No quiero que termine el año sin referirme, así sea someramente, al insólito hallazgo de un misil de Sukhoi en una humilde casa guariqueña. En El Sombrero para agregarle más ñapa. Ni los amantes de la literatura fantástica o aquellos del realismo mágico se plantearon ideas tan, cuando menos, extrañas, descabelladas, alejadas de la imaginación más volátil.
Al respecto, además de la mofa familiar o entre amigos, que cundió pronto por todo el país, surgen, no dejan de surgir todavía hoy, múltiples interrogantes. Todos sabemos que quedarán sin respuesta. Cada quien tiene cómo abordar con ese tema su propia historia, su propio cuento, su propia novela. Da para tanto.
Del sujeto, o los sujetos que colocaron semejante adorno en el rancho, caben preguntas y más preguntas. ¿Dónde estará el pobre ahora? ¿Habrá comido? ¿Estará bajo prisión? ¿Será considerado un nuevo preso político? ¿Para qué quería un artilugio tan sublimemente especial? ¿Es militar? ¿Experto en armamentos o aviador? ¿Exhibía el curioso objeto y cobraba por verlo? ¿Para qué un ciudadano común guarda en su casa un misil de combate? ¿Lo van a condecorar por su habilidad para obtener trasladar y resguardar la pieza en su casa?
Por otro lado, la Constitución Nacional expresa con suma claridad quiénes son los guardianes de las armas de la República. Especialmente las armas de guerra son propiedad del Estado. ¿Cómo se pierde sin control un objeto tan difícil de esconder? ¿Se los robaron? ¿Pasó, siendo matraqueado, alguna alcabala? ¿Lo llevó por aire? ¿Alguien ofertó por Internet desde adentro tal baratija? ¿Lo encontró de golpe puesto allí, al levantarse con el pocillo de guarapo en la mano? ¿Existe seriedad en los resguardores de armamentos de guerra? Habíamos escuchado y visto granadas en manos de bandoleros. Uno de ellos explotó frente a un túnel intentando soltar una de esas. Ya nos lucía muy extraño. Pero creíble. Bueno, negocian con armas pequeñas, pistolitas, balas, ametralladoras, granadas. Algunos popularmente decían que esos instrumentos no se consiguen en la bodega, con razón. La pelazón armada es tal que obliga a buscar medios. El comandante aquel justificaba el robo. ¿Recuerdan?
Lo peor es que salen de bravucones a hacernos creer que el Esequibo será nuestro de nuevo por unos gritos y un gobernador designado para dirigir desde más acá de la frontera que no es. Hasta hacen creer que asustan a la región con movimientos hacia allá de cosas que parecen tropas. Como Páez con los conocidos arrastracueros. Sólo que con resultados muy distintos. La payasada incluye que un misil haya ido a parar a la casa de un ciudadano en el llano.
¿Habrá más misiles por ahí? ¿Quién los vende? ¿Dónde se consiguen? Folklore del bueno. Una página más en la historia de lo insólito. El país da para mucho. Y no es juego. No se agachen. El misil está en el suelo. Y no sólo el misil. Sigan haciendo preguntas. Y respóndanse con imaginación. Nadie más responderá.
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