La noticia nos sacude. El impacto que produce es inevitable y pone de manifiesto que el régimen comandado por Nicolás Maduro Moros no se anda con pequeñeces a la hora de actuar al margen de la ley y con el alevoso propósito de causar el mayor daño a quienes han llevado a cabo acciones, o tan solo se sospecha de ellas, en contra de un régimen que cada día se desprestigia más. Aludimos a una conducta inaceptable por el alto grado de perversidad que pone de manifiesto. No hay argumento ni justificación para una actuación contraria a la legalidad y que debería ser sancionada sin conmiseración alguna. Que no se ponga en duda: tarde o temprano la justicia se hace presente. Pero pasemos a los hechos.
Es sabido que después de su alzamiento, Hugo Chávez Frías fue detenido y tratado con respeto; nunca fue agredido mientras estuvo detenido por las muertes que se produjeron como consecuencia de su intentona golpista. Y eso no fue todo: pocos años después, el presidente Rafael Caldera aprobó su liberación a pesar de la terrible acción que llevó a cabo. Por el contrario, al teniente coronel Igber Marín Chaparro, quien no disparó ni un tiro en contra de la dictadura, se le sanciona y castiga de manera perversa por estar “presuntamente” vinculado a una conspiración en contra del gobierno de Maduro.
Ignell Marín, la hermana del mencionado teniente coronel, quien no tiene pelos en la lengua, fue contundente al hacer pública su denuncia: “Personas armadas entraron a la celda de mi hermano y destrozaron su escaparate; le confiscaron libros, su Biblia, fotografías familiares, cartas recibidas, dibujos para sus hijos, alimentos y artículos personales. También le quitaron su tratamiento para controlar la tensión arterial, el cual debe tomar a diario. Para colmo, tampoco le han hecho entrega de los medicamentos que le llevaron el pasado 26 de diciembre con el propósito de reponer los que le decomisaron”. En realidad está siendo condenado a medio vivir. Claramente estamos ante una actuación abominable que debería ser castigada sin contemplación alguna. Lamentablemente, no le podemos pedir peras al olmo.
Lo cierto es que el detenido, quien ha estado privado de su libertad desde el 2018, ya tiene derecho a la libertad condicional. Ante esa realidad, la dictadura se hace la desentendida y se limita a mirar para otro lado. A su “testa coronada” debería darle vergüenza. Que nadie se extrañe: llegará el día en que esta revolución de los tormentos será barrida por la historia. Sin duda se lo merecen.
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