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Aumenta la resistencia a los antimicrobianos por la falta de antibióticos

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El uso excesivo de antibióticos es una de las causas más aceptadas de la resistencia a los antimicrobianos (RA), a menudo llamada «pandemia silenciosa»; pero —y esto es menos sabido— la falta de antibióticos también causa RA.

La escasez de amoxicilina pediátrica, que se usa para combatir el estreptococo del grupo A, fue noticia en el Reino Unido a fines del año pasado, cuando un repentino aumento de las infecciones causó la muerte de al menos 19 niños. Lejos de ser algo atípico, esos déficits son frecuentes y ocurren por doquier: afectan a países en todo el mundo y pueden tener graves consecuencias, tanto para la salud de la gente como para la difusión de la RA. Eso se debe a que la escasez de los antibióticos que se usan como primer recurso suele llevar al uso excesivo de otros más especializados, o que se reservan para emergencias. No solo es posible que esos sustitutos resulten menos eficaces, recurrir a ellos aumenta además el riesgo de crear resistencia a los medicamentos y que las infecciones sean más difíciles de tratar a largo plazo.

La RA ya es una de las mayores causas de muerte… y sigue aumentando. Se estima que en 2019 fue directamente responsable de 1,27 millones de fallecimientos —más que el VIH/sida y la malaria juntos— y estuvo relacionada con 4,95 millones más. Hasta ahora, la respuesta mundial a esta creciente crisis se enfocó en ganarle a las bacterias resistentes a los medicamentos desarrollando nuevos antibióticos, pero en el corto plazo hay mucho margen de maniobra para reducir la cantidad de muertes por RA, al igual que su impacto más amplio en la salud, solucionando algunas de las causas de escasez y mejorando el acceso a tratamientos adecuados.

Las mismas fallas de los mercados que dispararon la crisis mundial de RA son en gran medida responsables de la escasez de antibióticos. La producción de antibióticos a menudo es más compleja y costosa que la de otros medicamentos, sus requisitos regulatorios son más estrictos, y resultan menos rentables. Es por eso que muchas empresas farmacéuticas redujeron significativamente o interrumpieron la investigación y el desarrollo de antibióticos en las últimas décadas.

No solo son muy pocos los nuevos antibióticos en desarrollo, su producción se tornó además menos atractiva para el mercado (en parte por cuellos de botella y volatilidad en la cadena aprovisionamiento). Solo hace falta un problema en el aprovisionamiento de alguno de sus ingredientes o en los controles de calidad, o que uno de los proveedores aumente los precios o interrumpa completamente la producción, para paralizar la cadena de aprovisionamiento mundial de esos medicamentos.

La volatilidad de la demanda de antibióticos por brotes repentinos de infecciones bacterianas y la incorrecta gestión de las provisiones nacionales, que contribuye a crear faltantes, han sido igual de importantes. Aunque la escasez no es infrecuente en la industria farmacéutica, su probabilidad es 42 % mayor en el caso de los antibióticos que en el de otros medicamentos.

Aunque obtener números exactos que revelen la escala del problema es difícil, se podría evitar gran parte de esta incertidumbre con un abordaje más inteligente del mercado. Aun cuando los antibióticos son menos lucrativos que otros medicamentos, pueden, de todos modos, ser rentables para las empresas farmacéuticas. Lo único necesario es contar con datos precisos: es posible reducir los riesgos para los fabricantes mejorando las previsiones y ofreciéndoles mayores incentivos para aumentar la producción y ampliar los mercados.

También hay mucho margen de mejora en la forma en que los países —especialmente aquellos con bajos ingresos— adquieren, registran y gestionan estos medicamentos vitales. Si se amplía la capacidad de las autoridades regulatorias nacionales, por ejemplo, sería más fácil monitorear y coordinar el aprovisionamiento y crear reservas para aumentar la resiliencia. Todo esto daría además un mayor grado de certeza a los fabricantes.

SECURE, una iniciativa liderada por la Organización Mundial de la Salud y la Global Antibiotic Research and Development Partnership (Asociación Mundial para la Investigación y el Desarrollo de Antibióticos), de la cual soy director ejecutivo, procura trabajar con los países para mejorar el acceso a los antibióticos esenciales. Eso implica explorar la forma en que las autoridades regulatorias pueden funcionar como nodos para monitorear y evitar faltantes, y responder a ellos. La intención de SECURE es crear con el tiempo mercados más competitivos y amplios, alentando para ello a los países a combinar sus compras, lo que garantizaría una oferta más confiable.

La escasez de antibióticos es un problema grave para todos los países, pero es mucho lo que se puede y debe hacer para evitarla. Considerando que la RA se difunde cada vez más rápido y que las etapas iniciales del desarrollo de antibióticos requieren mucho tiempo, no podemos darnos el lujo de seguir soslayando este problema. Igual de importante es que los esfuerzos para solucionar la escasez de suministros podrían también ayudar a que cuando esos nuevos medicamentos estén disponibles lleguen a quienes los necesiten.

Traducción al español por Ant-Translation

Manica Balasegaram es director ejecutivo de la Global Antibiotic Research and Development Partnership (Asociación Mundial para la Investigación y el Desarrollo de Antibióticos).

Copyright: Project Syndicate, 2023.

www.project-syndicate.org

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