justicia hace lo que los mafiosos en el poder les dicen que hagan, deja muchos mensajes sobre lo que está pasando en ese país.
El primero es la sevicia con que actuaron. Capturaron a dos familiares, al padre de su hija, a su última pareja y a ella y su hija. Todos fueron liberados menos la última pareja y ella que entran en círculo vicioso de torturas en la DGCIM y en el Helicoide donde él y ella, respectivamente, quedaron capturados.
¿La razón? Hay varias, pero la primera es mandarle un mensaje a María Corina: vamos por usted y por su familia y si cree que está segura mire lo que le pasó a esta mujer. Es una operación psicológica de amedrentamiento, lo que demuestra sin duda el temor que ya le tienen a esa mujer valiente que se ha convertido en la esperanza de Venezuela.
Rocío San Miguel es una académica y defensora de derechos humanos, presidenta de una ONG, Control Ciudadano, y una de las personas con las mejores fuentes dentro de los militares durante décadas. Ella escribió y comentó en medios académicos sobre la crítica situación de las Fuerzas Armadas durante años y esa es otra de las razones para arrestarla y mandar otro mensaje. Esta vez a los militares que sin duda son a quienes más le temen Maduro y su corte de criminales.
Este temor crece todos los días porque sin duda hoy hay un consenso en las Fuerzas Armadas venezolanas sobre dos materias. Primero, la responsabilidad de Maduro y su mafia en la casi inevitable pérdida del Esequibo, que es un tema que está en el ADN de todos los venezolanos. El desastre del referéndum sobre el Esequibo en el que nadie votó solo confirmó lo que sienten esos militares.
La segunda es el hastío con la imposición de los mandos cubanos –si, aún hay nacionalismo en las Fuerzas Armadas– y sobre todo con el desastre económico e inutilidad del gobierno para mejorar la situación económica que tiene a la gran mayoría de miembros de estas fuerzas y de sus familias en una pobreza brutal igual a la de millones de ciudadanos.
Esa paranoia con el real sentimiento de insatisfacción en las Fuerzas Armadas los lleva a tratar de mostrar poder y capacidad de represión para desincentivar cualquier acto de rebeldía e imponer sumisión. El bárbaro arresto de Rocío San Miguel supuestamente manda este mensaje, pero la verdad muestra más una paranoia dentro de la secta mafiosa que destruye a Venezuela.
Y un tercer mensaje es el de un sector de esa mafia, Padrino López y Diosdado Cabello contra el otro, el de los hermanos Rodríguez, Delcy y Jorge. Durante meses Diosdado decía en su programa que las elecciones primarias de la oposición no se iban a hacer, pero Jorge Rodríguez tenía otra idea, había que hacerlas para sacar a Alex Saab y obtener reducciones en las sanciones. Siempre pensó que esas primarias iban a ser un fracaso, por eso lo acordó con Juan González, el asesor de la Casa Blanca.
Rodríguez ganó el pulso y la verdad Diosdado quedó en ridículo, tanto así que Rodríguez ya se veía como sucesor de Maduro. Sentían que el camino –casi que con la venia de Estados Unidos– estaba abierto.
Las primarias fueron un rotundo éxito y Venezuela le mandó un mensaje claro a Maduro y su mafia, no los queremos y estamos unidos en torno a María Corina. El mensaje se consolidó con el fracaso del referendo de Esequibo pero sacaron un as de la manga, la inhabilitación de María Corina. Estados Unidos reaccionó reviviendo las sanciones en abril, a lo que Rodríguez respondió: “Yankees de mierda pónganlas ya”.
Padrino y Diosdado bajo las órdenes de los rusos y los cubanos tomaron la iniciativa para debilitar a unos Rodríguez ya maltrechos políticamente. El arresto de Rocío San Miguel hace parte de esa venganza, personal en el caso de Diosdado e institucional en el caso de Padrino.
Este secuestro de la activista de derechos humanos es apenas el principio de una reacción que no sabemos cómo va a parar, pues queda claro que hay rupturas en el seno de la mafia en el poder por un lado y el desafecto militar con ellos crece todos los días. A eso sí le temen Maduro y su séquito. Saben, como todos sabemos, que la salida de esa mafia del poder necesita a los militares que requieren de una salida para los más involucrados en negocios ilícitos en el Alto Mando.
Así las cosas, la salida de Juan González de su puesto en la Casa Blanca, entre otras por el fracaso de su estrategia frente a Venezuela, es otro eslabón de dificultades que pone a la cleptocracia mafiosa en Venezuela contra las cuerdas. Se necesitan más sanciones, más perseverancia de María Corina y la oposición y más calle para crear las condiciones de salida de esta mafia del poder.
No sabemos cuántos secuestros «judiciales» más, o algo peor, se van a necesitar para que la cuerda se rompa. Pero lo que hoy se ve, da algo de ilusión frente al futuro de Venezuela. Poca, pero peor es nada.
Artículo publicado en La Silla Rota
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