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La importancia de la praxeología en el pensamiento de Ludwig von Mises

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Por RICARDO MANUEL ROJAS

Uno de los aportes fundamentales que Ludwig von Mises brindó al desarrollo teórico de la Escuela Austríaca fue su exposición de la ciencia básica de la acción humana, a la que denominó Praxeología, rescatando un término ya existente, al que adjudicó un nuevo sentido.

El planteo fundamental de la Escuela Austríaca, enunciado por Carl Menger en sus discusiones con los marginalistas de su época y plasmado en sus Principios de Economía (1871), fue que en la determinación de los precios intervienen exclusivamente factores subjetivos, es decir, vinculados con la valoración que cada persona otorga en cada acción individual. Ello produjo una revisión de la teoría del valor, en la que el individuo tiene el papel central al ser el único capaz de valorar.

Por lo tanto, Menger advirtió que el factor determinante del valor de un bien no es la cantidad de trabajo o de otros bienes necesarios para su producción, sino la importancia que le asigna cada persona para satisfacer sus necesidades o aspiraciones.

Esta visión del intercambio económico motivó que décadas más tarde Ludwig von Mises se centrara en el estudio de la acción humana individual, que es el motor de todo proceso de interacción. La praxeología, ciencia de la acción humana, se convirtió en un pilar del desarrollo científico de la Escuela Austríaca.

La Praxeología parte del axioma fundamental de que los seres humanos conducen su vida por medio de acciones conscientes y deliberadas. De dicho axioma fundamental se deducen o derivan, como implicancias lógicas, varios axiomas subsidiarios. Su objeto de estudio son las formas puras de la acción, sus categorías para el análisis científico, y no las acciones que en particular puedan desarrollarse en cada momento. Por ello es una ciencia teórica y sistemática, y no histórica. Su objeto es la acción humana como tal, con independencia de todas las circunstancias ambientales, accidentales e individuales de los actos concretos.

Estudiar las formas de la acción es fundamental para encarar cualquier fenómeno social. Esto tuvo una influencia determinante en la metodología de estudio de las ciencias sociales en general.

Al igual que otros autores enrolados en el dualismo metodológico, Mises entendió que no es posible conformar las ciencias de la acción humana con la metodología propia de la física o de las ciencias naturales. Toda vez que la acción humana es individual, y cada persona actúa siguiendo sus propios propósitos y objetivos, no existen regularidades al modo en que sí se advierten en la física, y por lo tanto la forma de experimentación y sus conclusiones deben necesariamente ser distintas. De allí la importancia fundamental de comenzar cualquier estudio social a partir de los postulados praxeológicos.

En este sentido, Mises brindó argumentos teóricos para reforzar la idea del individualismo metodológico, que consiste en considerar que sólo es posible estudiar a la sociedad a partir de estudiar al individuo, toda vez que la sociedad no es más que un conjunto de individuos interactuando; y lo hacen cada uno motivado por sus propios propósitos, con la esperanza de pasar a una situación mejor a través de su acción.

El producto de esa interacción es aquello a lo que denominamos “sociedad”. No es un organismo o cuerpo susceptible de ser estudiado como tal de manera diferente, como se ha pretendido a partir de ciertos postulados “sociológicos” basados en principios positivistas, sino un simple proceso de intercambio.

De allí la importancia de conocer las bases teóricas abstractas que guían el comportamiento humano individual, y por lo tanto la praxeología ha de entenderse como una ciencia que no sólo permite el estudio de los procesos económicos, sino de los procesos sociales de cualquier tipo. Por ello, al destacar el esfuerzo de la praxeología por buscar conocimiento universalmente válido en el campo económico, Mises se lamentó de que no hubiese sucedido lo mismo en otras áreas de las ciencias sociales (Mises, Ludwig, Los fundamentos últimos de la ciencia económica).

Es bueno recordar que Mises denominó originalmente “sociología” a la ciencia de la acción humana en un ensayo escrito en 1929. Pero luego decidió reemplazar ese término por el de “praxeología”, al advertir que la sociología había dejado de ser una ciencia teórica para convertirse en una ciencia histórica (Mises, Ludwig, Autobiografía de un liberal. La gran Viena contra el estatismo). La visión positivista de la sociología convirtió al estudio de los procesos de interacción humana en engranajes en un cuerpo único, lo que mostraba una idea precisamente opuesta a la que Mises, y la Escuela Austríaca en general, tenían de dicho proceso. Por lo tanto “praxeología” fue un concepto que mejor se adaptaba al individualismo metodológico. Fue así como denominó a su obra cumbre, su tratado de economía, como La acción humana, y prefirió, en lugar del término economía como la ciencia que estudia los fenómenos de acciones e intercambios, usar el de Cataláctica.

Puede considerarse a la praxeología como la base de lo que debería ser una única ciencia de la sociedad. El racionalismo constructivista, a partir de finales del siglo XVIII, fue desarrollando distintos aspectos de la interacción humana como ciencias sociales independientes, que con el tiempo evolucionaron con bases metodológicas distintas, y muchas veces contradictorias. Sin embargo, al igual que ocurrió embrionariamente con los autores morales escoceses, los de la Escuela Austríaca tuvieron una visión integradora de todos esos aspectos, y la praxeología desarrollada por Mises puede considerarse como la argamasa o el catalizador que permite integrarlos en una visión de conjunto. No es casual que los principales exponentes de dicha Escuela hayan sido versátiles estudiosos de todas las áreas del conocimiento de la sociedad.

El aporte de Ludwig von Mises ha sido fundamental en este punto, y ha dejado como legado a las generaciones siguientes la tarea de aplicar esos principios de la praxeología, que autores como él mismo, y discípulos Hayek, Kirzner y Rothbard aplicaron a la cataláctica, en otras áreas como el derecho, la moral o las instituciones.

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