La crisis que se vive en la frontera sur de Estados Unidos y su impacto en el ambiente político del país están provocando un endurecimiento de la administración de Joe Biden frente al tema migratorio.
Eso es, al menos, lo que se desprende de sus dos anuncios de esta semana, orientados a reforzar los controles en el cruce entre Estados Unidos y México y detener el flujo migratorio, reseñó El Tiempo.
Por un lado, la administración demócrata reveló que planea construir un muro físico en un sector del valle del Río Grande, en Texas, que viene siendo usado como una de las rutas preferidas para la inmigración ilegal.
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Por el otro, Washington destapó un acuerdo con el gobierno de Nicolás Maduro en Venezuela para iniciar la repatriación de ciudadanos que se encuentren de manera irregular en Estados Unidos.
Ambas movidas impensables hasta hace algunos meses, que dejan claro lo explosivo de la situación.
🇺🇸 Biden tras satanizar a Trump durante la campaña y todos estos años, ahora reanudará la construcción del muro y alega qué él "no puede detenerlo".pic.twitter.com/5G9WweaAKw
— Emmanuel Rincón (@EmmaRincon) October 5, 2023
En el primer caso, tanto Biden como los demócratas llevaban años criticando los esfuerzos de su antecesor, Donald Trump, por construir una barrera entre los dos países. De hecho, una de las primeras decisiones del presidente tras llegar a la Casa Blanca fue cancelar todos los planes en ese sentido por considerarlos inconsecuentes y lesivos para el medio ambiente.
Sin embargo en el anuncio formal radicado en el Registro Federal, la administración sostiene que hay una «necesidad inmediata y aguda que requiere construir barreras físicas» para impedir el ingreso ilegal a Estados Unidos.
Así mismo, advierte que obviará al menos 20 regulaciones ambientales que hoy día impedirían la construcción en esa zona, que también es un corredor para animales que migran entre los dos países.
Este jueves, tras conocerse la noticia, la administración Biden trató de restarle importancia alegando que solo está cumpliendo con un mandato del Congreso que viene del 2019 cuando Trump era presidente. Ese año el legislativo aprobó cientos de millones de dólares para la construcción del muro y hasta ahora se ha negado a reasignar los recursos a otros programas.
De hecho, el propio Biden insistió esta semana en que un muro no era la solución mientras que el secretario de Estado, Antony Blinken fue enfático al decir que la administración no ha cambiado de política en torno a la construcción de barreras físicas.
Es cierto que el gobierno no está pidiendo más fondos de los que ya están apropiados para erguir muros. Además, el tramo previsto solo abarca unos 35 kilómetros de los 3600 que mide la frontera entre México y Estados Unidos. Es decir, sería solo un «paño de agua tibia» y que tardará años antes de que sea finiquitado.
Pero sin lugar a dudas constituye un giro de 180 grados frente a sus políticas anteriores que provocará la ira de grupos ambientalistas y promigración que hacen parte de la base del partido.
Así mismo, en la orden radicada en el Registro Federal, la administración menciona de manera específica que solo en el mes de agosto más de 245.000 personas ingresaron ilegalmente por esa zona de la frontera. Cifra que bate todas las marcas previas y que se añade a los más de dos millones de ilegales que han sido capturados intentando ingresar de manera irregular en este año fiscal 2023.
En otras palabras, pese a que diga lo contrario, es claro que la decisión de erigir barreras está asociada al flujo migratorio que se viene registrando. Tanto que el expresidente Trump se la cobró a Biden exigiendo excusas por oponerse a la construcción del muro.
El anuncio en el caso de los venezolanos es muy similar. Ambos países anunciaron este jueves la reanudación de los vuelos de repatriación de connacionales, que estaban suspendidos desde hace más de un lustro tras el rompimiento de las relaciones diplomáticas.
Aunque no se sabe cuál será la frecuencia de los vuelos, se habla de comenzar con al menos uno a la semana. La movida en gran parte obedece a varios factores.
El primero es que en los últimos meses se ha reactivado el flujo de venezolanos a través de la frontera sur. De hecho, según cifras aún no oficiales de la Patrulla Fronteriza, en septiembre fueron arrestados más de 50.000, que equivalen a la cuarta parte de todas las detenciones.
Un aumento impresionante comparado con las cifras anteriores que habían caído durante el primer semestre del año tras el anuncio de una serie de programas para estimular la migración ilegal.
Sin embargo, los escollos que aún existen para acceder a ellos al parecer terminaron desatando el tsunami actual de migrantes que se ha visto exacerbado por la decisión de conceder a los venezolanos un estatus de protección temporal que les permite trabajar legalmente en Estados Unidos por un periodo determinado.
La administración acaba, precisamente, de ampliar ese programa a 500.000 venezolanos adicionales. Aunque la medida solo aplica para los que hayan ingresado antes del 31 de julio, la idea de que volverá a ampliarse se ha asentado entre los venezolanos que ahora corren hacia la frontera antes de que se cierre la compuerta en caso de que los republicanos vuelvan al poder.
Así mismo, esta enorme migración, que también incluye a colombianos y ecuatorianos, se ha traducido en un problema mayúsculo para grandes ciudades del país como Nueva York y Chicago que ahora le exigen a Biden hacer más para detener un flujo que les está costando recursos y problemas de inseguridad.
Pero devolver a venezolanos a un régimen socialista como el de Maduro también era impensable hace algunos meses. La salida del senador Bob Menéndez de la presidencia de la comisión de relaciones exteriores de la Cámara Alta habría facilitado esa decisión.
Menéndez, legislador demócrata de origen cubano americano y que acaba de ser acusado de corrupción, se oponía de manera tajante a este tipo de repatriaciones.
Pero como le dijo a este diario un ex diplomático de Estados Unidos, si bien lo de Menéndez facilita la maniobra, la causa profunda sigue siendo lo mismo: «La situación en la frontera se ha salido de control. Lo del muro y lo de los venezolanos es solo un paso. Pero deben ir más allá. Tienen, por ejemplo, que expandir el número de jueces para procesar casos y tienen que reformar las normas para solicitar asilo porque actualmente cualquier persona que se siente perseguida puede venir a Estados Unidos y eso es insostenible», afirma el exdiplomático.
En todo caso, tanto la decisión de construir un muro de 35 kilómetros como la de devolver a unos 200 venezolanos a la semana, no van a poner en cintura una crisis como la presente y cuya solución es multifacética.
Los anuncios, en ese sentido, responden más a la necesidad de mostrar firmeza frente a un tema que va a dominar la campaña electoral del año entrante y que es un flanco débil tanto para Biden como para los demócratas.
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