Los esfuerzos que vienen realizando países como Estados Unidos, Colombia y Panamá para detener el flujo de migrantes a través del tapón del Darién no solo no van a funcionar, sino que probablemente agravarán la situación para los miles de migrantes que a diario usan la ruta como camino hacia el norte.
Eso dice un reciente reporte publicado por el Instituto para las Políticas Migratorias (MPI, por su sigla en inglés) escrito por el subdirector de Humans Rights Watch (HRW) para las Américas, Juan Pappier, y Caitlyn Yates, investigadora de la Universidad de British Columbia.
El reporte, titulado Cómo el peligroso Darién se convirtió en una avenida para la migración de las Américas, presenta una radiografía histórica del tránsito por esta zona selvática y el dramático incremento que se ha presentado en los últimos tres años.
Según estos, de reportar menos de 11.000 migrantes anuales durante la década pasada, se pasó a casi medio millón en lo que va de este 2023.
Tras esbozar una serie de razones que explican este éxodo -entre ellas el cierre de otras vías de migración, la crisis de Venezuela y las condiciones económicas en muchos países-, el reporte concluye que al menos en el corto plazo es improbable que el flujo se detenga.
“La migración en y por el Darién no va a terminar, al menos en el futuro cercano. De por sí el camino es ya un último recurso para los migrantes. Tratar de disuadir a los migrantes y a quienes buscan asilo de que crucen, o cerrar las rutas más establecidas, no va a detener a los miles que ya están en cola para el viaje ni a los futuros migrantes”, dice el reporte.
Una razón crucial para esto “es que los factores que impulsan a las personas a emprender este viaje no han desaparecido. De hecho, muchas de las crisis que obligan a las personas a abandonar sus países no han hecho más que empeorar en los últimos meses y años. Por lo tanto, si las autoridades intensifican sus esfuerzos para detener la migración a través del Darién, lo más probable es que lo que cambie sean las rutas que toman, los riesgos que enfrentan y la recepción que reciben en ambos lados de la frontera. Es casi seguro que las necesidades de las personas desplazadas para realizar estos viajes persistirán”.
Argumentan además que la situación tenderá a empeorar: “Las investigaciones muestran que bloquear las rutas establecidas no pone fin a la migración, sino que empuja a las personas hacia rutas más peligrosas. Si los pasos terrestres más establecidos se volvieran inaccesibles, es probable que las rutas marítimas se utilizarán con mayor frecuencia, al igual que otras rutas más remotas en las profundidades de la selva”.
De acuerdo con los autores, en lugar de intentar cerrar la frontera o ver a los migrantes como un desafío, los gobiernos deberían centrarse en los retos que enfrentan estas personas en el tapón del Darién y en las naciones de origen.
“Estados Unidos y otros países podrían seguir creando vías legales para grupos más diversos de migrantes. Los defensores han pedido a los gobiernos de América del Sur que refuercen el acceso al asilo y al estatus de refugiado para las personas que huyen de la persecución, y que aumenten los esfuerzos de integración para todo tipo de recién llegados. Y todos los gobiernos interesados podrían dirigir sus esfuerzos a hacer que la región sea más segura para quienes cruzan”, dice el reporte.
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