Un territorio en disputa, con intereses externos y oportunidades de cooperación.
Dos países se disputan un territorio que ninguno de los dos controla efectivamente, y que está lleno de recursos naturales que podrían beneficiar a sus poblaciones, pero que en cambio son explotados por potencias extranjeras. Es una historia de colonialismo, intervencionismo, nacionalismo y diplomacia fallida que se remonta a casi dos siglos atrás.
Y así seguimos, en un conflicto que parece no tener fin, y que solo beneficia a los que se aprovechan de la riqueza del Esequibo y de la debilidad de los países involucrados. ¿No sería mejor que Venezuela y Guyana se pusieran de acuerdo y cooperaran para el desarrollo de la región? ¿O es que el orgullo nacional vale más que el bienestar de los pueblos?
Existen varios obstáculos para la cooperación entre Venezuela y Guyana, que se pueden resumir en los siguientes puntos:
- La injerencia de actores externos, como Estados Unidos, el Reino Unido y la ExxonMobil, que tienen intereses económicos y geopolíticos en la región, y que apoyan a Guyana en su reclamación del Esequibo, generando presión y tensión sobre Venezuela.
- La desconfianza mutua y la falta de respeto al derecho internacional, evidenciada en la negativa de Venezuela a reconocer la jurisdicción de la Corte Internacional de Justicia, y en la violación de Guyana al Acuerdo de Ginebra de 1966, al otorgar concesiones petroleras en una zona en disputa.
- La situación interna de cada país, marcada por la crisis económica, social y política de Venezuela, y por la inestabilidad y la corrupción de Guyana, que dificultan la atención a las necesidades de sus poblaciones y el desarrollo de la región.
- La aparente falta de voluntad política de ambas partes para resolver el conflicto por la vía pacífica y diplomática, y la persistencia de posturas intransigentes y maximalistas que impiden el diálogo y el entendimiento.
Estos obstáculos han impedido que Venezuela y Guyana aprovechen las oportunidades de cooperación que existen en áreas como el comercio, la energía, el ambiente, la cultura y la seguridad, y que podrían beneficiar a ambos países y a sus pueblos.
En el encuentro entre los presidentes de Venezuela, Nicolás Maduro, y de Guyana, Irfaan Ali, el 14 de diciembre de 2023, en San Vicente y las Granadinas, estos acordaron continuar con el diálogo y respetar los principios de paz y cooperación regional. Sería uno de los tantos pasos dados para superar tales obstáculos.
Importante, los mandatarios también mantuvieron sus posiciones sobre la validez del Acuerdo de Ginebra de 1966, que establece el mecanismo para resolver la disputa, y el papel de la Corte Internacional de Justicia (CIJ), que fue convocada por Guyana para dirimir el caso.
Así las cosas, en opinión de quien escribe, salvo mejor criterio, el escenario deseable para lograr que Venezuela y Guyana aprovechen las oportunidades de cooperación que existen en las áreas antes referidas, y que podrían beneficiar a ambos países y a sus pueblos, sin que eso excluya la posibilidad de resolver esta disputa definitivamente, sería el siguiente:
- Que ambos países acepten la jurisdicción de la Corte Internacional de Justicia y se comprometan a acatar su fallo, sea cual sea, como una solución definitiva y vinculante al conflicto territorial.
- Que mientras se espera la decisión de la Corte, ambos países establezcan una zona de cooperación conjunta en el Esequibo y en las aguas adyacentes, donde puedan desarrollar proyectos de explotación y conservación de los recursos naturales, con el apoyo de organismos internacionales y regionales, y con el respeto a los derechos humanos y ambientales.
- Que ambos países fortalezcan sus relaciones diplomáticas, comerciales y culturales, mediante el diálogo, el intercambio y la integración, y que busquen soluciones conjuntas a los problemas comunes que afectan a la región, como la pobreza, la inseguridad, la migración y el cambio climático.
- Que ambos países promuevan la paz y la convivencia entre sus pueblos, mediante la educación, la comunicación y la participación ciudadana, y que fomenten el respeto mutuo, la solidaridad y la identidad regional.
Este escenario requeriría de mucha voluntad política, confianza mutua, compromiso internacional y apoyo popular, pero sería el más beneficioso para ambos países y para la región, ya que permitiría superar el conflicto histórico y abrir nuevas oportunidades de desarrollo y cooperación.
@jolcesal
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