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EE UU debe salvar el proceso de Barbados porque eso nos llevará a la normalización democrática

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Foto AFP

Hace unos días, como parte de los Acuerdos de Barbados, varios opositores al actual gobierno fuimos parcialmente habilitados. Dos de nosotros no recibieron la medida cautelar.

Quiero lamentar el mantenimiento de la inhabilitación a Henrique Capriles, quien se ha mantenido defendiendo la ruta electoral y un cambio sin retaliaciones. Quiero suscribir las palabras sobre la Dra. María Corina Machado, dirigidas por el Dr. Gerardo Blyde a la contraparte en la mesa de negociación, sobre que, aunque se niegue la medida cautelar de habilitación, debería permitírsele al menos un juicio.

Es bueno recordar que hemos llegado a una negociación porque la política acabó con el todo o nada, el ellos o nosotros, el patria o muerte. Toda esa gramática del odio y la descalificación nos trajo a una situación terrible, comprometiendo la credibilidad de las instituciones, los políticos y la estabilidad económica. No es injustificada la imagen de desprestigio que tiene la política; si la gente odia a los políticos, por algo será. El saldo es abrumador.

Ahora bien, Venezuela necesita una normalización, salir de esta situación y de este modelo colectivista que fracasó. Y lo que pueda ayudar a ello no es una persona, sino un proceso como el de México y Barbados.

Fui inhabilitado en plenas negociaciones de México. Y nada se pudo hacer en esa oportunidad, incluso cuando el Dr. Gerardo Blyde y Tomás Guanipa hablaron con la contraparte. No salí atacando a México; al contrario, viajé y apoyé la Cumbre de Bogotá para volver a la negociación. Lo importante era el proceso, porque es el proceso de diálogo el que nos va a devolver la normalización democrática, no un candidato.

El pasado 5 de febrero fui a la Asamblea Nacional atendiendo una invitación del presidente de la AN, Jorge Rodríguez, que llamaba a discutir, dialogar sobre una fecha electoral. ¿Por qué fui? Lo hice porque desde las gradas no se hacen los cambios y me permitía formalizar, como en efecto lo hice, mi petición de que se cumpliera la fecha mínima acordada en Barbados.

Estuvimos ahí porque había una ventana para impulsar un cambio dialogado y pacífico en nuestro país.

El conflicto que atraviesa el país es de naturaleza política y su solución es política. Un mal servicio le haríamos al posible rescate de la  normalización democrática si centramos nuestro discurso electoral en la amenaza o en la retaliación, porque eso llevaría a todos los factores de vuelta a las trincheras, a las estridencias de lado y lado que han aflorado en los últimos días. La mesa de negociación quedaría desierta. Y ya sabemos quiénes se benefician de las medidas de fuerza en Venezuela. Estamos hablando de política, que ojalá fuera matemática, pero es política, y esa es la vía para salir del abismo.

La democracia depende hoy de nuestra lucha para minimizar las circunstancias adversas que enfrentamos.

Soy venezolano, agente de los intereses de mi país y amante del progreso de él. Por eso sé que nuestro socio comercial histórico es Estados Unidos.

Por tanto, quiero ser muy claro en lo siguiente: el gobierno de Estados Unidos ha anunciado retomar sanciones económicas.

Las sanciones al país no funcionan. No funcionaron. Lo que estaba haciendo Estados Unidos no funcionaba. La gente era más pobre y el presidente Maduro más fuerte, porque él asistía a 11 millones de personas con subsidios y la oposición solo pedía más restricciones. La gente terminó culpándonos a nosotros de su tragedia y no al modelo socialista.

Debemos tener el valor de reconocer esa verdad. Una política de aislamiento diseñada para la Guerra Fría o para Cuba no tiene mucho sentido en el siglo XXI.

Volver a las sanciones no es creer en el pueblo venezolano. No son las sanciones las que cambiarán al actual gobierno, como no lo hicieron en Cuba. Es el pueblo quien lo hará.

Por tanto, Estados Unidos debe echar atrás esas amenazas, porque es verdad que el acuerdo de Barbados ha sido incumplido parcialmente, como ha dicho el Dr. Blyde. Pero se ha avanzado.

¿Vamos a sacar a Chevron de la faja petrolífera del Orinoco, el reservorio petrolero más importante de Occidente, y vamos a dejarlo solo en manos de los rusos o iraníes?

¿Vamos a dejar todo lo que hemos avanzado justo en el momento en que el gobierno quiera que echemos para atrás? Respeto a mis aliados y adversarios que piensan diferente de mí porque creo plenamente en el pluralismo político, pero yo pienso que sería un gran error no seguir avanzando.

Hay que salvar el proceso de negociación. Estados Unidos no debe  respaldar una política del todo o nada; tiene que salvar el proceso de negociación. Y en una negociación no siempre se tiene todo lo que se quiere y se pide.

Estados Unidos debe apostar por una Venezuela en paz. Porque la inestabilidad política acabó con empresas americanas como Burger King, General Motors, Ford, Mattel, Firestone, Delta Airlines y sacó a las petroleras del país. Volver a la misma política no hace bien ni allá ni aquí.

No enfrascarse en una candidatura, sino en un proceso de negociación que nos lleve a una normalización democrática. En el mismo sentido, les digo algo más que pueda ser visto como impopular. Un proceso de negociación que nos lleve a una normalización democrática va a tomar mucho tiempo.

De nada valen las promesas de una justicia transicional al gobierno mientras no exista confianza. Y recuperar una confianza perdida pasa por acciones convincentes (más que palabras y promesas), lo cual a veces requiere mucho tiempo.

Entonces, cualquier venezolano tiene el derecho de pelear por su habilitación. Hasta el último día. Nadie puede pedirle renunciar a eso.

Pero también la clase política y los que estamos habilitados tenemos que darle una posibilidad a la gente que quiere un cambio, pero sobre todo en paz.

Las transiciones exitosas se lograron concentrándose en las posibilidades y no en los obstáculos.

El “todo o nada” no existe en la Venezuela que hoy tenemos. Hay que aprovechar inteligentemente las rendijas que ofrece el gobierno para propiciar el inicio de un cambio político en el país a partir de ya. Es hora de la grandeza, de la humildad, del trabajo en equipo, de un altísimo nivel de desprendimiento personal y de responsabilidad nacional.

Hay que huirle a la tentación de sustituir al caudillo chavista por otro caudillo definido como opositor.

Por tanto, llamo a todos los habilitados recientemente a reunirnos para presentar una alternativa al país. Y no caer en la tentación de la abstención. De la violencia que solo alargará este desastre.

Y llamo al gobierno a cesar de cualquier tentación de incumplir el Acuerdo de Barbados en cuanto a la fecha electoral y que, tal como se firmó, estas elecciones se hagan en el segundo semestre de 2024, entre julio y diciembre.

Que Dios bendiga a nuestra nación y nos dé la sabiduría para triunfar.

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