Esto no es una hamburguesa con queso. Es posible que, aunque pretenda pegar la yema de su dedo y pasar a la siguiente imagen, la decepción le ahonde y continúe sobre este texto así, sin más. Tampoco es un video de cómo adelgazar utilizando la técnica del 18-6 conocida como ayuno intermitente, ni el atardecer idílico de una playa en la que no ha estado a la hora de los «selfies». Puede que, aun así, la cosa le moleste sobremanera e intente compulsivamente utilizar dos dedos en vez de uno para quitarse estas palabras de la vista. No esconden debajo una tía saliendo de la tarta a modo «Happy Birthday, Mr President«, ni los consejos de un adolescente hormonado que le diga dónde y cómo invertir para no ser un tieso de pedir. Me temo que tampoco es un artículo sobre las mentiras de los que trocean la Constitución ni el abismo hacia el que nos dirige la última ocurrencia de los bandidos que dirigen Silicon Valley, con sus excusas de democratizar y reventar el modo de hacer las cosas mientras se hacen millonarios a costa de empobrecer cualquier servicio que funcionaba mejor. ¿Recuerdan que era la vida antes de que Steve Jobs arruinara el mundo? El pienso de la sociedad actual, el alpiste que alimenta sus endorfinas, cuesta lo mismo que el SMI y te dura menos que la gorra ventilador de una cola para entrar en el Vaticano. La obsolescencia programada es ahora el cerebro, porque ni rige ni rula ni se puede resetear. Los jóvenes, la generación más preparada de la historia y a la par la más blandita, no es consciente de la que se les viene encima. Se los van a comer vivos y no como en la última de Bayona, sino sin ningún pudor ni esfuerzo, como quien sopla el polvo de un buen libro que se recupera para volver a cuando fue más feliz. Pero nos quieren así, lerdos, bobos, débiles y blandos. Es mucho más fácil mover así las ovejas.
Una sociedad alejada de la literatura, del pensamiento crítico, de la prosa, es una sociedad condenada a desaparecer. Hay una corriente abrumadora de personas que aluden esa chorrada de no poder competir contra los tiempos que corren. Que la gente debe entregarse a la tecnología y a la desinformación, que las noticias es mejor que te las sigan contando medios digitales que sobreviven de la publicidad institucional y que son chiringos de favores y quitas, así como un burdel digital que ha llenado el espacio de su tiempo para hacerle cada día más a su manera y menos a la nuestra. Por eso siento decepcionarles. Pero estoy convencido de que la supervivencia de nuestra especie pasa por hacerle menos caso al X, a Facebook, a Instagram, a Tik Tok y a su puta madre, y volver a encontrar en el texto sobre el papel el antídoto para que no se vuelva uno más de este lagar en el que nos estamos convirtiendo. Lea, piense, juzgue y critique, pero hágalo salvaguardando su independencia. Es lo único que le queda.
Artículo publicado en el diario ABC de España
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