Por más que quisiera mostrar su descontento o explicar la razón de ser de su libro, a Miro Popić se la pusieron difícil. O, mejor dicho, él mismo lo hizo. Una de sus nietas, Ivanna, la protagonista de la portada del libro Leer para comer, siempre le saca una sonrisa. Un suspiro.
La pequeña, ahora de 9 años, tenía 4 cuando le tomaron la foto en la que se le ve muy concentrada armando su plato favorito: la hallaca. Ese día fue el último que estuvo en su adorada «casa de las gallinas», la de sus abuelos Miro y Yolanda en Caracas, antes de emigrar con sus padres a México.
Ese recuerdo, entonces, se convertiría en otro motivo para la realización del libro: «La preservación de la cocina venezolana a través de nuestros descendientes».
Con ella siempre en mente –al igual que sus otras nietas– y con la necesidad de alimentar el hábito de la lectura entre los jóvenes de Venezuela, el periodista e investigador se dio a la tarea de rastrear historias y contar, con la verdad por delante y derribando mitos, todo lo relacionado con los orígenes, tradiciones y costumbres gastronómicas del país.
Intolerante a las fake news
Tiene una obligación, enfatiza, no solo con quienes conocen su trabajo y lo siguen, sino con aquellos que van por la vida, en automático, repitiendo cosas porque las scuchan o leen a través de las redes sociales.
«Leer para comer, en cierta medida, es una respuesta a lo que se publica sobre la gastronomía venezolana a través de la web. Hay muchas mentiras, falsedades, incluso historias que se convierten en leyendas», asegura incómodo. «Eso es lo que quiero contrarrestar: información sin investigación vs. el estudio y la exploración de las mismas».
Leer para comer tiene 240 páginas divididas en 14 ensayos cortos independientes uno del otro, todos enfocados en la cocina venezolana. «Cada capítulo nace y termina allí. Nada se entrelaza y tampoco existe un desenlace que las conecte», manifiesta Popić.
Se tocan temas como los tequeños, la inexistencia de la comida mantuana, las hallacas, el pan de jamón, el pabellón y las arepas. Rescata, sin embargo, tópicos como las caraotas dulces (algo que no existe, según él), un postre llamado crema automóvil, casi enterrado en el olvido colectivo, y la historia de héroes criollos como la bibliotecóloga Orfila Márquez y quien sería precursor de don Armando Scannone, Chento Cuervo.
«A estos últimos nadie los conoce y es una verdadera lástima», resalta. «¿Sabías que Márquez es la única persona que ha recopilado todo lo que se ha hecho a través de Venezuela y su historia?», dice. «¿Y que el señor Cuervo, nacido en Puerto Cumarebo, estado Falcón, escribió el primer libro de cocina en el país, con más de 1.200 recetas contabilizadas, escritas a mano con tinta y pluma?».
Chento Cuervo, describe, nunca ha salido de su pueblo, pero su labor bastó para que el gran filósofo y crítico venezolano Luis Prieto Figueroa lo catalogara como el mejor educador del siglo XX. «Eso, precisamente, es lo que despuntan las páginas de Leer para comer. Se abren mentes, se aprende, como cuando lo hice yo al entender que una de las recetas predilectas del señor Chento es la jalea de guayaba, cuya explicación se hizo en 26 páginas y tardó 10 años en desarrollarse, y cuyo valor radica en su secreto mejor guardado: el agua de lluvia», relata.
De copy/paste y escándalos mundiales
Los capítulos de Leer para comer asoman algo de Kaftka o el mismo Borges. «Cuando estudié periodismo nos dijeron que el público es un grupo de personas hechas para leer títulos. Si éste te atrae, vas a iniciarte en la lectura y los muchachos –hoy día– no leen, prefieren hacer tuits. Por eso estoy aquí, para facilitarles el trabajo», explica.
“Trato de que la juventud lea. Los libros no muerden y leer es gratis”
De nuevo, Miro Popić reitera que está harto de los fake news, del escándalo y las atrocidades. Por eso aboga por su libro, un escrito que puede consultarse con la certeza de que todo ha sido investigado, documentado y estudiado. «No hay absolutamente una línea que no sea verdad». Para facilitarle la lectura al consumidor, al final de cada capítulo se dio a la tarea de condensar información en 280 caracteres, de los que puede hacerse copy/paste para redes sociales.
«Está debidamente autorizado, no hay derecho de autor», afirma bromeando. «Es un regalo para quienes viven en las redes sociales y, para mí, una conexión con lo más jóvenes».
Miro Popić entre amigos
El lanzamiento de Leer para comer, un encuentro entre amigos, se llevó a cabo en Via Appia, uno de sus espacios favoritos en Caracas, ubicado en La Castellana. La tienda gastronómica de origen italiano es, desde hace décadas, una de sus referencias. En materia de comida, afirma, sigue ofreciendo al comensal todo, absolutamente todo, para degustar especialidades gourmet en casa.
Allí, además, se venderá su libro por 20 dólares, así como en las librerías del país.
De Leer para comer, señaló, está trabajando en la segunda parte. «Si son más de 250 páginas, la gente no lee, aclara. «Por eso se viene pronto Comer para leer, la continuación, esperando que no sean dos años para terminarlo.
Miro Popić cita a Descartes para terminar. «Para pensar hay que comer y si no comemos, no podemos hacer absolutamente nada. Con hambre, nada sale. Hay que desarrollar el cerebro y a partir de ahí se desarrollan las ideas«.
«Para pensar hay que comer y para escribir hay que leer… Y para leer, se debe comer”
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