Los peluqueros y maquilladores profesionales trabajan a la sombra de las celebridades en Hollywood para hacerlas brillar en la alfombra roja, pero la histórica huelga de guionistas y actores estadounidenses está vaciando sus agendas y sus ahorros, con el telón de fondo de una crisis más profunda en su profesión.
Fotos de Julia Louis-Dreyfus, Brooke Shields, Keri Russell, Anna Kendrick y muchas otras estrellas de series de televisión y de la gran pantalla se acumulan en la cartera de Matthew Monzon, peluquero de 52 años afincado en Nueva York desde 1997.
Desde que los guionistas, y sobre todo los actores de Hollywood, se declararon en huelga para reclamar mejores remuneraciones de los estudios y un marco que regule el uso de la inteligencia artificial en el sector, se ha quedado sin trabajo.
«Se me están acabando los ahorros», resume. «Tengo suerte, he conseguido pagar mi seguro médico y mi alquiler. Estoy bien, pero mis finanzas menguan», cuenta, al tiempo que ofrece su apoyo al movimiento, porque «hay que pagar a los actores y autores lo que se merecen».
«30 kilos»
El paro está repercutiendo en todo un ecosistema que depende de la industria de Hollywood: diseñadores de vestuario, maquilladores, estilistas, peluqueros, etc.
Esta semana se reanudaron las negociaciones entre los responsables de los estudios y los guionistas, pero el avance es lento. La actriz Drew Barrymore tenía previsto reanudar su «Drew Barrymore Show» en la CBS el pasado lunes, pero finalmente dio marcha atrás, acusada de falta de solidaridad con los huelguistas.
En estas condiciones, la vida cotidiana de Rebecca Restrepo, en la cincuentena, que salta de un estudio de televisión a un hotel con sus maletas de «30 kilos» de maquillaje e iluminación en los brazos, ha dado un vuelco total.
«Desde julio no hay trabajo. Cero. Ahora mismo tengo una clienta personal, una multimillonaria. Pero eso es muy raro», explica esta maquilladora, que vive en Queens, Nueva York.
Después del covid
«La situación es realmente difícil porque, con la pandemia, dejamos de trabajar durante un año y medio. Intentábamos vivir al día, y ahora la huelga nos está matando», cuenta.
La gran mayoría de estos artesanos de la belleza trabajan como autónomos, con la ayuda de una agencia artística que gestiona su cartera de clientes y organiza su agenda.
Muchos trabajaron en la moda antes de pasar en la década de 2000 al mundo del cine. Describen su trabajo como un arte que se adapta a las circunstancias.
Pero la competencia es cada vez más dura y las condiciones de trabajo cada vez más difíciles, lo que les lleva a preguntarse por el futuro de su profesión.
«Far West»
«Es el Far West», resume Restrepo.
Con Instagram, los filtros y los retoques, «todo el mundo se cree maquillador», una evolución que, en su opinión, está haciendo bajar los precios.
«Las tarifas (que pagan las producciones) se han reducido a una décima parte de lo que eran» antes de la llegada de las plataformas de streaming, señala Matin Maulawizada, maquillador afincado en Nueva York desde hace 26 años, que ha trabajado para Angelina Jolie y Claire Danes, entre otras.
A sus 59 años, espera afiliarse al sindicato neoyorquino de maquilladores y peluqueros audiovisuales y teatrales, para beneficiarse de las condiciones negociadas con los estudios de producción y los teatros de Broadway.
También ha lanzado una iniciativa en Instagram, «beauty4beautyproject», para animar a las marcas de belleza a apoyar a los profesionales afectados por la huelga, como él.
Marco Santini, que peina a las actrices Lucy Liu, Uma Thurman y Jessica Chastain, es más pesimista, convencido de que la inteligencia artificial asestará un golpe mortal a su profesión.
«Cuando tienes un avatar, no necesitas un peluquero», dice.
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