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Confío en María Corina

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Parlamento Europeo condenó ataques a María Corina Machado y pide endurecer sanciones

Foto AFP

La decisión de mantener el veto a la candidatura presidencial de María Corina (MCM), la Furia Bolivariana, el manejo ventajista del cronograma electoral, el desconocimiento de los acuerdos de Barbados son indicios de una vuelta de tuerca más del régimen en su empeño por impedir el libre ejercicio de la voluntad ciudadana.

Esa deriva tiránica es consecuencia de la decisión del chavismo expresada en palabras de Maduro de “Ganar por las buenas o por las malas”. Por lo que están haciendo es claramente por las malas porque por las buenas luce improbable.

Es prematuro afirmar el definitivo decantamiento del chavismo por el formato nicaragüense (versión endógena), también puede tratarse de enseñar los dientes para elevar la apuesta en un proceso de negociación todavía no cancelado. En todo caso, la impunidad de Ortega es un ejemplo perverso para los mandantes de aquí.

El principal objetivo estratégico es evitar una candidatura unitaria de la oposición democrática con la capacidad de representar los deseos mayoritarios de cambio como lo es la que encarna MCM y colocar a ese sector en “el callejón sin salida” de no tener fórmula unitaria. Para materializar ese escenario trabajan alineados todos los poderes nacionales del Estado, que de concretarse supondría el triunfo electoral de Maduro desde los meros prolegómenos de la contienda porque las demás candidaturas en liza son tributarias del proyecto Maduro 2030.

La oposición democrática, su líder (y candidata presidencial), los aliados internacionales  han reaccionado de forma conveniente: denunciado por ilegal y ventajista las acciones referidas, ratificado la candidatura salida de la primaria, así como a presionar desde distintos escenarios y acciones para tratar de revertir esos actos. Es conveniente registrar una carencia importante, la ausencia de presión activa de la ciudadanía. Déficit que puede resultar clave para el resultado de las mismas.

Dicho lo anterior, es necesario registrar que la oposición democrática enfrenta un reto complicado. Su resolución favorable pasa por una lectura acertada y realista, sí, realista (aunque a algunos por exceso de celo no les gusta ese recordatorio) de su capacidad de hacer los movimientos convenientes para superar el escollo del veto e inclinar a su favor el contexto político de cara a los comicios presidenciales.

La ausencia de una candidatura unitaria de las fuerzas democráticas será el cementerio de las posibilidades reales de cambio político. Y esa ausencia tiene probabilidades de concretarse.

Reivindico el derecho de quienes creen conveniente alertar sobre lo anterior y formular cursos de acción y alternativas para superarlo. La magnitud del problema, sus efectos, consecuencias sobre el futuro del país lo estimulan. El sector democrático no puede cometer la incongruencia de alentar la autocensura. Una cosa es la opinión pública, otra los responsables de formular, conducir la estrategia y las tácticas para enfrentar y superar el reto (la líder y quienes la acompañan en las labores de dirección) quienes sí están obligados a no debatirla públicamente ni develarlas.

Confío en el liderazgo de María Corina para hacer todo lo necesario para que las fuerzas democráticas puedan aprovechar la ventana de oportunidades que ofrecen las elecciones presidenciales para abrir paso al cambio político. No la veo incurriendo en los errores de cálculo, priorizando intereses parciales sobre los nacionales y otros  errores no provocados que sepultaron la capacidad de representación de quienes detentaron, hasta hace poco, la hegemonía en el campo democrático.

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