Por Mariela Díaz Romero
El sábado 20 de enero, la Academia de Cine de Madrid acogió una nueva proyección del film Simón. La película venezolana escrita, dirigida y producida por Diego Vicentini cuenta con la coproducción de Marcel Rasquin y Jorge Antonio González. Está protagonizada por Christian McGaffney y un reparto de jóvenes actores como Jana Nawartschi en el rol de Melissa, Luis Alejandro Silva como Joaquín y Roberto Jaramillo como Chucho, entre otros. También hay figuras de trayectoria como Franklin Virgüez y José Ramón Barreto.
Cinco funciones se han realizado en Madrid no solo para público en general sino también para que académicos y críticos pudieran ver esta obra cinematográfica; una cinta que fue nominada, junto a una terna de filmes, como Mejor Película Iberoamericana en la 38 edición de Premios Goya.
Madrid recibió a Simón con mucha expectativa. Lo demostró el sábado 20 de enero en la noche, cuando la sala de la Academia de las Artes Cinematográficas, en la calle Zurbano, se fue llenando rápidamente de público invitado, periodistas, críticos, cineastas, influencers, tanto españoles como venezolanos. Todos querían ver Simón, pero también saludar a Vicentini y a McGaffney. Este último no dudó en calificar esta gira por España como una experiencia extraordinaria en cuanto al apoyo de la gente y al recibimiento de los espectadores. El filme, antes de ser proyectado en Madrid, fue visionado en Bilbao, A Coruña, Sevilla, Valencia y Barcelona. Además de haber sido proyectado con anterioridad en diferentes ciudades en Latinoamérica y en Estados Unidos.
Antes de iniciar la proyección, frente al público y sobre la tarima, Diego Vicentini expresó que haber realizado esta película significa para todo el equipo una amenaza de cárcel, de 10 a 20 años, por lo que estar allí representándola era casi “un milagro”, por los riesgos que eso implicaría para ellos. Hay que recordar que esta película ha sido catalogada por el gobierno de Nicolás Maduro como un documento que violaría la Ley del Odio.
Sin embargo, el apoyo dado a Simón habla más bien de una necesidad de poner en imágenes y palabras una realidad que ha azotado a más de 7,7 millones de personas, que han tenido que salir del país, lo que constituye hoy por hoy el éxodo más grande ocurrido en América Latina. Además, el hecho de haber sido seleccionada esta película por la Academia del Cine Venezolano para representar al país en los Premios Goya fue producto de un proceso democrático y libre, y esa es la única razón por la que han llegado a ese escenario, es decir, gracias a un proceso justo en el que participaron cineastas con su voto tanto fuera como dentro del país.
A pesar de las dificultades, Vicentini aseguró que ni por un momento sentía arrepentimiento de haber hecho esta película.
“Creemos en el poder del cine y en el poder de contar historias, nuestra historia”.
Las breves palabras del director dieron paso a la proyección de Simón, que narra la historia de un joven estudiante de Ingeniería quien se propone, ante la realidad del país liderado por Nicolás Maduro (sumido en la corrupción y el desatino de las políticas económicas y sociales), motivar a un grupo de compañeros para salir a las calles a protestar, con escudos de cartón y su voluntad de ver un cambio en la nación.
Si bien al inicio de la proyección se aclara que Simón es una película basada en hechos reales, la ficción fue la vía que le permitió al director contar una historia que en sí habla del dolor y del sufrimiento de una generación, y a la vez de un país, que luchó en situación de desventaja contra un régimen que hizo y hace todo lo posible por aniquilar a su adversario. Así es como el espectador conoce a un Simón que luego de ser encarcelado y torturado, junto a su mejor amigo, Chucho, al salir de la cárcel decide huir del país y solicitar asilo en Estados Unidos. Pero este no será un proceso sencillo, ya que al rememorar todo lo sucedido en las protestas para elaborar el relato ante el oficial de asilo, Simón irá tejiendo a través de flashbacks su historia de lucha y de fracaso.
Los diálogos de la película dejan al desnudo lo que cualquier venezolano podría pensar en cada una de las situaciones complejas que se presentaron ante el líder estudiantil, quien tiene que convivir con la incertidumbre, la agonía y el duelo de lo que ha tenido que dejar atrás. Y es que Simón es de alguna forma una voz que habla de la esperanza que tuvieron los jóvenes que lucharon con sus escudos de cartón, la preocupación de sus familias, pero también el fraude de una dirigencia política tanto oficial como opositora. Christian McGaffney logra en este filme dotar al personaje de credibilidad, de fuerza, de realismo y transmite la desesperación y los cambios emocionales que debe enfrentar el estudiante. Su fuerza interpretativa sin duda logra que el público establezca una fuerte empatía con Simón, que se erige como un símbolo y encarna la memoria de muchos otros: Bassil Da Costa, Génesis Carmona, Lorent Saleh… jóvenes torturados, masacrados, que han vivido la misma suerte de Simón o incluso peor, la de Chucho.
Al terminar la proyección, un público visiblemente emocionado aplaudió a los realizadores, a los actores, al director, que una vez más dio las gracias a los asistentes por su apoyo franco y certero.
El 10 de febrero se darán a conocer, en Valladolid, los ganadores de la 38 edición de los Premios Goya, que es el más renombrado galardón del cine español.
Vicentini no solo ha logrado hacer una película que es considerada la más taquillera del año 2023 en Venezuela, sino además ha sabido contar una historia reciente de máxima importancia para todos los venezolanos. Cuando empezaron a aparecen los créditos de la película, en medio del silencio de la sala oscura, Vicentini hace que aparezca el sonido más estremecedor para un venezolano fuera de su país, y es ese croar de los sapos nocturnos de las noches caraqueñas; en ese sonido frágil y reiterativo se esconde la memoria infinita de quienes, como ellos, no tienen ninguna certeza de regresar algún día al hogar de origen pero siguen soñando con esa posibilidad.
El periodismo independiente necesita del apoyo de sus lectores para continuar y garantizar que las noticias incómodas que no quieren que leas, sigan estando a tu alcance. ¡Hoy, con tu apoyo, seguiremos trabajando arduamente por un periodismo libre de censuras!
Apoya a El Nacional