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El inmenso daño falconista

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Disculpe usted, lector, la referencia personal que a nadie puede interesarle, pero confieso que pensaba descansar esta semana con lecturas literarias, caminatas, buena compañía, buen cine y el mejor  jazz, para no repetir mi muy personal opinión sobre la actual, sucia, politicastradora campaña venezolana puesta de manifiesto en esta propaganda electoral inútil y dañina, pues ya es evidente la maniobra oficialista y sus colaboradores de una presunta oposición. Pero al mismo tiempo, de repente también confieso, quise reflexionar con calma, tuve minutos de cierta duda sobre si en verdad soy radical, intransigente, guerrerista del teclado, paranoide que olfatea  inexistentes trucos, trampas, farsas, en toda opción electoral bajo el totalitario control chavista.

Por magnífica y oportuna suerte, el jueves 3 de mayo, cuando todavía había tiempo para ocupar este privilegiado espacio semanal, pude leer en El Nuevo Herald  el agudo análisis que el muy veterano, muy documentado, muy respetado periodista Andrés Oppenheimer hace del proceso en cuestión y lo titula “El mayor traidor”.

Allí puede usted encontrar la clave muy oculta de quienes comandan esta campaña insólita, incoherente, ilógica, interesada desde el punto de vista estrictamente financiero grupal, destinada a rechazar la abierta  ayuda conceptual y material  que vienen sosteniendo, por fin, organismos políticos, económicos, institucionales, ideológicos, del mapa internacional democrático, partiendo de la dura, tenaz, honesta, vertical, durante mucho tiempo solitaria lucha iniciada por Luis Almagro  en la OEA.

Sí. Los  llamados con elegancia “tenedores de bonos”, cuya patria hoy día es única y exclusivamente su repleto bolsillo, su cuenta bancaria del dineral sin color indiferente a la tragedia nacional a pesar de su verborrea antigobiernera, su  tenencia de mucha riqueza, la gasolina energizante, el arsenal en dólares de su  auténtico partido nada político, todo avaricia. Son quienes dan base a esta grave, peligrosa condición politiquera de dirigentes tribales que insisten en desconocer la Constitución vigente, el Estado de Derecho. Su amoral, contradictoria postura y conducta, por demás suicida, origina la fatal antipolítica en especial de las nuevas generaciones que pudieran votar para liberar al país, si hubiera un sufragio como las leyes mandan.

Bien por el periodismo sustentado en pruebas y permitido solo en países donde la libertad de expresión es en verdad sagrada.

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