Una, o varias disputas, debilitan la resistencia contra el régimen de Maduro. Y no estoy hablando de los alacranes tarifados, quienes, como todos sabemos, son maduristas. Hablo de la oposición que, en lugar de unirse contra el enemigo común, se ha visto sumida en una lucha interna que ha debilitado su capacidad para enfrentar al gobierno.
Al momento que escribo estas líneas no sabemos si va a haber primarias o no. El gobierno de Maduro, en bajos históricos de popularidad, tiene sin embargo la fuerza para torpedear las primarias, porque la oposición se opone a sí misma en lugar de al régimen. Un desfile de egos, un despliegue de majaderías, una muestra constante de que una de las principales razones por las cuales la oposición venezolana no ha logrado derrocar al régimen de Maduro, es la falta de unidad interna.
Esta fragmentación, aunada con las divisiones internas de los diversos partidos políticos y líderes opositores -que han protagonizado disputas y rivalidades en público, en vez de lavar los trapos sucios en casa- ha llevado a una fragmentación perjudicial que ha debilitado su capacidad para ofrecer una alternativa sólida y coherente al gobierno.
Por supuesto, estas actitudes hablan de una carencia total de estrategias claras y unificadas, porque en lugar de establecer un plan para enfrentar al régimen de Maduro, los opositores han adoptado enfoques divergentes y contradictorios. Algunos han optado por la confrontación directa, mientras que otros han optado por la negociación o el boicot electoral. Y todo a la luz pública, lo que causa desconfianza, confusión y lo peor, ha debilitado la capacidad de la oposición para movilizar a la población y generar un cambio efectivo.
Esta pérdida de confianza y credibilidad no debería menospreciarse, pero la menosprecian. Ya la población venezolana ha sufrido demasiado para que quienes podrían ser alternativa, lo que hagan sea erosionar la confianza y la credibilidad de la ciudadanía. Los constantes enfrentamientos públicos y las disputas han generado desilusión y escepticismo entre los ciudadanos, quienes ven a la oposición como un grupo fragmentado y sin capacidad para brindar soluciones concretas a los problemas del país. Esta pérdida de confianza ha debilitado la capacidad de la oposición para movilizar el apoyo popular y generar un cambio político significativo. Es más, como suele suceder, cuando alguien apoya a otra persona o a una causa, puede tener altas expectativas sobre su desempeño o comportamiento. Si esa persona o causa no cumple con esas expectativas, puede generar una sensación de decepción y frustración, lo que lleva a un enfado mayor. El sentimiento de traición puede ser especialmente fuerte cuando alguien ha apoyado sinceramente a otra persona y luego descubre que ha sido engañado o que esa persona ha actuado en contra de sus intereses, y esa sensación de traición puede generar una respuesta emocional intensa. Además, la mayor proximidad emocional hace que las personas tiendan a desarrollar una conexión más fuerte con aquellos a quienes han apoyado y cualquier acción o comportamiento negativo de esa persona es percibido de manera más personal y, por lo tanto, provoca una reacción negativa mucho más emocional.
Por supuesto, la lucha interna de la oposición lo que ha resultado es en beneficios para el régimen de Maduro. Le han permitido al gobierno mantenerse en el poder con mayor facilidad. Y el régimen ha utilizado -y sigue utilizando- esas disputas internas de la oposición como una herramienta no sólo para deslegitimarla, sino para retratarla como una fuerza desorganizada y sin rumbo, aunque ellos también lo estén. Por eso continúan con sus prácticas antidemocráticas, porque no hay una resistencia efectiva.
La oposición venezolana se encuentra en una encrucijada crucial, haya o no haya primarias. Para poder enfrentar de manera efectiva al régimen madurista y buscar una solución a la crisis en Venezuela, es fundamental que los líderes opositores superen sus diferencias y trabajen en conjunto. La unidad, la claridad estratégica y el restablecimiento de la confianza y la credibilidad son elementos esenciales para lograr un cambio real. Solo mediante la superación de sus divisiones internas, la oposición podrá enfrentar a Maduro y trabajar para reconstruir el país. Si no, seguirá la diáspora, el hambre, la falta absoluta de educación, de servicios públicos, de producción de bienes y un largo etcétera, mientras los chavomaduristas terminan de raspar lo que queda de la olla. Que Dios nos agarre confesados…
@cjaimesb
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