Los países más pobres pagaron un récord «de 443.500 millones de dólares en deuda pública» en 2022, lo que les obligó a descuidar «necesidades críticas» como la salud o la educación, según un informe publicado este miércoles por el Banco Mundial.
Estos países «corren el riesgo de sufrir crisis de deuda en un contexto en el que aumentan los costos de los empréstitos», advierte en un comunicado.
El aumento de las tasas de interés ha intensificado «las vulnerabilidades derivadas de la deuda en los países en desarrollo» y alrededor del 60% de ellos «muestran un alto riesgo de sobreendeudamiento o ya se encuentran en esa situación», alerta.
Según el informe, el pago de intereses consume una parte cada vez mayor de las exportaciones de los países de bajo ingreso y más de un tercio de su deuda externa incluye tasas variables que podrían subir de repente.
En 2022, los 75 países que pueden recibir financiamiento de la Asociación Internacional de Fomento (AIF), una institución del Banco Mundial, pagaron un monto récord de 88.900 millones de dólares en costos del servicio de la deuda (que incluye el pago del capital y de los intereses).
Según el informe, se espera que en 2023 y 2024 los costos del servicio de la deuda de los 24 países más pobres aumenten hasta un 39%.
«Crisis en el futuro»
«Los niveles de deuda sin precedentes y las altas tasas de interés han llevado a que muchos países hoy se encaminen hacia un escenario de crisis en el futuro», afirma Indermit Gill, un directivo del Banco Mundial, citado en el texto.
Esto hace que «se enfrenten a la difícil decisión de elegir entre pagar la deuda pública o invertir en salud pública, educación e infraestructura», añade, y pide que se ponga remedio porque «la alternativa es otra década perdida».
La apreciación del dólar estadounidense tampoco ayudó, porque «agrava las dificultades» y hace que a los países les resulte aún más costoso realizar los pagos.
«En estas circunstancias, un nuevo aumento de las tasas de interés o una fuerte caída en los ingresos de exportación podrían llevarlos al límite», asegura el Banco Mundial.
Todo ello en un contexto en el que han disminuido las nuevas opciones de financiamiento para estos países.
En 2022 los acreedores privados se abstuvieron en gran medida de otorgar crédito a los países en desarrollo.
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