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Desatinos al opinar sin conocimientos

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Foto EFE

Hace unos días leímos en el diario El Nacional un artículo con el título “Israel y Palestina: Cuando el odio y el ultra nacionalismo son la ‘causa”, de Jesús Seguías, en el cual encontramos varios errores alusivos a los hechos. Uno de los equívocos que más nos llama la atención es el uso del término “israelita”, cuando en realidad el autor se refiere al gentilicio de Israel, o sea, debió decir israelíes.

En el punto 3, el autor pregunta: “¿Destruir a Israel para que Palestina fuese otra vez lo que era hace 80 años?”. Hace 80 años era el Mandato Británico en una región que, unos 2.000 años antes, el Imperio Romano al destruir Judea (de donde vienen los judíos), llamó Palestina. Anterior al Mandato Británico era el Imperio Otomano y así podemos ir más atrás en la historia… Nunca hubo un Estado o un país palestino, es más, el pueblo palestino se conformó en la segunda mitad del siglo XX, con los descendientes de los inmigrantes de distintos países árabes que llegaron a la zona.

No me corresponde defender a Netanyahu, pero la realidad es que su partido, el Likud, no es de extrema derecha, es de centro derecha y se debe entender lo que ello significa en Israel. Los asentamientos israelíes en Cisjordania, cuyo nombre corresponde a Judea y Samaria, mayoritariamente se encuentran en la zona “C”, lo que quiere decir que, de haber avanzado los Acuerdos de Oslo, esa zona pasaría a soberanía israelí. Por lo que, Sr. Seguías, antes de escribir sobre el tema, debería revisar el texto de dichos acuerdos y en qué consisten las zonas A, B y C.

También se debe conocer la mentalidad del Medio Oriente y la primacía de la religión, por ejemplo: ¿El autor sabe algo de lo que dice el islam acerca de los territorios que en alguna oportunidad pertenecieron al islam? ¿Sabe acerca de lo que dice el islam sobre los territorios que nunca fueron de los musulmanes? Le recomiendo que estudie lo que significa Dar al-Islam y Dar al-Harb.

Como dice el mismo Sr. Seguías en el punto 8 de su texto, Netanyahu le debe muchas explicaciones a los israelíes, pero es un aborrecible exabrupto compararlo con los terroristas palestinos de Hamás, pues Netanyahu es un mandatario democrático y legítimo, electo de acuerdo con el sistema electoral israelí y conforme a las leyes israelíes, donde impera el Estado de derecho.

Un asunto verdaderamente repugnante y en el cual el Sr. Seguías demuestra no entender el devenir de la historia es el acusar a Israel por los crímenes terroristas en el mundo, ¿Israel tiene la culpa por los ataques terroristas en Europa y Estados Unidos? En primer lugar, la culpa de los crímenes la tienen los propios criminales y, en segundo lugar, la ideología extremista islámica que señala que cualquier hereje, es decir, cualquiera que no profese el islam y no cumpla con los preceptos e interpretación radical islámica, debe ser eliminado, por eso los movimientos radicales islámicos atacan a todo el que represente a la cultura judeocristiana. Adicionalmente, la carta fundacional de Hamás, que debió leer antes de opinar sobre este asunto, señala como objetivo, además del exterminio de los judíos, la destrucción de Israel y sobre sus ruinas construir un califato regido por la sharía.

Con respecto a sus puntos 9, 10 y 11, le aconsejo una visita a Israel y se fije en la convivencia cotidiana en la sociedad israelí, abierta, no sólo tolerante, sino que vive diariamente la aceptación de los otros. De paso, visite Cisjordania, por ejemplo, Belén, ciudad en donde nació el cristianismo, la cual, mientras estaba bajo control israelí tenía 80% de población cristiana y hoy, gracias a los Acuerdos de Oslo, en manos de la Autoridad Palestina disminuyó a 8%.

Entiendo que el señor Seguías está preocupado por la situación y las repercusiones que tenga en el mundo, por eso mismo, debe dedicarse a investigar en fuentes objetivas y de todo crédito, buena parte de las aristas determinantes del conflicto palestino israelí, y así podrá opinar con mayor autoridad, sin arriesgarse a cometer desatinos en aspectos sensibles. Hay numerosos conflictos en el mundo; sin embargo, por lo general no opinamos sobre ellos, especialmente cuando se trata de temas complejos y que no conocemos con cierta profundidad.

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