Este fin de semana, Caracas no tuvo nada que envidiarle a Londres, San Francisco o Nueva York. La celebración organizada por el Club Social Chino de El Bosque podía competir con la de sus barrios chinos o Chinatowns, construcciones sociales y de imaginarios culturales, sinónimos de acervo y tradición. A pesar de no ser grande ni ocupar diversas cuadras como en otras ciudades del mundo, logró concentrar a miles de caraqueños en las principales avenidas de la urbanización y así darle inicio a una de sus fiestas más importantes en el calendario: el Año Nuevo Chino.
El pronóstico del tiempo no era favorable. Llovía desde la madrugada y sin esperanza de escampar. Cuenta una leyenda china que cuando el cielo se encapota, los dragones atraviesan las nubes para dejar caer la lluvia, y agotan el viento para que los tigres salten. Si de creer en leyendas se trata, lo que ocurría vaticinaba entonces una bendición. Los dioses hablaban y la comunidad china en la capital, a pesar de una posible vaguada, los escucharía.
Así pues, este 10 de febrero, la avenida principal, y adyacentes como La Gloria y del Golf, sirvieron de escenario para la Expoferia del Año Nuevo del Dragón, un espacio donde gran número de asistentes disfrutaron de calles atestadas de linternas chinas –voladoras, colgantes y flotantes–, kioscos que mostraban productos tradicionales como cerámicas, vestidos de seda, artesanías, lecturas y caligrafías, y un club con ofertas gastronómicas encabezadas por el típico cerdo asado que fue repartido en pedacitos entre los asistentes. Hubo también exposición de tecnología, exhibiciones de artes marciales y actividades culturales como la presentación de una orquesta tradicional y algunos actos de colegios chinos referentes en el país.
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El magnetismo del dragón
Desde hace décadas, en la urbanización El Bosque, entre mercaditos, restaurantes y la fundación de una pequeña comunidad autóctona, se erige la cultura china como en ningún otro espacio de la ciudad. Por esta razón, tuvo lugar allí la esperada Fiesta de la Primavera, como también se le conoce a la celebración.
«Esta fiesta es un símbolo de la unidad, prosperidad y esperanzas para un mejor futuro», declaró el embajador de la República Popular China en Venezuela, Lan Hu, durante una pequeña declaración antes de darle inicio al cronograma previsto.
“Está fiesta ha contribuido al intercambio cultural y a fortalecer las relaciones entre nuestro país y Venezuela”
Dándole la bienvenida a los asistentes, en presencia de la viceministra de Relaciones Exteriores, Daniela Rodríguez; el defensor del pueblo, Alfredo José Ruiz Angulo, algunos representantes del Tribunal Supremo del régimen y organismos públicos, la ceremonia comenzó al ritmo de grandes tagu o tambores típicos chinos, y un gran grupo de personas ataviadas con trajes típicos, en color dorado y rojo, que salieron del Club Social en medio de bailarines que les daban vida a los tradicionales leones chinos.
«Es un ritual de buena fortuna», señalaban conocedores de la cultura quienes seguían a las enormes figuras entre el público abriéndose paso en la avenida. Ese sería el abreboca de la tan esperada danza del dragón.
No uno, sino dos. Tan antagónicos como semejantes; tan yin como yang. Uno rojo y otro dorado, aparecieron entre la gente manejados por grupos de entre 10 y 12 personas con grandes palos de bambú. De esta manera, la prosperidad, felicidad, fuerza y vigor se alzaron entre movimientos circulares exagerados que ahuyentarían los malos espíritus y se llevarían la mala suerte con ellos, según la leyenda. Los ejecutantes subían y bajaban sin descanso, dando la impresión de que el animal bailaba solo a medida que iba pasando entre la multitud.
El plan inicial de los organizadores, previendo el éxito de la puesta en escena, era que la danza se hiciera 3 veces, desde el mediodía hasta la hora de cierre pautada para las 8:00 pm. Sin embargo, fue tanta la euforia causada, sobre todo entre los niños, que no menos de una decena se tuvo que repetir el acto. «El año pasado no pudimos venir a celebrar el Año Nuevo porque desde la pandemia fueron muy precavidos con el tema de grandes fiestas en el Club Social», señaló una de las asistentes, María Elena Jardín, amante de la cultura y asidua a la celebración de estas fechas. «Estoy feliz de que este año hayan vuelto a hacerlo, ¡y de qué manera! Esto es hermoso».
Año Nuevo que perdure en el tiempo
María Gabriela Suárez sabía de la fiesta de Año Nuevo Chino en Caracas. De hecho, se mantenía al tanto de las actividades del Club Social Chino en sus redes sociales, pero nunca había tenido la oportunidad de ir.
Como «vibrante y muy bonita» calificó la celebración. Destacó que la música y la comida, refiriéndose al cerdo, joya gastronómica que repartieron gratis entre cientos de personas que hicieron largas colas para probarlo, fue lo que más disfrutó. «Es un enriquecimiento de la cultura china que muchos países deberían adoptar. Es maravilloso de ver y saborear. De descubrir. Ojalá se mantenga», dijo.
En el ínterin, muchos jóvenes iban y venían entre los diversos stands que se levantaban en las aceras, descubriendo una a una diversas facetas de la cultura. Caminaban y preguntaban interesados en la lectura típica de las historietas chinas, las milenarias espadas Jian o Dao, o el arte de la caligrafía, ofrecida por un experto que en hojas escribía con los hanzi -caracteres chinos- las palabras «Bendición” y “Prosperidad” para obsequiar.
Se les veía contentos, tomándose fotos con las manos cargadas del típico bubble tea o té de burbujas, una bebida dulce que puede contener leche o jugo de frutas y que se mezcla con bolitas de tapioca gomosas a las que se les conoce como perlas, burbujas o bobas. Muy instagrameables.
Puestos especializados en panadería asiática, cine a cielo abierto, espacios dedicados a costosas cerámicas que no bajaban de los 100 dólares por pieza, máscaras estilo mengu –usadas por las dinastías–, y hasta una zona tecnológica para disfrutar de automóviles creados en China y traídos, en primicia, para vender en Venezuela, también fueron zonas concurridas, sobre todo entre los adultos.
El final, además de la danza del dragón, fue lo más esperado de ese sábado. Pasadas las 8:00 pm y luego de 10 horas de actividades, un espectáculo de fuegos artificiales, de alrededor 15 minutos, cerraría, por el día, la celebración del Año Nuevo Chino. De esta manera, el cielo se tiñó de brillantes rojos, verdes, azules y amarillos. Este domingo se será el cierre del Año Nuevo del Dragón en el Club Social Chino con muchas más degustaciones gastronómicas, música y exhibiciones.
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