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Una carta al diario inglés The Guardian sobre su reportaje acerca del lago de Maracaibo

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Captura de pantalla / Reportaje de The Guardian

Un informe sobre el lago de Maracaibo publicado por The Guardian, cuya autora es Camille Rodríguez Montilla, con fotografías de Rosana Silva, describe un esfuerzo por “pescadores, científicos y gente del lugar” para limpiar al lago de Maracaibo. El informe es parte de una serie financiada por la Fundación Open Society.

He leído este informe con interés y lo encuentro lleno de buenas intenciones y excelentes fotografías. No dudo que las personas involucradas en este esfuerzo lo hacen con sinceridad y entusiasmo. Lo que dudo es que quienes motorizan este esfuerzo desde el Estado saben lo que están haciendo y que tales esfuerzos puedan ser de valor significativo para remediar los inmensos problemas que enfrenta el lago de Maracaibo. Tal como se describen aquí, estos esfuerzos pueden crear una ilusión de que algo verdaderamente eficaz se está haciendo para resolver el problema cuando, en la realidad, ese no es el caso.

El informe habla de un grupo de pescadores que remueven la costra negra de petróleo de la superficie del lago y le da crédito a Nicolás Maduro y a su ministro del Ambiente, Josué Lorca, por este esfuerzo. Menciona también una iniciativa de la Universidad del Zulia para usar pelo humano y animal para recolectar hidrocarburos, algo que también he leído acerca de trabajos que se llevan a cabo en la Universidad Central de Venezuela. Según el reportaje quienes están trabajando en esto dicen “estamos ganando”.

La realidad es que el esfuerzo de un grupo de pescadores, a pesar de su loable intención, no es la solución a los problemas del lago. Los inmensos volúmenes de desechos humanos y animales que invaden el lago y lo han invadido durante décadas no pueden ser eliminados por un grupo de pescadores bien intencionados. Pretender victoria es ilusorio y puede inhibir esfuerzos mayores que son los realmente necesarios. De igual manera darle crédito a Nicolás Maduro y su ministro por esta modesta iniciativa, como si fuera un acto de efectiva política pública, representa un acto de propaganda política, ya que este régimen que ya dura 23 años no ha hecho nada sustantivo para remediar los problemas del lago, los cuales son de naturaleza múltiple y requieren miles de millones de dólares para su efectiva solución.

Las aguas del lago de Maracaibo son ricas en nitrógeno y fósforo, lo cual promueve la creación de algas y un ambiente anaeróbico, pobre en oxígeno. El lago está bajo ataque de cuatro enemigos principales: la progresiva salinidad, debida al dragado de la barra para llevar a cabo actividad petrolera; las descargas fecales e industriales no controladas desde las ciudades adyacentes, debido a la inoperatividad de las plantas de tratamiento; la descarga de sedimentos de los ríos al sur, los cuales asfixian la fauna acuática y los derrames petroleros debido a la falta de mantenimiento de las instalaciones de Pdvsa, algo que se ha agravado en los últimos años.

Estos cuatro enemigos han generado un ambiente pobre en oxígeno, de carácter eutrófico, en el lago, lo cual ha hacho declinar la fauna acuática y ha convertido las aguas del lago en no aptas para el consumo humano.

Son pocos los estudios que se han hecho en los últimos 20 años para considerar soluciones. El último que conozco, hecho por Bechtel en 2001, consideraba dos opciones principales: reducir la salinidad parando el dragado de la barra y reducir las descargas de los ríos del sur del lago, a fin de reducir los nutrientes que entran al lago, pero nada se ha hecho en este sentido. El colapso de Pdvsa ha incrementado los derrames petroleros. Las plantas de tratamiento de aguas servidas no funcionan. Si se quiere, la parálisis del dragado por falta de fondos de Pdvsa está ayudando en algo la situación.

El lago no puede regresar a ser lo que fue. Debemos enfrentar esta realidad y frente a ella lo descrito en el reportaje de The Guardian es como una aspirina para un tumor cerebral. Si creemos que algo sustantivo se está haciendo hoy nos estaremos condenando a no hacer lo que realmente debe hacerse.

Sinceramente,

Gustavo Coronel

Geólogo petrolero

McLean, Virginia

Estados Unidos

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