La joven Eyvi Liset Ágreda Marchena, de 22 años de edad, quien fue rociada con gasolina y quemada en un autobus en Miraflores, Perú, por un desconocido, necesitará por lo menos 10 intervenciones quirúrgicas.
Ágreda tiene afectado 60% de su cuerpo, incluido rostro, cuello y tronco. Además, tiene comprometidas las vías aéreas y se teme que luego se vean comprometidos sus riñones y su hígado.
Carlos Javier Hualpa Vacas, sería el hombre encapuchado y con lentes oscuros que echó combustible y prendió fuego a la joven cuando ella iba de regreso a su domicilio en una unidad de transporte público. Luego del brutal ataque, que dejó heridas a otras 10 personas, el agresor huyó.
Los agentes dieron con el paradero de Hualpa, luego de que la familia de Eyvi les informara que un ex compañero de trabajo la acosaba desde hace meses. Con el número de WhatsApp de este sujeto, proporcionado por la familia, se lo identificó y se inició su búsqueda.
Cuando la policía lo capturó en su domicilio, alrededor de las 10:00 am, el acusado tenía una quemadura en el brazo izquierdo. La noche anterior, el chofer del bus siniestrado dijo a las autoridades que el atacante se quemó en esa misma zona del cuerpo.
El hombre sería denunciado por los delitos de feminicidio en grado de tentativa, exposición de personas al peligro y peligro común. El penalista Mario Amoretti indicó que el acusado recibiría una pena de entre 25 y 35 años.
Episodio de acoso
De acuerdo con los familiares de Eyvi, ella conoció al presunto agresor hace cuatro años en su anterior centro de trabajo. Entablaron una amistad, pero luego esta relación degeneró en acoso. La policía indica que, hace tres semanas, Eyvi pidió que la esperaran en la puerta de su casa en Chorrillos debido a que un mototaxi la estaba persiguiendo. En ese vehículo, según la hermana de la joven, estaba Hualpa, quien llevaba capucha y polera, al igual que el sujeto que atacó el bus.
Wilson Hernández, investigador especializado en seguridad ciudadana y violencia contra la mujer de la Universidad de Lima, explica que las conductas de acoso son variables que predicen la ocurrencia de un feminicidio.
“Es una señal de alerta, pero también existen factores estructurales que permiten que haya mayor incidencia de feminicidio en una sociedad. Por ejemplo, que la violencia contra la mujer esté normalizada”, indica.
El especialista añade que la ferocidad del ataque en plena vía pública es una muestra de la sensación de impunidad con la que actuó el agresor.
Su madre, Paula Marchena, pidió a las autoridades que no dejen libre a Hualpa. “Que no salga a la calle, por favor. Quizá mañana hará lo mismo con otra persona”, dijo ayer en el terminal de buses antes de partir desde su natal Jaén hacia Lima, para estar al lado de su hija que lucha por sobrevivir.
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