La COP28 se encamina hacia un acuerdo en el que las partes podrían pactar «bajar la producción y consumo» de combustibles fósiles para conseguir el objetivo de ser cero emisiones netas en 2050, o antes, siguiendo las indicaciones de la ciencia, en lugar de acabar con ellos gradualmente.
Así se recoge en el último borrador de Balance Global que la presidencia de la Cumbre del Clima de Dubái (COP28) ha hecho llegar a las partes y en el que no se menciona acabar los combustibles fósiles.
No obstante, insta a las partes a la rápida reducción de carbón desprovisto de sistemas de mitigación y a que se pongan límites a la concesión de autorizaciones de nuevas plantas de generación de electricidad basadas en este combustible fósil.
En el texto se reconoce la necesidad de acelerar una transición energética «sostenible, asequible e inclusiva» teniendo en cuenta los diferentes puntos de partida y circunstancias de cada país y garantizando la seguridad de suministro, el desarrollo sostenible, la erradicación de la pobreza y la cooperación internacional.
La nuclear entra en juego
Acto seguido, el artículo 39, sin duda el que más enfrentamientos levantará, reconoce la necesidad de reducciones «profundas, rápidas y sostenidas» de las emisiones de gases de efecto invernadero y pide a las partes que adopten medidas «que podrían incluir», entre otras las siguientes acciones:
– Triplicar la capacidad de energía renovable a nivel mundial y duplicar la tasa anual de mejora de la eficiencia energética para 2030.
– La «rápida y progresiva» reducción del carbón sin mitigación y limitar la autorización de nuevas centrales que carezcan de sistemas de mitigación (captura y almacenamiento de CO2).
– Acelerar el esfuerzo mundial hacia sistemas energéticos neutros en carbono y a combustibles con bajas o nulas emisiones «a mediados de siglo o mucho antes».
– Acelerar las tecnologías de bajas o nulas emisiones como renovables, nuclear y aquellas con captura, uso y almacenamiento de C02 (CCUS por sus siglas en inglés), así como la producción de hidrógeno verde con el objetivo de intensificar la sustitución de los combustibles fósiles sin sistemas de mitigación en las matrices energéticas.
– Reducir tanto el consumo como la producción de combustibles fósiles, de manera justa y ordenada y equitativa para lograr ser cero emisiones netas alrededor de 2050 o antes de acuerdo con la ciencia.
– Acelerar y reducir sustancialmente las emisiones de gases diferentes al del CO2, en particular las de metano a 2030.
– Acelerar la reducción de las emisiones del transporte por carretera mediante vías, incluido el desarrollo y rápido despliegue de vehículos de bajas o cero emisiones.
– Eliminación gradual y lo antes posible de los subsidios a los combustibles fósiles «ineficientes» que incitan al «despilfarro de consumo» y que no llevan a abordar la pobreza energética ni la transiciones justas.
Sin mención al fin de los combustibles fósiles
Así, ninguna de estas opciones recoge la ansiada expresión «phase out» (eliminación) de los combustibles fósiles que esperan ecologistas y que defiende buena parte de los países, incluidos la Unión Europea o los estados insulares en desarrollo.
En su lugar, se enfatiza la necesidad de reducir emisiones y se deja la puerta abierta a tecnologías como las CCS o CCUS, criticadas por muchos científicos pues no evitan la emisiones a la atmósfera.
Con estas opciones sobre la mesa, las delegaciones de los 198 países implicados en la COP28 deberán ahora seguir negociando con el objetivo de lograr un acuerdo final que podría incluso recoger formulaciones totalmente diferentes a las incluidas en este borrador.
La COP28 está llamada a cerrar el conocido como Balance Global, el primer proceso de revisión de lo logrado desde el Acuerdo de París y en el que las partes deberían acordar los siguientes pasos a seguir para garantizar la seguridad climática del planeta.
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