El evento político del fin de semana ha dejado al rey desnudo. Definitivamente la revolución se fue al vacío. La realidad es terca y termina imponiéndose. La cúpula roja empeñada en crear las condiciones que le permitan perpetuarse en el poder ha recibido este 3 de diciembre de 2023 una contundente nueva lección de la ciudadanía venezolana. Millones de dólares derrochados, mal gastados, una apelación al patrioterismo, un despliegue del partido Estado para opacar el resultado de las primarias del 22 de octubre pasado, ha terminado en una contundente autoderrota.
El vacío del domingo no deja lugar a dudas del rechazo de nuestro pueblo al socialismo del siglo XXI y del profundo anhelo de cambio existente en el seno de nuestra sociedad.
Más allá de los resultados oficiales ofrecidos por el CNE, la realidad la percibió, la palpó en cada rincón de nuestra geografía cada uno de nosotros. Los centros de votación vacíos, las caras aburridas de los funcionarios que hacían de responsables de los mismos o de testigos de las mesas, los buses rojos circulando sin pasajeros, la palabrería hueca de los jefes de la revolución y de la constelación de colaboradores tarifados llamando, a través del aparato de propaganda estatal, a los indiferentes ciudadanos a hacer acto de presencia, fueron la constante de la jornada.
Al igual que en la elección de la ilegitima e inconstitucional elección de la Asamblea Nacional del 30 de julio de 2017 la vocería del Poder Electoral dio unas cifras abultadas. Recordemos lo dicho entonces por la empresa que le hacía los servicios tecnológicos al Estado:
«Smartmatic ha respaldado todos los resultados de las elecciones realizadas en Venezuela desde el año 2004 hasta 2015, independientemente del partido político que haya ganado. Cuando resultó ganador el presidente Chávez en el año 2004, no dudamos en avalar dicho resultado basándonos en la seguridad de nuestra plataforma y en las múltiples auditorías que se realizaron. Así ha ocurrido siempre en cada elección subsiguiente, incluyendo cuando ganó el presidente Maduro en 2013 por un pequeño margen o cuando la oposición ganó la mayoría de la Asamblea Nacional en el año 2015», dice la empresa en su página, y prosigue: «Gracias a la existencia de este robusto sistema automatizado de votación es que podemos saber, sin lugar a dudas, que en las pasadas elecciones de la Asamblea Nacional Constituyente hubo manipulación del dato de participación». (https://www.dw.com/es/venezuela-empresa-que-hizo-recuento-de-votos-denuncia-manipulaci%C3%B3n/a-39940859)
Si en aquellas circunstancias de la elección de la Asamblea Constituyente de 2017, sus propios operadores tecnológicos, como hemos visto, denunciaron la manipulación de los resultados y afirmaron que inflaron en más de 1 millón los participantes, nadie puede dudar a luz de lo visto y documentado que estamos ante una nueva manipulación de las cifras. ¿En cuánto han inflado la participación? La verdad, es poco significativa una cuantificación, porque la realidad está en la retina y en la mente de cada venezolano.
El gigantesco aparato de publicidad y propaganda del régimen seguirá repitiendo la mentira oficial. Dirán una y otra vez, con ocasión y sin ella, que concurrieron a avalar el referéndum politiquero los 10 millones anunciados oficialmente.
Por supuesto que nadie les cree porque todos fuimos testigos del vacío que nuestro pueblo les aplicó.
El objetivo de la camarilla gobernante de borrar el efecto de las primarias y en consecuencia descalificar la candidatura unitaria de María Corina no lo lograron.
Ahora la gente tiene en su memoria fotográfica aquel evento entusiasta, austero, ciudadano, multitudinario y cívico; y este otro del 3 de diciembre, que fue desolado, triste, funerario, derrochador y corrompido.
Finalizada esta temporada de populismo y activismo político gobiernero, Maduro y su entorno están obligados a asumir con seriedad la defensa de nuestros derechos sobre el territorio Esequibo, en la instancia en que se decide el asunto: la Corte Internacional de Justicia. Así como la señora Delcy Rodríguez fue a oponerse a las solicitudes cautelares de Guyana, ahora deben asistir y prepararse para la defensa de fondo en el juicio que cursa en dicho tribunal. La fecha del 8 de abril de 2024, fijada para presentar nuestra defensa, está ya a la vuelta de la esquina. Para ello deben convocar a los mejores expertos en la materia. Nuestra Academia de Ciencias Políticas y Jurídicas, nuestras facultades de derecho, nuestras organizaciones diplomáticas cuentan con personas de larga experiencia y con erudición suficiente para preparar esa defensa. No hacerlo es aceptar integralmente la reclamación guyanesa y constituiría una traición a nuestra Venezuela.
Los estrategas del régimen pensaron que iban a lograr cerrar este año 2023 e iniciar el 2024 con una imagen de fuerza, que lograrían ofrecer a propios y extraños un reforzamiento del mito de la invencibilidad de la revolución. Pues bien, han logrado el efecto contrario. Han puesto en evidencia que ni aún recurriendo a la presión, a las amenazas, al derroche de nuestras finanzas públicas, a un patriotismo fingido, a un patriotismo de utilería pueden convocar al país. Los ciudadanos se han expresado nuevamente contra quienes gobiernan. Nos corresponde a los demócratas la tarea de encausar este sentimiento para hacer efectivo el cambio político en las presidenciales del 2024. En fin, el rey ha quedado desnudo en el centro de la plaza.
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