Pérdida de peso, fatiga, náuseas, aparición de sangre en la orina, en las heces o sangrado vaginal anómalo son algunos de los síntomas que pueden alarmar sobre un posible cáncer; sin embargo, hay un signo menos conocido que puede aparecer por las noches, los sudores nocturnos.
Según recoge la Cancer Research, la infección es una de las causas más comunes de sudoración en personas con cáncer. La infección puede provocar fiebre y el cuerpo suda para intentar reducirla. El tratamiento de la infección puede controlar o detener la sudoración. Las personas con cáncer avanzado de cualquier tipo también pueden sufrir sudoración.
La American Cancer Society, afirma que en las personas con cáncer, ciertas condiciones y medicamentos pueden causar sudoración, sofocos o sudores nocturnos. Esto ocurre cuando el cuerpo trata de bajar su temperatura.
La Asociación Española de Afectados por Linfoma, Mieloma y Leucemia (Aeal) explica que, entre los síntomas más comunes del linfoma, se encuentran los sudores nocturnos abundantes, fiebre y escalofríos intermitentes.
Se trata de una sudoración excesiva que hace que una persona se despierte empapada en sudor, aunque en la habitación la temperatura sea la correcta. En algunos casos, la sudoración puede ser tan excesiva que la persona empapa las sábanas o la ropa hasta tal punto que ya no puede dormir con ellas.
Sin embargo, los sudores nocturnos no tiene por qué significar necesariamente que se padezca un cáncer. Los cambios en los niveles hormonales también pueden provocar sofocos y sudores. En cualquier caso y ante la duda es imprescindible consultar con un médico que será quien haga las pruebas oportunas para llegar a un correcto diagnóstico.
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