En víspera de las navidades de 2023 es importante recordar que existen 2 conflictos militares que impiden una grata celebración en dichos países, así como en la esfera de países afectados por las situaciones que les rodean en su desarrollo geopolítico, por lo cual en estas navidades vamos a observar las imágenes dantescas de la Franja de Gaza, ya destruida en su casi totalidad, en materia de infraestructuras y con una población en situación de supervivencia que se puede convertir en una tragedia igual o superior a la Ruanda en 1994, si la escasez de alimentos y medicinas termina siendo de tal magnitud que la debilitada población pudiese sucumbir ante el hambre, las enfermedades y por supuesto la acción militar de las batallas terrestres y los bombardeos aéreos; mientras que en Ucrania el peligro no es morir de hambre, sino de frío antes los ataques rusos al sistema eléctrico en pleno invierno, con la posibilidad de una «Hecatombe Invernal» de colapsar dicho servicio público esencial.
De manera indirecta, países como el Líbano y Siria también viven con la angustia de que su involucramiento en la Guerra de Gaza lleve a la devastación de sus países, como ocurre en el caso gazatí.
Atendiendo la temática del título planteado, es obvio que ambos países enfrentan decisiones muy difíciles en el año 2024, que ponen en grave peligro la viabilidades de ambos países afectados por las batallas terrestres que se avecinan:
1- En el caso de Ucrania
A 2 meses de entrar en su tercer año de guerra abierta con la Federación Rusa, es un hecho cierto que Putin ha logrado sostener a la economía rusa a pesar de las sanciones de muchos países y en plena campaña electoral para ser reelecto nuevamente como máxima autoridad ejecutiva, es de esperarse un esfuerzo supremo para ganar la guerra con una gran ofensiva de primavera, utilizando todas las reservas militares rusas, incluyendo armas de destrucción masiva, excepto las atómicas y biológicas, tratando de ganar de una vez, antes que las Fuerzas Armadas de Ucrania se refuercen con cazas F-1, misiles Taurus y otras armas de largo alcance que le permitan sostenerse peleando otro año más, mientras destruyen las retaguardias rusas en Crimea y el mar Negro, además que con la incorporación de nuevas brigadas entrenadas y equipadas en Occidente, se hace muy complicada la intervención activa de un aliado en espera, como es el caso de Bielorrusia, que observa cómo sus vecinos y muy especialmente Polonia constituyen un inmenso y moderno ejército.
La entrada de Suecia y Finlandia ha sido un enorme éxito de la OTAN, que puede verse ampliada con la incorporación de otros países, por lo cual Putin, que ha observado impotente cómo perdió su protectorado en Armenia ante las agresiones de Azerbaiyán, no puede permitirse otra humillación de este tipo, que pudiera derivar en una incorporación de Armenia, bajo amparo francés y de Azerbaiyán bajo amparo turco, a la OTAN, creando las condiciones para llegar a Georgia y Kazajistán, acercándose a Asia Central, peligrosamente cerca de China, que entiende que una derrota militar rusa llevaría a la incorporación de Ucrania y demás países mencionados a la alianza militar occidental, para salvaguardar sus fronteras nacionales.
Lo que está en juego es el destino mismo de Rusia, que tiene 23 repúblicas étnicas, cuya fidelidad a la autoridad central de Moscú es tan fiable como los países que abandonaron una vez la Unión Soviética, como lo demuestra el hecho de que dentro del Ejército ucraniano, existe una unidad de ciudadanos rusos (Batallón Siberiano) y además se sabe que en Polonia se están agrupando grupos nacionalistas o étnicos que están dentro de Rusia, para fines extraños, propios de movimientos independentistas.
2-En el caso del Estado de Israel
Se presentan situaciones de enorme complejidad, puesto que la demanda de la organización Hamás, de no negociar más rehenes hasta que se acuerde el fin de la presente guerra, implica problemas sin solución satisfactoria para ambas partes.
Para Hamás es una realidad que la entrega de los rehenes, es lo único que puede sentar a los israelíes a negociar un alto a la destrucción total de su entidad, mientras gana tiempo, esperando que la República Islámica de Irán termine de desarrollar su programa atómico y el Libano y Siria, terminen de involucrarse en una guerra abierta, que se ha impedido, en buena parte, por la presencia de tropas, bases militares y portaaviones estadounidenses, que impiden una acción militar por vía de la coerción efectiva.
Por las mismas razones, Israel puede terminar devastando por completo la Franja de Gaza, aún pagando el costo político de la muerte de los rehenes restantes, extremando mucho más sus posiciones, pasando a atacar a los aliados de Hamás como Yemen, Siria y Líbano, pasando finalmente a la guerra abierta con Irán bajo el argumento de destruir sus programas de desarrollo atómico.
En este sentido, la Autoridad Nacional Palestina que controla Cisjordania ha tenido una política extremadamente prudente y muy impopular entre su pueblo, de evitar caer en cualquier provocación militar o de seguridad, que le permita al gobierno israelí invadir la zona y disolver las instituciones palestinas, dejando todo el territorio en ocupación total e indefinida, como ocurre en el Sahara Occidental por parte de Marruecos.
En este escenario posterior a la guerra de Gaza se deben tener muy en cuenta las amenazas de asesinato, por parte de Israel, de las autoridades supremas de los grupos extremistas que se encuentran en otros países lejanos del actual frente de batalla, como es el caso de Qatar y Turquía, sin restar la posibilidades de que dichas acciones de unidades especiales, también se pueden dar en otros continentes, considerando otros hechos históricos de parecido tenor en la historia de Israel.
Un derrumbe de los gobiernos de la Federación Rusa y la República Islámica de Irán sería una gran tragedia para los planes del gobierno de la República Popular China, que vería un crecimiento exponencial del poder de Occidente y con ello se verían las autoridades supremas de dicho país, obligados a adelantar sus planes de invasión de Taiwán, antes de que se complete un cerco militar y económico que impida la anexión efectiva de dicho territorio en reclamación como su provincia número 24.
No es necesario ser muy ducho en política para entender que en ambos conflictos se juega también la suerte de muchos gobiernos en África y América Latina, puesto que la asistencia política y económica de los gobiernos iraní y ruso son vitales para gran cantidad de gobernantes.
Por ello, la suerte de la paz mundial, o de la economía global o de la gobernanza internacional, está profundamente en riesgo por la suerte final de ambos conflictos, que al igual que la famosa teoría de Dominó, de la época de la guerra de Vietnam, llevaría a la caída en cascada de gobiernos apoyados en pautas poco democráticas, al perder sus fuentes de financiamiento y protección.
Se acerca un año decisivo del resto del siglo XXI.
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