Los días siguientes al referéndum sobre el Esequibo han permitido ver con más nitidez las tesis en las que se mueven tanto el chavismo como la falsa oposición. Para el chavismo el Esequibo no es más que un comodín para reorganizarse y continuar en el poder. La falsa oposición sigue con un llanto lastimero, que ya fastidia y ofende, con la esperanza de que Estados Unidos haga más presión para que a esta le devuelvan sus tarjetas electorales, le permitan inscribir a su candidata y así participar en la farsa electoral del 2024, orquestada por el chavismo.
Quien espere que el chavismo hará algo distinto a lo que ha hecho hasta ahora para atornillarse en el poder podrá seguir cómodamente esperando. Aquí no valen “amenazas creíbles” como ingenuamente ha planteado María Corina Machado. O sanciones blandengues y simbólicas como las que ha aplicado los Estados Unidos. Mientras no haya eventos que alteren la correlación de fuerzas real el chavismo seguirá usando su conocido método de negociaciones-elecciones-negociaciones sencillamente porque le ha funcionado y puede hacerlo.
Después de todo lo que ha pasado en Venezuela todavía uno se consigue gente de la falsa oposición que comienzan su “análisis” con la frase “es que el chavismo no es capaz de…” o “el chavismo jamás se atrevería a…”. Pero el chavismo sigue haciendo exactamente lo mismo y cada vez es peor porque no tiene una fuerza que lo enfrente y los únicos límites con los que ha tenido que lidiar son los de la realidad.
Los resultados del referéndum sobre el Esequibo son una buena medida. La abstención fue de más del 95% con una votación que no superó el millón de electores. El descalabro fue tan grande que el Consejo Nacional Electoral del chavismo, por unanimidad, resolvió fundir la cifra de votos con la de electores para presentar un resultado de 10 millones, que nadie cree al juzgar por la desolación que caracterizó a los centros de votación el día del referéndum.
El chavismo no logró movilizar a sus clientelas para ir a votar a cambio de bolsas de comida ni bajo amenazas. Nadie votó, pero ellos con la típica cara dura, salieron a celebrar “la victoria”. Lo que sí lograron movilizar fue a sus operadores en las diferentes instancias del Estado chavista (poder judicial, electoral y militar) para proclamar la legalidad de ese resultado. Y conforme a un resultado producto del fraude ya comienzan a tomar medidas.
¿Quién puede dudar que el megafraude electoral del referéndum sobre el Esequibo, donde no votó nadie y se adjudica un resultado de 10 millones, es en realidad la antesala de la farsa electoral de 2024? Aquí estamos frente al mismo Consejo Nacional Electoral y frente al mismo Tribunal Supremo de Justicia, controlados por el chavismo, que tendrán que decidir a qué partidos se les devuelven sus tarjetas electorales y si María Corina Machado se puede inscribir o no.
La falsa oposición, con María Corina Machado a la cabeza, están convencidos que la vía es la electoral a pesar de ellos tanto como nosotros vimos el 3 de diciembre hasta donde el régimen chavista está dispuesto a llegar. Pero participar en esas elecciones, sin condiciones ni garantías, tiene un precio que hay que pagar. Y el precio es someterse a los mecanismos pseudo legales del Estado chavista frente a los cuales no vale auditoría ni apelación. Así es como el chavismo siempre logra lo quiere (reconocimiento y desmovilización de la gente) mientras la falsa oposición tiene que regresar al inveterado quejido lastimero de “lo intentamos, pero nos volvieron a engañar”. Se les podría dar el beneficio de la duda si fuese la primera vez. Pero no después de que nos han llevado a apoyar a Francisco Arias Cárdenas, Manuel Rosales, Henrique Capriles Radonski, y Juan Guaidó como paladines de una lucha que jamás llega a la mitad del camino porque siempre queda atrapada en los laberintos de la legalidad del Estado chavista.
Si alguna conclusión o lección se puede sacar del referéndum del 3 de diciembre es que bajo el régimen chavista la salida electoral siempre estará negada y su sola invocación por parte de supuestos opositores no será más que un nuevo intento de estafa política, como tantos que hemos visto en estas dos décadas. Esto lo tiene claro la mayoría de los venezolanos, incluso aquellos que votaron por María Corina Machado porque el CNE chavista no metió sus manos en la Primaria. Ahora le tocará a María Corina y a toda la plana mayor de la MUD/Plataforma Unitaria convencer a los venezolanos que con el mismo CNE chavista que orquestó el fraude del referéndum es posible ganarle con votos al chavismo. El intento será un acto de prestidigitación política, inútil pero entretenido.
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