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Dimensiones del cuerpo performativo

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Foto: Víctor Alexandre Iglesias

“En Sonia Sanoja, la danza convertida en escultura encuentra una perfección nueva…”

Recientemente la imagen y la obra creativa de Sonia Sanoja ocupó casi por completo la agenda cultural de Caracas. La tercera edición del Festival de Artes Escénicas Franco Venezolano ubicó a la universal bailarina en el centro de una dinámica y diversa programación artística, en la que el espíritu de modernidad y el sentido de identidad estuvieron siempre presentes.

Una gala escénica que bien podría valorarse cómo honesta y esencial, tal como el mundo de Sonia, tuvo lugar en la Sala José Félix Ribas del Teatro Teresa Carreño a fin de honrar a la creadora y a la maestra, pero muy especialmente para celebrar su clara permanencia entre nosotros.

El formato que orientó la propuesta fue mucho más que el hecho coreográfico, tan proverbial en Sanoja, para abordar dimensiones cercanas al cuerpo performativo y su acercamiento tanto a la poesía como a las artes plásticas y audiovisuales.

Foto: Víctor Alexandre Iglesias

Un vídeo ya histórico, producido en 1981 por la Universidad Nacional Abierta enmarcado en el Jardín de Esculturas del Museo de Bellas Artes de Caracas que tuvo a Sonia Sanoja como gran protagonista, resultó el punto de partida para la concepción de la gala llamada Cuerpos performativos, cuyo espacio escénico además de sorprendente en su sencillez, lo fue también por su ductilidad y belleza formal.

Conceptualmente, las acciones escénico plásticas presentadas  se centraron en tres obras coreográficas referenciales de Sanoja: Duración uno y cuatro (1960), Duración densa (1963) y Cuerdas, simple medida (1978), todas contentivas de visiones disímiles del cuerpo escultórico, las de la propia Sonia y también las de Alexander Calder y Gego. De nuevo ancestros y modernidad se ubicaron en dos lejanos y cercanos extremos.

Foto: Víctor Alexandre Iglesias

La identificable dirección artística de Rafael González destacó por un tratamiento coreográfico alternativo de las obras de Sanoja, así como por la iluminación y el efectivo planteamiento visual de la puesta, que contó con los aportativos videoartes de Eduardo Arias y Anaisa Castillo.

Dos bailarinas ejemplares, Carmen Ortiz y Daniela González, ofrecieron con sus respectivos desempeños valiosas aproximaciones al universo complejo de Sonia, haciéndolo finalmente suyo. Las dos destacadas intérpretes representan distintos tiempos y logros trascendentes de la danza contemporánea venezolana.

Sonia Sanoja estuvo allí presente en cuerpo e ideas.

Foto: Víctor Alexandre Iglesias

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