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El moralismo ancestral

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Estoy persuadido de que, cuando incultos gobiernan, enfadados e imponentes los hombres instruidos pervierten su racionalidad. Por ello, con frecuencia, miramos cómo ciertos jerarcas de organizaciones internacionales adhieren al bárbaro enmascarándole sus atrocidades o tras expresarles [impúdicos] respeto y hasta admiración.

No concedo que bastan el lenguaje y pensamiento lógico-filosófico para respetar la voluntad y representación de individuos o muchedumbres, porque el comportamiento moral exige: obliga una forma más inteligente de cohabitación fraterna y pacífica. La prédica de la empatía, tolerancia, concilio o trabajo en equipo exige rigor tanto de escritura culta como comportamiento hospitalario.

Desde hace siglos, al mundo urge ser gobernado por la combinación de un hombre sabio y provecto. Su materialización ha sido postergada, lo cual sabotea el reinado de la conciencia universal del bien. Sujetos incultos gobiernan para robar y matar porque no tienen capacidad de discernir entre ser responsables o infractores en funciones de mando político-militar.

Es dilemático armarnos letalmente para la defensa de la integridad física de nuestros familiares, amigos o paisanos. La letalidad enloda la necesidad intelectual de disuadir las amenazas potenciales de sociópatas, déspotas, esclavistas, explotadores, abusadores de toda naturaleza. La  sacralidad del estado de indefensión que impulsan los teólogos de la complicidad no evita el castigo fortuito e inmerecido que malvados infligen, a seres humanos no proclives a violentarse o exigir reparos mediante la fuerza de extremaunción.

Interactuamos mediante el lenguaje que  [numerosas veces] deviene en ofuscación porque nuestros interlocutores no son tan aptos para ceder como golpear, lo cual es más fácil para la rápida resolución de disputas donde la justicia no es convidada.

Una persona culta no inicia diálogos en actitud defensiva, pregunta qué opina o desea el otro respecto a determinados asuntos o relacionados [inclusive] a quienes son sus interlocutores.

Los calificados «cultos» y «apacibles» son vulnerables ante individuos salvajes porque la moral inmanente les impide confrontarlos sin que sus actos sean precedidos por el razonamiento, la reflexión, consecuencias: es decir, el moralismo ancestral.

@jurescritor

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