Es posible que el año que comenzamos no sea muy edificante. Baste pensar en la ya prolongada guerra ucraniana y en el debilitamiento de sus apoyos, o mejor cansancio ante la ausencia de resultados bélicos tangibles o posibilidades de paz concertada y justa, es decir, respetando la integridad física ucraniana. El gobierno de Netanyahu bombardea Gaza para cobrarle un espantoso acto terrorista de Hamás, día a día, civiles muertos ya por decenas de miles, sobre todos niños y mujeres y centenares de miles de desplazados y no parece detenerse. Desoye a medio mundo, hasta sus aliados mayores que lo llaman a cesar su cruel inclemencia, incluyendo a Estados Unidos reiteradamente. El peligro de que un conflicto u otro se expanda, quién sabe hasta cuándo y dónde, está siempre latente.
Los cálculos del cambio climático siguen siendo pesimistas, más allá del 1,5. Y se multiplican ya los fenómenos destructivos, icebergs que se derriten o mares invasores o inmensas sequías e incendios votaces aquí o allá. No es poca cosa la que está en juego, acaso la vida misma. Esperemos que se multipliquen los esfuerzos y cedan los despilfarros, sobre todo de las energías fósiles, de los países ricos o productores.
La desigualdad entre ricos y pobres ha crecido, 10% posee 50% de la riqueza y el 50% más pobre el 6%. 700 millones son pobres de solemnidad, hambrientos (ONU).
En Europa la amenaza del fascismo es creciente. Es bastante probable que países capitales como Francia sean conquistados por éste, en tal caso por la señora Le Pen. En Alemania, la gran potencia europea, el partido cuasi nazi Alternativa para Alemania supera en las encuestas al histórico partido socialdemócrata alemán, hoy en el poder. Recientemente, ha sido develado en una conspiración con los partidos inequívocamente nazis y violentistas fraguando un plan para sacar a millones de extranjeros de Alemania, incluso alemanes de origen extranjero. En España estuvo a punto de llegar al poder el derechista PP en combinación con el fascismo de Vox. En Italia, Suecia, Finlandia y Hungría la ultraderecha forma gobierno en diversas proporciones. Referencias suficientes para que la cuna de la modernidad afronte un inmenso abismo evidente. Las causas parecen claras: el rechazo racista de las migraciones africanas y árabes, las antiguas colonias que saquearon y masacraron; la creciente desigualdad de la riqueza; el temor a las nuevas identidades feministas, sexistas, religiosas, racistas…
Pero yo diría que el peligro mayor sería el triunfo electoral de esa monstruosidad que llaman Trump, y el apoyo mayoritario de los electores de la primera potencia del planeta, todavía. Podría ser el fin de muchas cosas.
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