Yo supongo que el que esto lee ya leyó mi artículo anterior, en que traté tres casos: el despido de gerentes y trabajadores de Pdvsa con pito, a cargo del presidente Chávez. Del mismo autor describimos una sesión de tractor en una zona polvorienta, cine mudo. Y terminamos con la gloriosa entrada de Saab y su mujer en la histórica mesa de diálogo nacional para buscar la paz y la democracia en el atormentado y destruido país que somos.
Otros dos momentos grotescos que ahora cuento resultaron menos visibles para la opinión o más silenciados, al menos en su integridad. Por tanto, no forman parte muy destacada de la memoria colectiva de nuestras sufridas mayorías nacionales.
En el primero la parte inicial la vio en directo media Venezuela: sucede en principio en el desfile militar en que se atentó contra el mismísimo presidente Maduro y por lo visto contra buena parte de la plana mayor del país que lo acompañaba. No me meteré para nada en la polémica veracidad del atentado, ya que no importa para lo que narro. Solo recuerdo que en muy buena parte ésta se debió a que en el pasado inmediato a cada rato había un aparatoso atentado, algunos muy divertidos. Todo el que lo vio en vivo o en TV recuerda que cuando empezaron a sonar los drones, dos o tres, sorpresivamente muchos militares, los visibles en TV, en perfecta formación por el desfile, empezaron a correr en masa en dirección contraria a aquella donde sonó un dron relativamente cerca. A mí y supongo que a muchos nos sorprendió esa huida masiva al sonido del dron. Que yo recuerde, la prensa y los opinadores no comentaron mucho el curioso suceso. Ya se sabe que nuestras fuerzas armadas son gloriosas, aunque nadie sepa por qué, en todo caso son temibles.
Pasó el tiempo, no preciso cuánto, pero en una reunión bastante informal de Donald Trump, cuando era el primer mandatario del planeta, con periodistas, salió el tema de un eventual conflicto bélico con Venezuela, y éste dijo que el problema era que cuando las fuerzas armadas venezolanas oían plomo salían corriendo y como si fuera poco se dirigió a su ministro de la Defensa y le preguntó qué harían los militares americanos en situación similar y éste le contestó que harían todo lo contrario, correrían hacía la zona conflictiva. Justo lo que me había dicho mi sentido común, ignorante en cosas bélicas. De esto no se dijo nada o casi nada, pero yo lo vi y oí no recuerdo dónde. No me digan ustedes que el asunto no es feo. Tanto que no provoca regodearse en sacarle el jugo, pero sí recogerlo en esta antología de cosas extravagantes del gobierno chavista.
Termino con una que tampoco vi comentada y yo pesqué al azar. El estupendo actor Sean Penn, amigo de Chávez y el chavismo, vino a visitarlo acompañado de un brillante profesor universitario, para que conociera en directo el sonado caso del chavismo. Fueron soberbiamente recibidos y viajaron en avión con Chávez y demás.
Pero tiempo después me encontré una entrevista del citado profesor en la que le preguntaron por su imagen de Chávez y contó, entre otras cosas, que éste le afirmó que eso del viaje a la Luna de los gringos era una mentira, que se había filmado en unos sofisticados estudios terráqueos. Nada más, nada menos. Cualquiera sabe que éste es uno de esos engendros que sostienen sectas e individuos conspirativos del más ínfimo nivel cultural. Muy grotesco también.
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