El pasado 22 de octubre, una parte de la oposición en Venezuela llevó a cabo unas elecciones primarias, tal como lo establece el artículo 67 de la Constitución de la República Bolivariana de Venezuela, un ejercicio en el que destacó la participación y el compromiso de la ciudadanía. Este evento demostró el legítimo derecho de los venezolanos a expresar sus opiniones y a reafirmar que la vía para lograr el cambio es a través del sufragio. Es un punto de partida importante para el futuro político del país, que este sector vuelva a la ruta electoral.
Es innegable que las primarias fueron un paso adelante, a pesar de su naturaleza excluyente. Ahora, debemos dejar atrás las diferencias y centrarnos en lo que podemos corregir de cara al futuro. Lo más destacado de estas elecciones no fue la victoria de María Corina Machado, sino que contó con una participación importante.
Sin embargo, aunque es un buen comienzo, es evidente que esta cifra no es suficiente para garantizar una victoria en las elecciones presidenciales de 2024. La clave para el éxito radica en la unidad y el reconocimiento de todas las partes. La Alianza Democrática cuenta con un número importante de votos, al igual que los independientes. La esperanza radica en la sensatez y la grandeza política para lograr un acuerdo nacional que unifique a todos los sectores del país y garantice una transición consensuada, ordenada, gradual y pacífica.
El actual gobierno enfrenta una disminución en su popularidad, que se refleja en encuestas y en la percepción de la población. Las cifras de participación en eventos electorales anteriores indican una tendencia decreciente: 8,2 millones de votos en 2012, cuando Chávez aún vivía; 7,6 millones en 2013 para Nicolás Maduro; 6,2 millones en 2018; 4,3 millones en las elecciones de la Asamblea Nacional en 2020, y 3,7 millones en las elecciones regionales y municipales de 2021 para el Partido Socialista Unido de Venezuela (PSUV).
El desempeño mediocre del gobierno en la solución de problemas crónicos ha provocado una creciente decepción en la población, llevándola a buscar respuestas en otros actores políticos. No obstante, aún quedan desafíos por delante.
Es esencial tener en cuenta que María Corina Machado está inhabilitada, no por razones legales, sino por motivos políticos. Esta situación plantea cuestionamientos sobre la institucionalidad en el país. La pregunta sobre por qué Leopoldo López y la propia MCM no pudieron ser candidatos en el pasado resalta la falta de institucionalidad en el sistema político venezolano. Las decisiones políticas están influyendo en la capacidad de ciertos líderes para participar en procesos electorales.
La falta de institucionalidad es un desafío clave en el camino hacia la unidad y la restauración de la democracia en Venezuela. Los ciudadanos han expresado su deseo de cambio a través de las urnas, pero la complejidad de la situación política exige una solución que involucre a todas las partes y promueva la reconciliación.
Es fundamental que se hable con la verdad al pueblo venezolano, aunque sea una realidad dura de aceptar. Esto es esencial para evitar una nueva frustración que podría traducirse en desesperanza, desmovilización y, peor aún, abstención. La unidad y la participación activa de la ciudadanía son la clave para construir un futuro democrático y próspero en Venezuela. La tarea es ardua, pero el deseo de cambio y la esperanza en un futuro mejor son los motores que impulsarán a Venezuela hacia adelante.
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