Hay quienes en algún momento se consideran soldados de primera línea para las batallas de la vida, los retos profesionales o las misiones personales que se abrazan como propias. Esto, es más que un derecho, resulta una percepción hasta plausible ante los desafíos y las dificultades que se presentan, las cuales, tanto hombres como mujeres sobrellevan con mucho o poco aplomo y se superan por valientes o asiduos. En otras tantas oportunidades, se pretende llevar un uniforme de honor y al momento de ser probados, los corazones desfallecen como principiantes en alta mar que navegan sin brújula.
Vislumbrar esto me hace pensar en una frase que asombra y obliga a meditar cuando se lee: “Ningún soldado que quiera agradar a su superior, se enreda en cosas de civiles”. Si se considera que todos tenemos como superior en la vida al Padre celestial, se reduciría considerablemente la participación consciente e inconsciente que adquirimos en conflictos con los pares, las personas de autoridad, la familia e incluso evitaríamos vociferar en defensa propia cualquier cosa, ya que en batalla todos son heridos, unos para muerte y otros para la vida que te compromete a relatoría.
Ser parte de la mesnadas de primera línea debe crear plena consciencia de que vas delante de muchos otros, si te dejas matar otro ocupara tu lugar y si te hieren de gravedad otro deberá ubicarse en tu posición, mientras recuperas la movilidad, estabilidad psicoemocional y superas el dolor paralizante. Empero, ante todas esas circunstancias el avance de la tropa no será detenido, cada cual sabe las implicaciones de su posición, lo que se le demandará en una corte militar, y el compromiso moral y espiritual con quienes comparte línea.
El punto clave nunca será la posición que se ocupa en la milicia sino la identidad que se tenga dentro de ella, hoy estas en el último lugar, mañana puede que seas el de la estrategia. Sin embargo, siempre serás parte de la tropa. Conociendo tu identidad y el compromiso adquirido, no hay demasiado tiempo disponible para litigar sobre cosas civiles, conflictos emocionales por habladurías, enemistarse por miradas o caras largas, participar de indiscreciones que se exceden de tus competencias, ser fútil promiscuo de verdades o banderín de vientos cambiantes,
Lejos de referirme a cosas naturales falibles, proscribo mis pensamientos aquello que te sustenta a lo largo de la vida, te inspira y que seguramente pasará muy lejos si lo dejas escapar. Sujeto mi credo a una verdad incorruptible y sagaz que requerirá una sensibilidad renovada como la aurora de cada mañana, para que no ocurra desgaste ni desperdicio de energía. Dicha verdad se subleva a lo ilícito contaminante y prorrumpe con osadía irreverente en lo opresivo y desecante de energía vital.
Un estratega de primera línea no recibe toda historia como verdad, ni cree las mentiras inquebrantables, independientemente de la fuente. El mismo se esfuerza por buscar una dirección real y zarpar hasta alta mar, donde su conexión será ininterrumpida, y su corazón podrá navegar, aun si su nave es solo un pequeño velero de frágil y sencillo de armar.
@alelinssey20
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