Un abismo ideológico parece haberse abierto entre los hombres y las mujeres jóvenes. Según diversos estudios y encuestas sociológicas, movimientos como el Me Too o problemáticas como el acoso sexual han modificado el tablero político y social, partiendo a las nuevas generaciones en dos: ellos se han escorado hacia la derecha mientras ellas parecen cada vez más desplazadas hacia la izquierda.
Un reportaje de Financial Times («A new global gender divide is emerging») revienta el viejo axioma por el cual cada generación tendía a moverse como una sola en cuanto a ideología. Ahora parece que la llamada Generación Z es, en realidad, dos. Los hombres, a un lado, y las mujeres, en otro. Y cada vez más distanciados.
En la mayoría de países donde se está analizando este impacto se ha llegado a la misma conclusión: la brecha ideológica se ha agrandado y no parece dar marcha atrás. Si acaso, se recrudecerá.
En Estados Unidos, y tras varias décadas donde ambos sexos se repartían a partes iguales entre visiones liberales —simpatizantes del Partido Demócrata— y conservadoras —del Republicano—, ahora las mujeres de 18 a 30 años son 30 puntos porcentuales más progresistas que sus coetáneos masculinos.
En Alemania se ha experimentado también una diferencia de 30 puntos entre ambos sexos; y en Reino Unido, de 25. La tendencia en todos los casos fue siempre la misma: las mujeres en la izquierda, los hombres en la derecha.
Con la aparición del feminismo paternalista, la llegada de la inmigración y las cuestiones intrínsecas como la justicia racial, se da la circunstancia que mientras los grupos de mayor edad se mantienen igualados (y así ha sido durante décadas), la tendencia entre los jóvenes se desequilibra cada vez más.
Pero no es cosa solo de Occidente. En Corea, la situación es incluso más extrema, hasta el punto de que los sociólogos hablan de un país dividido en dos a causa de las opiniones de su juventud: las diferencias políticas e ideológicas podrían ser una de las causas por las cuales los matrimonios se han desplomado y la natalidad ha caído en picada.
Todo empezó con el Me Too
Según FT, la explosión inicial del Me Too hace siete años parece haber autoalimentado una querencia que no ha hecho más que agrandarse. Los datos de las encuestas analizadas muestran que las discrepancias ideológicas entre hombres y mujeres van más allá de esta cuestión.
Las discrepancias ideológicas no hacen más que aumentar en un contexto donde la irrupción y posterior dominio de los teléfonos inteligentes y las plataformas sociales han magnificado cualquier tipo de consecuencia. La conclusión parece desoladora: los hombres jóvenes, que se sienten amenazados, y las mujeres jóvenes, que parecen querer cobrarse alguna cuenta pendiente, lejos de estar condenados a entenderse, parecen habitar cada vez más espacios separados.
Aunque las opiniones de los jóvenes respecto a la actualidad han sido tradicionalmente pasadas muy por alto —o directamente, no tenidas en cuenta—, ahora da la sensación que este cambio podría dejar huella en las generaciones venideras por la importancia que tendrá el impacto que de él se derive en el recuento de votos. ¿Serán las mujeres y los hombres capaces de entenderse en el futuro si las diferencias de ideología en cuestiones tan sensibles como el sexo se hacen insuperables?
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