Francia detuvo esta semana a un antiguo alto responsable de Ruanda y lo acusó de participar en el genocidio de 1994 en el país africano, informó el sábado una fuente cercana al caso.
Pierre Kayondo, exprefecto ruandés, fue detenido el martes y acusado de complicidad de genocidio y crímenes contra la humanidad, según esta fuente, que requirió el anonimato.
Kayondo era investigado en Francia desde finales de 2021. Esto, tras una denuncia de un colectivo de víctimas, el CPCR, que afirmaba que residía en El Havre, en el noroeste del país.
Según la denuncia de este colectivo, Kayondo, exprefecto de Kibuye y exdiputado, «participó activamente en la organización de los exterminios en Ruhango y Tambwe, en la prefectura de Gitarama, al permitir la constitución de grupos de milicianos interahamwe, suministrar armas y participar en reuniones».
Para Alain Gauthier, presidente del CPCR, Kayondo, de unos 70 años, según él, «era un hombre cercano a personalidades condenadas por genocidio», como el coronel Aloys Simba y Ephrem Nkezabera, apodado «el banquero» del genocidio.
El genocidio dejó más de 800.000 muertos, según la ONU, sobre todo tutsis exterminados entre abril y julio de 1994.
Perdonó al asesino de su esposo
Para sanar debes amar: es lo que cree una mujer que, no solo perdonó al hombre que asesinó a su esposo hace 28 años durante el genocidio de Ruanda, si no que además permitió que la hija de él se casara con su hijo.
Bernadette Mukakabera ha estado contando su historia. Esto, como parte de los continuos esfuerzos de la Iglesia Católica para traer reconciliación a una sociedad que quedó dividida en 1994. En esa fecha fueron asesinadas unas 800.000 personas en 100 días.
«Nuestros hijos no tuvieron nada que ver con lo que ocurrió. Simplemente se enamoraron y nada debería impedir que las personas se amen las unas a las otras», le dijo Bernadette a la BBC.
Ella y su esposo Kabera Vedaste eran miembros de la comunidad tutsi. Esta fue perseguida luego de que el avión en el que viajaba el presidente de Ruanda, de la etnia hutu; lo derribaran el 6 de abril de 1994.
En cuestión de horas, miles de hutus, adoctrinados por décadas de propaganda de odio, comenzaron asesinatos bien organizados. Atacaron a sus vecinos tutsi en todo el país.
El perdón
Uno de ellos fue Gratien Nyaminani, quien vivía junto a su familia al lado de la de Bernadette en Mushaka, en Ruanda occidental. Ambos eran campesinos.
Luego del fin de las masacres, cuando un grupo rebelde tutsi tomó el poder, cientos de miles de personas acusadas de estar involucradas con los asesinatos fueron detenidas.
Gratien fue arrestado y eventualmente juzgado por uno de los tribunales comunitarios, conocidos como «gacaca», establecidos para lidiar con sospechosos de genocidio.
En esas audiencias semanales, a las comunidades se les dio la oportunidad de enfrentar al acusado. También de escuchar y entregar evidencia sobre lo que realmente había ocurrido, y cómo había ocurrido.
En 2004, Gratien le contó a Bernadette cómo había asesinado a su esposo y se disculpó. Y en esa misma audiencia, ella decidió perdonarlo.
Noticias Relacionadas
El periodismo independiente necesita del apoyo de sus lectores para continuar y garantizar que las noticias incómodas que no quieren que leas, sigan estando a tu alcance. ¡Hoy, con tu apoyo, seguiremos trabajando arduamente por un periodismo libre de censuras!
Apoya a El Nacional