Cada vez más, y hasta separado de su origen religioso, en muchos rincones del mundo se celebra la Navidad con rituales típicos. Los diferentes países y las distintas culturas tienen sus festejos característicos, tan curiosos como originales. Con personajes malvados como el Krampus o las brujas y otros buenos como La Befana o el Papá Noel surfista de las olas, o con el “robo” permitido de regalos, todo suma a la hora de brindar.
Krampus, el enemigo de Santa Claus
Desde los días previos a la Nochebuena, caminando por las frías calles de Austria, Suiza y otros países de Europa, es posible encontrarse con el Krampus. Se trata de un ser mitad hombre mitad cabra, la versión maligna de Santa Claus, que según la leyenda “castiga” a los niños que se portaron mal durante el año o no tienen espíritu navideño. ¿Cómo? A través de sus representantes, personas que se disfrazan como el maligno personaje, asustan en la noche del 5 de diciembre –llamada Krampusnacht– a los desafortunados transeúntes.
Los primeros regalos de Papá Noel
Kiribati es una república formada por la isla volcánica de Banaba y un archipiélago integrado por 33 atolones coralinos en el noroeste de Australia. El atolón más famoso es Kiritimati –también conocido como Isla Navidad– porque es el más grande del mundo y el primer lugar poblado de la Tierra al que llega Papá Noel en su trineo cargado de regalos.
La Noche de los Rábanos
En Oaxaca, el corazón del México indígena, cada 23 de diciembre se celebra la noche de los rábanos. Desde hace más de cien años, en los mercados navideños se venden tallados artesanales realizados en rabanitos para formar increíbles pesebres y otras escenas con figuras religiosas para celebrar las fiestas. Después de los premios para los artesanos ganadores, las familias se apresuran para comprar los más lindos, ya que en Nochebuena y Navidad los lucen como centros de mesa.
Fórmula para evitar a las brujas
Según una antigua tradición, las brujas recorren el cielo de Noruega durante la Nochebuena. Como es bien sabido que su transporte favorito son las escobas, los habitantes de todos los rincones del país esconden las suyas en lugares seguros de sus casas, para que las malvadas brujas no los merodeen y eviten la llegada de San Nicolás con sus regalos.
Salchichas para la Befana
La única bruja buena conocida es La Befana, que les hace regalos a los chicos cada 6 de enero. Cuenta la historia que los Reyes Magos le preguntaron el camino para visitar al niño Jesús en el pesebre de Belén, pero ella estaba tan ocupada que no los pudo acompañar. Enseguida se arrepintió y los buscó, pero no los encontró. Por eso, cada 5 de enero vuela en su escoba para encontrarlos. Las familias que esperan sus regalos no dejan pasto y agua para los camellos, sino sus comidas favoritas: salchicha y brócoli, con una copa de vino.
Encendido de los árboles navideños
En Mineápolis y otras ciudades de Estados Unidos se celebra cada vez más la Navidad, aunque no está vinculada con la religión. Desde los pueblitos más chicos hasta las ciudades más grandes, todos organizan días antes de la Nochebuena el encendido de los pinos navideños. Ese evento, que se anuncia en el Instagram de cada localidad para que los vecinos puedan participar, se acompaña con coros formados por grandes y chicos, cubiertos con grandes capas para protegerse de la nieve. Es tal como se ve en las películas navideñas de Hollywood.
Otra costumbre cada vez más festejada por los estadounidenses es la del “ugly sweater” (pullover horrible) con motivos navideños, que se regala en casi todas las familias. Quien usa el modelo más feo, tiene un premio.
Un extraño decorado
Aunque en la mayoría de los hogares se decoran los pinos navideños con piñas, bolitas y cintas de colores rojo, plateado o dorado, angelitos o figuras de madera, en Ucrania les agregan un detalle muy importante. Todas las familias se acuerdan de poner telarañas en los arbolitos de Navidad, porque las arañas –según cuenta una antigua tradición– traen buena suerte. Cuenta la historia que una familia muy humilde había logrado hacer crecer un pino de un brote, pero luego no pudo decorarlo. Durante la Nochebuena, las arañas tejieron hilos de seda que, al amanecer, brillaron como oro y plata.
Santa Claus surfista de olas
En Australia, los grupos de amigos (mucho más que las familias) se reúnen el 25 de diciembre para comer barbacoas en la playa, mirar a los surfistas vestidos de rojo y blanco como Santa Claus y jugar al “Secret Santa”. Es algo así como un “amigo invisible”, que se organiza los días previos a través de una aplicación, para recibir y entregar un regalo sorpresa.
Un feriado para abrir y “robar” regalos
Algo muy parecido ocurre en Nueva Zelanda, donde, además, el 26 de diciembre se celebra uno de los seis feriados nacionales: el Boxing Day, siguiendo una antigua tradición británica, cuando los nobles entregaban regalos a sus súbditos y la gente pobre. En este Día de las Cajas, que también se festeja en Australia y otros países vinculados con el imperio británico, grupos de amigos se reúnen en esa fecha llevando una caja y cada uno, según el orden que le tocó en el sorteo, puede elegir un regalo o robar el que ya abrió otra persona. Pero hay que estar muy atentos, porque solo puede “robarse” cada regalo hasta dos veces.
Un whisky para Papá Noel, por favor
Es bien sabido que al Papá Noel irlandés le encantan la cerveza y el whisky. Por eso, junto al arbolito las familias no le dejan agua ni pastito para los renos sino copas servidas con esas bebidas espirituosas o budines “bien borrachitos”, para recibir a cambio más y mejores regalos.
Los regalos de Christkind
En la Baviera alemana y otras regiones de Liechtenstein, Austria, Suiza, Luxemburgo y Bélgica, el Christkind es quien deja los regalos navideños junto al pino decorado, en lugar de Papá Noel o San Nicolás. Este personaje fue introducido en el siglo XVI por Martín Lutero con la imagen de un niño con aspecto de duende, cabello rubio y alas de angelito.
Cabalgata de las Luces
Todos los años, un mes antes de la Navidad, la famosa Cabalgata de las Luces inaugura las fiestas en la Nathan Phillips Square de Toronto, Canadá. Allí, mientras deportistas desfilan en una enorme pista de patinaje sobre hielo y suena la música de jazz, se realizan conciertos mientras se encienden 300 mil lamparitas de bajo consumo y un gigantesco abeto navideño. El evento, que originariamente duraba solamente una noche, es tan concurrido que en los últimos años se estiró a más de un mes, hasta el 7 de enero.
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