El proyecto europeo Duster estudia las características del polvo lunar, que suponen un grave riesgo tanto para los astronautas como para los instrumentos espaciales. Tras esto, el objetivo es minimizar su impacto, un desafío que se coordina esta semana desde el Instituto de Astrofísica de Andalucía (IAA-CSIC).
El centro español participa en el proyecto Duster, diseñado para estudiar las partículas de polvo cargadas de procedencia lunar, un elemento que condiciona las misiones a la Luna y otros asteroides.
Un equipo científico e ingeniero internacional, financiado con el programa HORIZON de la Unión Europea, busca soluciones a este polvo lunar que genera limitaciones medioambientales durante las misiones de exploración y es además un riesgo para el ser humano.
El equipo de Duster se reúne esta semana en el IAA-CSIC para presentar la evolución del proyecto a expertos externos y a revisores de la comisión financiadora.
«Los efectos del polvo lunar en los sistemas de actividad extravehicular pueden adoptar muchas formas». Así lo explica la investigadora del Instituto de Astrofísica de Andalucía (sur de España) Olga Muñoz, que participa en el proyecto.
Polvo lunar en su máxima expresión
Muñoz detalla que el polvo puede oscurecer la visión externa, producir falsas lecturas, obstrucciones y pérdida de tracción de los instrumentos. Pero también es el responsable de la abrasión, problemas de control térmico y fallos en las juntas de la maquinaria.
«Uno de los efectos más graves es el compromiso de la salud de los astronautas por irritación e inhalación de polvo lunar, especialmente si los tiempos de exposición más largos se convierten en la norma durante las futuras misiones de exploración tripuladas», añade la investigadora.
En este contexto resulta imprescindible caracterizar las propiedades de las partículas de polvo presentes en los lugares de exploración y sus mecanismos de transporte para poder poner en marcha técnicas de mitigación eficaces, el objetivo de Duster.
El proyecto pretende desarrollar instrumentación y tecnologías para el análisis ‘in situ’ de la carga eléctrica y el transporte de esas partículas de polvo, adelanta el investigador del IAA-CSIC que coordina la participación del centro en el proyecto, Julio Rodríguez.
Más que electrónica
Además, la programación incluye desarrollar una instalación de pruebas en tierra para validar el instrumento; un paso para que los datos experimentales se utilicen para actualizar y mejorar los modelos existentes de carga y transporte de polvo.
En el proyecto europeo, los especialistas del IAA-CSIC se encargan del diseño de la caja de electrónica donde se albergarán las tarjetas de procesamiento. También del control del instrumento ya desarrollado.
Se unen a la electrónica de adaptación a las tres sondas, desarrolladas por el Real Instituto Belga de Aeronomía Espacial (BIRA-IASB), y las fuentes de alimentación, del TAS-E.
El IAA-CSIC diseñará el hardware, firmware y software de la tarjeta de control y procesamiento del instrumento. Asimismo, desarrollará un simulador de comunicación de la nave espacial o aterrizador con el instrumento DUSTER. Este mandará telecomandos y recibirá telemetrías.
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