En la travesía de la vida es placentero y bien recibido el respaldo de quienes nos rodean. En el viaje, los apoyos son como lámparas que iluminan el camino, brindando la seguridad y confianza necesaria para avanzar. Sin embargo, nos podemos tropezar con mastuerzos que, en lugar de aligerar la carga, pesan más que una piedra de molino, restando en vez de sumar.
La solidaridad y respaldo mutuo son esenciales en la edificación de una sociedad de principios, valores y buenas costumbres ciudadanas. Es agradable sentir aprecio y protección. No obstante, es importante reflexionar sobre la calidad de los sustentos, no todos contribuyen de manera positiva para el bienestar y crecimiento.
Los apeos pesan cuando se manifiestan en críticas destructivas, envidias disfrazadas, pasioncillas ocultas o consejos que más confunden que orientan. La ayuda que se convierte en un lastre y dificulta el avance hay que evitarla.
¿Cómo identificar apoyos tóxicos? Fracasados, convivientes, oportunistas, mojigatos enchufados, corruptos, sus intenciones detrás de las palabras y acciones. Un apoyo genuino goza de lealtad y comprensión, es positivo y empático con deseo sincero de triunfar. Los que restan son los cortesanos hipócritas, las comparaciones negativas, exhortaciones desprovistas de arraigo y sentimiento de identificación; y más importante, el menoscabo a la ética y moral. El soporte digno, valioso y meritorio fortalece, jamás debilita.
Venezuela comienza un azaroso período que el régimen gazmoño disfraza con un referendo en el cual se consultará a los ciudadanos si están de acuerdo que el territorio Esequibo es venezolano. La conciencia estará presente, pero se impondrán los sin conciencia. Es tiempo infeliz de traiciones e infortunado de infiltraciones.
Si participas o no, es tu derecho y nadie puede cuestionarte. Sin embargo, toma en consideración que el castrismo formaliza transferirte la responsabilidad de perder el Esequibo, cuando es el régimen cubano el que anhela con delirio enfermizo e ilusión sanitaria mental librarse del adeudo.
Es doctrina jurídica persistente y de política internacional que el Esequibo es venezolano. No hay duda ni nada que consultar, salvo la pregunta que el oficialismo no hace. ¿Rechazan la posición que estableció Chávez y Fidel de fraternizar con Guyana? Hoy el asunto cambió, se convirtió en tema petrolero, y no sólo se discute con los guyaneses, sino también con empresas petroleras, China incluida. La complicación se enmaraña y la mayoría se pregunta, ¿después qué? Y titubea si los que olvidaron indolentes serán capaces de asumir el encargo.
El año 2024, cuando haya elecciones que el castro-madurismo se empeña en ganar, pero que, en un mano a mano, de respeto a la integridad electoral, perdería; viene la trampa, ¿cómo podrá el mundo confiar en un Consejo Nacional Electoral, sobre el cual desde ya se duda?
Estados Unidos disfruta del petróleo para completar sus cuentas. Librar al castro-madurismo de sanciones no es complicado, aunque dejen indefensa a la verdadera oposición. Lo que viene no es simple, la batalla será compleja y completa, hay que enfrentar la tramposería, el fraude, chantaje y extorsión. No se podrá con el peso enorme de una piedra de molino.
En la búsqueda de apoyos hay que ser conscientes. ¿Se ofrece ayuda legítima, probada, desinteresada o acciones teñidas de fruición, picardía o ataque infundado? La reciprocidad es primordial para construir relaciones higiénicas y robustas. Elegir apoyos generosos, desinteresados e ilustrados, es buscar alas que elevan, no carlancas que hunden. Rodearse de quienes añadan valor a la existencia, que impulsen progresar, desarrollarse, alcanzar metas.
Vergonzosas declaraciones políticas inquietan por su simpleza. La ética desapareció. Es cómoda la ambigüedad, no así delinear estrategias, organizar y hacer una cruzada porque prive la sensatez y no el disparate absurdo de la estulticia.
A pesar de las opiniones, juiciosas o no, el referéndum se hará, porque quienes toman la decisión son manipulados por ignorantes de lineamiento político. Lo que se decida será irrelevante, no vinculante y sin consecuencias. El asunto a dirimir, guste o no, está en la Corte Internacional de Justicia, no hay vuelta atrás. No reconocerla es endosarle a un extraño forastero la decisión de no continuar defendiendo la soberanía.
@ArmandoMartini
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