En una nota que apareció a comienzos de enero en Business Insider se indicaba que la famosa cadena de hamburguesas McDonald’s estaba siendo sometida a un boicot, luego de que la organización estuviera dando miles de hamburguesas gratuitas a las fuerzas armadas israelíes, así como a hospitales y personas que se encontrasen viviendo cerca de la franja de Gaza. Todo ello, por supuesto, enmarcado dentro de los ataques terroristas que sufrió Israel el día 7 de octubre de 2023.
El artículo de Business Insider señala que, en total, se estima, que McDonald’s Israel habría dado más de 100.000 comidas, que equivaldrían a 1,3 millones de dólares, así como el otorgamiento de 50% de descuento a los miembros de las fuerzas de seguridad de Israel que visiten los locales de la casa de arcos dorados.
Ahora bien, las decisiones tomadas por McDonald’s Israel no pasaron desapercibidas, incluso dentro de la propia compañía. Por ejemplo, en el caso de McDonald’s Pakistán algunos franquiciados manifestaron su distanciamiento con la decisión de la organización en Israel. En su página web, McDonald’s Omán declara que “no tiene afiliaciones políticas o religiosas”. Más allá de lo interno, los llamados a boicot por parte de terceros, de los consumidores, han afectado el desempeño financiero de la institución.
No es la única vez que McDonald’s ha tomado este tipo de decisiones. Más recientemente, en Ecuador, a raíz de los diversos hechos violentos liderados por el crimen organizado en el país suramericano, la cadena de restaurantes también donó comidas a las fuerzas armadas ecuatorianas.
El gran punto a debatir es si este tipo de acciones constituyen o no manifestaciones de proselitismo o apoyo a determinada causa política. En lo personal, no encuentro condenable que una organización como McDonald’s contribuya con alimentos a las fuerzas del orden público de los respectivos países en los cuales desarrolla sus servicios. Adicionalmente, la compañía no se ha limitado a donar o hacer descuentos a las fuerzas de seguridad, sino que también lo ha hecho a población civil u organizaciones tales como hospitales y otros lugares que resultan cruciales dentro de conflictos armados y hechos violentos como los que se describen en Israel y Ecuador.
Habrá quien sostenga, sin embargo, que acciones de este tipo constituyen acciones que si bien no son beligerantes en sentido expreso, sí pudieran constituir la toma de posiciones frente a un conflicto armado o guerra. Este, al menos, pareciera ser parte del argumento de quienes promocionan el boicot frente a McDonald’s en el Medio Oriente, y de algunos miembros de la franquicia en países con población mayoritariamente musulmana.
Sin embargo, viene una pregunta compleja. ¿Qué deben hacer las empresas de comida ante situaciones como esta? ¿Hasta qué punto es posible guardar una neutralidad absoluta y proseguir el business as usual en territorios o espacios sometidos a profundos estados de conflicto y conmoción? Es poco realista pretender que las empresas no tomen algún tipo de medida para seguir su giro de negocios para abordar circunstancias complejas. Salvando las distancias, retos parecidos ocurrieron en la pandemia del año 2020, cuando muchas empresas se vieron obligadas a cambiar su giro de negocios e incluso desarrollar políticas que hubieran sido inimaginables en otros tiempos.
Un aspecto fundamental de acciones como las de McDonald’s en Israel y Ecuador es que la entrega de comida ha estado marcada por donaciones y actos de liberalidad. Ello, al menos, contribuye a mitigar los ataques que pudieran surgir sobre el potencial “lucro” que tendría la compañía en función de los conflictos. Sea como fuere, las acciones del gigante de las hamburguesas dan pie a un buen debate de ética empresarial. Y usted, amigo lector, ¿está de acuerdo con las acciones desarrolladas por McDonald’s?
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