Claudia Rojas estaba en Margarita cuando recibió la llamada. No sabía quién era. Solo escuchaba que le decían que tenía que estar lista para trabajar en una película. Al final, la persona al otro lado de la línea le dijo: “¿Sabes quién es?”. La muchacha contestó que no. “Te habla Alejandro Bellame”, le dijo el cineasta venezolano para disipar dudas.
Fue a finales de enero. Pocas semanas antes la joven actriz había puesto en su cuenta en Instagram una foto de una de las tantas obras en las que estuvo en 2017. En el texto, agradecía por las oportunidades de los 12 meses previos.
Bellame la llamó para proponerle que asumiera el papel de Eugenia Bianchi, como se llamará el personaje de Eugenia Blanc, en la adaptación al cine de Blue label/Etiqueta azul, novela de Eduardo Sánchez Rugeles.
En octubre, Rojas se enteró de que ella no había sido la elegida, sino María Gabriela de Faría. Ella lo aceptó y siguió. Comenzó el rodaje, pero una llamada desde Estados Unidos cambió todo. A De Faría le dijeron que había sido seleccionada para formar parte del elenco de una serie de Netflix.
El rodaje se pospuso hasta enero, pero al final, ella no pudo seguir.
Hace cuatro años Rojas había participado en el casting, pero hubo un hiato en la preproducción hasta el año pasado. “Ha sido el único casting que nunca dejó de estar en mi cabeza. Soñaba con el personaje, pero no desde la obsesión. Cuando Guillermo Londoño (director de casting) me llamó, me dijo que tenía un día para leer el libro. Para ese momento de mi vida, Eugenia era yo. No porque fuera la mejor actriz, sino porque sentía que nuestras vivencias eran cercanas”, cuenta.
Durante la llamada de Bellame, cuando ella estaba en la isla, el director le avisó que no había tiempo de preparar al personaje. A lo que ella decidida respondió: “Tranquilo, lo tengo listo desde hace cuatro años”.
¿Y por qué el apego con Eugenia? “Cuando estaba en el colegio, era solitaria como ella. Uno en esa época suele identificarse con un grupo, pero a mí no me interesaba. Tenía a mi mejor amiga nada más. El resto de la gente me parecía inmadura, tenía un complejo de superioridad tontísimo, En ese momento era así. Me la pasaba en la biblioteca leyendo libros de Historia universal o novelas como Señor Dios, soy Anna”.
Eso, en principio, pero hay experiencias más profundas que la conectan con el personaje. “Ella en la novela entabla una relación con Luis Tévez, que tiene una cercanía con la muerte y siempre la desafía. Mi pareja de ese momento era así. Fue impactante verme en ese lugar de vulnerabilidad en el que siempre estás pendiente de convencer a esa persona que ve el mundo así y no hay manera de cambiarlo”, recuerda.
El equipo de la película volvió a filmar las escenas que habían hecho con De Faría y culminó las que faltaban por llevar a cabo en el país. Ahora el plan es grabar en Italia entre mayo y junio.
En el cine, las tablas y el canto. No es la primera vez de Claudia Rojas en el cine. Ha estado en varios cortometrajes y también trabajó en el largometraje Yo, mi ex y sus secuestradores de Javiera Fombona, que todavía no se ha estrenado.
“El cine siempre fue una meta. Si bien el teatro abarca mucha información y códigos, el cine es otro lenguaje. Para un actor es sumamente retador y emocionante ser parte de ese universo”.
Además, este año incursiona en la telenovela, en una producción de RCTV escrita por Karin Valecillos. Se llama Eneamiga y es protagonizada por Damián Genovese, Charyl Chacón, Leo Aldana y Diana Díaz.
Rojas, de 23 años de edad, primero fue cantante. “Aunque la actuación siempre fue un deseo, yo lo que he hecho siempre es cantar. Yo pertenecía a la escuela de canto de Delia Dorta. Recuerdo que una vez nos enteramos de que estaban buscando a gente que cantara y bailara. Yo tenía 17 años de edad. Fui y quedé en la audición de Godspell, el musical. Cuando pisé las tablas y tuve ese encuentro con el público, decidí que ahí me quedaría para siempre”.
Luego, se formó como actriz en el TET. Hizo los tres años de formación y desde entonces ha estado en El mago de Oz, Despertar de primavera, Batería, Clarita y Pancho, El aquelarre, Cría de canguros, Mi madre, Serrat y yo, Lucy en el cielo con diamantes y La foto. “Todo lo que he hecho es una forma de decirle a mi generación, tal vez una de las más desanimadas en el país actualmente, que se siguen haciendo cosas, que hay espacios de luz y creación”, asegura quien en 10 años espera no solo haber conseguido el éxito en la actuación, sino también afianzar su carrera como cantante y compositora. “Tengo muchas canciones escritas. Desde que tenía nueve años. Me gusta el pop experimental”, comparte.
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