En el mes de diciembre publiqué en este espacio mi artículo titulado «La Escuela Austríaca de Economía -Mi experiencia en las XIII Jornadas Aníbal Dominici-» (https://bitlysdowssl-aws.com/opinion/la-escuela-austriaca-de-economia-mi-experiencia-en-las-xiii-jornadas-anibal-dominici/).
En el referido artículo comentaba mi experiencia en las Jornadas celebradas en el mes de noviembre. Fue una descripción general y breve del evento y de mi ponencia. En este mismo artículo hice mención a los comentarios suscitados por mi ponencia por parte del Dr. Pierluigi Chiassoni.
Aunque mi intención no era replicar sus comentarios, pues ese no era el espacio adecuado para ello, mi artículo generó una respuesta del Dr. Chiassoni que me gustaría reproducir en este espacio. Reitero que mi intención no era enfocarme en sus comentarios sino en las Jornadas en general por lo que mi referencia a sus comentarios fue bastante breve y no extensamentamente argumentada.
A pesar de la diferencia de estructura entre mi artículo y la respuesta del Dr. Chiassoni, aplaudo la posibilidad de que puedan debatirse las ideas liberales, sin comillas, después de todo, de esto se trata la Academia.
Agradecida al Dr. Chiassoni por su tiempo, porque creo que el mayor respaldo a las contribuciones que yo pueda hacer desde mis espacios es la atención que estas puedan recibir, aunque no estén exentas de crítica. Por mi parte, sigo conservando mis observaciones a la postura del Dr. Chiassoni, desde las tesis de la Escuela Austríaca de Economía, la cual, como he sostenido en reiteradas oportunidades, no se limita a lo económico.
A continuación reproduzco su réplica:
«Algunas notas sobre “La Escuela Austriaca de Economía. Mi experiencia en las XIII Jornadas Aníbal Dominici” de la Doctora Andrea Isabel Rondón García
En su informe sobre las XIII Jornadas Aníbal Dominici, dedicadas al tema del “Análisis económico del derecho” y en homenaje al Doctor Humberto Romero-Muci, la Dra. Rondón García toma la ocasión para replicar a unos comentarios que me formulé relativamente a su ponencia “Notas sobre la relación entre Derecho y Economía a partir de las ideas de los pensadores liberales”.
Deseo antes que nada dar las gracias a la Dra. Rondón García por sus réplicas.
Como ella justamente afirma, no es éste el lugar para un debate que ameritaría un espacio mucho más amplio.
Sin embargo, las réplicas de la Dra. Rondón García contienen afirmaciones acerca de la relación entre derecho y mercado y las propuestas políticas de “liberales” como Ludwig von Mises, Friedrich von Hayek, y Murray Rothbard, que alientan algunas breves consideraciones.
Las voy a expresar a continuación, en aras de contribuir a proporcionar a cualquier persona interesada la posibilidad de formarse una visión quizás un poco más clara en propósito.
1. ¿Cuál liberalismo? Pensadores como von Mises, von Hayek, y Rothbard se presentan, y son habitualmente presentados, como “liberales”.
Cabe notar, no obstante, que ellos abogan por una forma especial de “liberalismo”. Por un liberalismo restringido, económico, que se suele también llamar “liberismo”, “laissez-faire”, o “neoliberalismo”. Lo que en efecto les interesa a estos “liberales”, es la libertad global de las empresas y la prohibición de toda regulación estatal de la economía (contraria a la supuesta autorregulación del mercado). En cambio, les interesan mucho menos las demás libertades, y, aparentemente, para nada la dignidad efectiva de todo ser humano fundada en los derechos sociales. En ocasión de su visita al general Augusto Pinochet en 1981, von Hayek esclareció su postura al respecto, con palabras que merece la pena citar: «Bueno, yo diría que, en tanto que instituciones de largo plazo, soy totalmente contrario a las dictaduras. Pero una dictatura puede ser un sistema necesario durante un período transitorio. A veces, es necesario para un país haber, durante un tiempo, una forma u otra de poder dictatorial […] es posible para un dictador gobernar de una forma liberal. Así cómo es posible para una democracia gobernar con total ausencia de liberalismo. Personalmente, prefiero un dictador liberal a un gobierno democrático que falta de liberalismo» (entrevista a El Mercurio, 12 de abril de 1981). La expresión “dictador liberal” es un oxímoron: una contradicción en términos, así como “fuego frío”. A menos que la “libertad” de que se trate sea la libertad de los operadores económicos (más bien: de aquellos que, gracias a su posición de poder industrial, comercial o financiero, pueden dictar la línea a los demás) en el marco de las relaciones económicas. Pues esta “libertad” sí, puede acompañarse sin incoherencia con la ausencia total de libertades civiles y políticas que caracteriza a las dictaduras. Lo que ocurrió en el Chile bajo el dominio del general felón, violador de derechos humanos y homicida (hablando, por supuesto, en términos estrictamente factuales).
Al liberalismo económico se opone otra forma de liberalismo. Un liberalismo más amplio, integral. No solo económico, sino ético, político y social. Esta variedad de liberalismo rechaza la idolatría del estado, así como la idolatría del mercado. Defiende la democracia “integral”: al mismo tiempo formal y sustancial, liberal y social (véase, por ejemplo, N. Bobbio, Istituzioni democratiche, 1945; L. Ferrajoli, La construcción de la democracia, 2023). Aboga por un estado de derecho constitucional que garantice, de una manera en lo posible efectiva, los derechos fundamentales de libertad y sociales de todos. En suma: cuando estamos al tanto de comprometernos con una postura “liberal”, es menester considerar que hay también esta forma y cuáles sean sus ventajas.
2. ¿Qué relación hay entre derecho y mercado? En un paso de su informe, la Dra. Rondón García sostiene, siguiendo en las huellas de los “liberales” von Mises, von Hayek y Rothbard, que, aunque su «enfoque es profundamente individualista, no se olvida de que el ser humano es un ser gregario que forma parte de una sociedad, pero que la mejor forma de trabajo cooperativo es el mercado, en el que poco tiene que decir el Derecho».
Se puede sostener, no obstante, que el derecho tiene que decir mucho acerca del mercado. Como resalta Ronald Coase (el inventor del mítico “teorema”), un mercado es un lugar donde lo que circula no son bienes y servicios, sino derechos sobre bienes y servicios. Por lo tanto, si no hay derecho – si no hay derechos reales, ni derechos personales, ni contratos, ni remedios para el caso de sus incumplimientos – no hay, ni puede haber, mercado. Todo mercado es, en suma, una institución intrínseca y estructuralmente jurídica.
Al afirmar que el derecho poco tiene que ver con “el mercado”, los “liberales” no solo parecen pasar por alto que el derecho tiene necesariamente mucho que ver, sino que pasan por alto también que hay, no ya una entidad que es “el mercado”, sino formas diferentes de mercados: clases diferentes de relaciones económicas entre vendedores y compradores de algo susceptible de un precio en dinero.
Piensen en el llamado “mercado del trabajo”. Aquí, como bien sabemos, y por supuesto simplificando mucho, sin leyes (sin derecho) que determinan el número máximo de horas para la jornada laboral, que establecen derechos inalienables al descanso semanal y a vacaciones anuales pagados, que regulan el poder de despido, que ofrecen remedios para la enfermedad y el desempleo involuntario, que protegen las trabajadoras embarazadas, y que establecen un mínimo de remuneración adecuado a garantizar una existencia libre y decente, para la grandísima mayoría de los empleados solo existiría la “libertad” de acatar con los deseos sin límites de los empleadores.
3. Los “liberales”, la política y el Estado. «Los liberales – afirma la Dra. Rondón García – no echan de menos la política, al contrario, es una constante preocupación y forma parte de las reflexiones las advertencias sobre la concentración de poder; el permitir una mayor participación de los ciudadanos en los asuntos públicos; en limitar el poder del Estado (no desaparecerlo); formar ciudadanos y no esclavos; etc.».
Cabe notar, no obstante, que los “liberales” se preocupan básicamente por el poder público, estatal (contrario al mercado), pasando por alto los abusos de los poderes económicos privados. Su línea política se caracteriza por una marcada estado-fobia (como resaltó Michel Foucault en sus lecciones al Collège de France de 1981-82: Naissance de la biopolitique). Ellos no admiten vías intermedias entre el estado totalitario, por un lado, y el estado guardián nocturno, por el otro. Por razones ideológicas, disfrazadas empero de teóricas (y en punto teórico, falsas), consideran el estado de derecho democrático y social como una peligrosa etapa en la pendiente resbaladiza que conduciría fatalmente a la “servidumbre”. Reducen, pues, la política a criada “del mercado”, proponiendo que sea gestionada por profesionales formados en los dogmas de la economía austro-neoclásica. Abogan así por la destrucción de todo respaldo público a favor de los que, aun gozando formalmente de iguales derechos, están en posición de desventaja fáctico (los socialmente débiles). En suma, al par de Trasímaco en la República de Platón, los “liberales” abogan, pero sin admitirlo, por la ley del más fuerte».
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